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'La Batalla', la primera derrota de Napoleón llega al cómic

  • Frédéric Richaud e Iván Gil adaptan la premiada novela de Patrick Rambaud
  • Narra la batalla de Essling, que se saldó con cuarenta mil muertos

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Fragmento de la portada de 'La Batalla'
Fragmento de la portada de 'La Batalla'

Viena, mayo-junio de 1809, Napoleón ordena a sus tropas cruzar el Danubio y tomar los pueblos de Essling y Aspern para enfrentarse a las tropas del Archiduque Carlos. Pero tras treinta horas de combates sin vencedores ni vencidos que se saldarán con más de cuarenta mil bajas, el Emperador tuvo que ordenar la retirada, en la que fue su primera gran derrota. Un episodio histórico que fascinó a Balzac y al escritor francés Patrick Rambaud que lo plasmó en la novela La Batalla, ganadora del Gran premio de la novela de la Academia francesa y del premio Goncourt. Un libro impersionante que ahora ha sido adaptado al cómic por el guionista francés Frédéric Richaud y el dibujante español Iván Gil en La Batalla (Ponnet Mon).

Un cómic sobre la primera hecatombe de la guerra moderna en el que destaca el dinámico y detallista dibujo de Iván Gil, que resume así el argumento: "Es una descripción bastante detallada de una batalla importante pero que ha pasado bastante desapercibida, incluso para los franceses. Es la primera vez que Napoleón no salió triunfante estando él mismo, al mando de sus tropas (sus ejércitos ya habían sido vencidos en España, pero él no estaba). Veremos a través de un puñado de personajes, la mayor parte históricos (incluso algunos que puedan parecer ficticios) los prolegómenos, la acción y finalmente las consecuencias de una batalla napoleónica, desde la perspectiva del propio Napoleón a la de los reclutas más bisoños".

Una historia fascinante de la que Iván destaca "el acercamiento a la humanidad de los personajes y de las personas. Al sufrimiento y a la necedad, pero sin perder un aire “romántico”. Napoleón y los franceses no aparecen como héroes ni villanos, sino como todo a un tiempo. La ausencia del enemigo en la narración, también dota de una sensación atmosférica especial al tempo narrativo. Me parece muy interesante a su vez, mostrar los tiempos “muertos” al anochecer, y la retaguardia con su intendencia, los enfermeros, el trato a los caídos, etc".

Un Napoleón algo caricaturesco

Iván destaca la adaptación del texto literario a cargo de Frédéric Richaud: "Es una adaptación sublime. Creo que todos sabemos en mayor o menor medida la dificultad de adaptar entre medios distintos. Y Frédéric no solo ha salido airoso sino que ha hecho en mi opinión un trabajo portentoso, prácticamente no falta nada de la obra original, y al mismo tiempo la lectura no es en absoluto “literaria” sino muy visual. Rambaud no tuvo ningún cometido en la adaptación al comic, su nombre figura solamente por cuestión de derechos y como autor original de la obra".

Entre los eprsonajes destaca Napoleón, magníficamente retratado por Richaud y Gil: "El Napoleon de Richaud -asegura Gil-, es el de la novela, un personaje algo caricaturesco y más negativo hacia su persona que apologético. En la parte visual, intenté ser lo más fiel posible a los retratos históricos que pude, aunque mi estilo fue variando a lo largo de las páginas. En su lenguaje corporal quizá me influenció más de la cuenta el trabajo de Rod Steiger en la película Waterloo (Serguéi Bondarchuk, 1970)".

En cuanto a los otros protagonistas del cómic, Iván destaca a "El Coronel Lejeune, el personaje conductor de todo el argumento, que como edecán hace las veces de mensajero y puente entre el estado mayor y los soldados rasos además de vincular con la trama urbana de Viena y su amigo Henri (el futuro escritor Stendhal). Stendhal fue quizá el que más disfruté dibujando, junto al recluta Paradis (este sí, ficticio). El coracero Fayolle es una visión más oscura de la vida del soldado veterano(al principio le vemos con un manto de monje español y unas alpargatas, es un veterano de España). Pero me resultó muy interesante trabajar a los mariscales de Napoleón y descubrir que los amantes del periodo, conocen casi tanto como al propio Emperador. A destacar de ellos a Lannes, Berthier y Massena".

Años de documentación

Destaca el detalle con el que iván Gil recrea la época, los pueblos, los uniformes de los soldados... Un trabajo que le ha llevado "Años de documentarme sin descanso, pues el público amante del periodo, es exigente, entusiasta y a veces incluso fanático. Nunca dejé de leer libros o ver películas o documentales. Pero de nuevo, la película que aporta más a nivel global es Waterloo. A destacar también Los duelistas (Ridley Scott, 1977) y La última carga (Tony Richardson, 1968). Tampoco hay mucho material desde los años 80, para ser sincero".

Y es que Gil consigue dar gran veracidad a las escenas de batallas y que sean todas distintas a pesar de que hay unas cuantas. "Ante todo, gracias si piensas que he conseguido transmitir verosimilitud, pues es un periodo donde corres el peligro de que las batallas parezcan desfiles de muñequitos uniformados, y eran en verdad, auténticas escabechinas".

"Por otro lado -continúa el dibujante-, tienen ese lado romántico y casi ridículo de ver a bloques de uniformados sin apartarse del enemigo y cayendo estoicamente como muestran películas como Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975). La respuesta es de nuevo, documentarse. Para lograr una información visual de las formaciones me fueron muy útiles, en esta ocasión videojuegos como Cossacks 2. En cuanto a lograr que sean distintas, bueno, es básicamente atender al cambiante espacio físico y al clima y la hora del día, que es exactamente lo que han de hacer los generales si quieren ganar sus batallas".

Un maestro del detalle

Destaca el detallismo, casi exagerado, con el que Iván plasma los uniformes, los paisajes... "No, fue una “locura” personal -asegura-. Era mi primer trabajo y pequé de idealista. Aún sigo inmerso en esta locura del detallismo extremo. Lo sufro en mis carnes, ojos cansados, tendinitis y fines de semana sin librar, pero es que es mi forma de ser. Pero me hago mayor y no creo que pueda mantener este ritmo por mucho".

El dibujante también da mucha importancia al color: "Es un elemento narrativo más del proceso (a menos que idees un comic en blanco y negro desde el principio). Creo que esta historia que casi no cambia de lugar y que se desarrolla en 48 horas, el uso del color para transmitir las diferencias entre la madrugada, el atardecer, la noche, es clave. Estoy muy contento con la labor de la colorista Albertine Ralenti".

Iván ha dado clases de dibujo durante una temporada. "Colaboré en la Academia C10 en clases de dibujo académico, aunque ya no lo hago, pues mi trabajo en el comic requiere toda mi atención. En el maravilloso tiempo que pude participar en esta estupenda escuela madrileña, siempre dije lo mismo a mis alumnos: practicar y practicar en primer lugar y aprender las bases clásicas de forma potente. Hay que saber las reglas para luego romperlas".

En cuanto a su nuevo proyecto, el éxito de La Batalla parece haber marcado su carrera: "En este momento, continuo en cierto modo con La Batalla, pues estoy inmerso en la adaptación en tres tomos de la siguiente novela napoleónica de Rambaud: Nevaba. Un relato sobre el desastre del Gran Ejercito en Rusia. Es una historia muy diferente, pocos combates, y casi todos son personajes nuevos. El primer tomo verá la luz el año que viene en Francia. Después de esto, quien sabe, aunque los caballos y los sables siempre rondan por ahí".