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Zurbarán, la trascendencia en lo cotidiano

  • El Museo Thyssen de Madrid inaugura una muestra del artista barroco
  • 63 cuadros de los cuales 32 nunca habían visitado España

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Vuelve Zurbarán al Museo Thyssen de Madrid

Cuando en 1786 el viajero inglés Joseph Townsend recorría España, contempló el Carnero con las patas atadas de Francisco de Zurbarán y se maravilló hasta el punto de escribir que la obra similar que había pintado Diego Velázquez “perdió mi consideración”. Y ese parece el destino de Zurbarán (1598-1664): el de un gigante del arte siempre a la sombra de Velázquez y siempre esperando ser redescubierto. El Museo Thyssen de Madrid proporciona una nueva oportunidad en la exposición "Zurbarán: una nueva mirada".

Una muestra formada por 63 cuadros de los cuales 32 nunca habían visitado España y que remedia el vació de exposiciones en los últimos años (la última completamente monográfica en Madrid la hizo El Prado en 1988 y Sevilla conmemoró en 1998 el cuarto centenario del artista con otra exhibición).

La obra de Zurbarán está dispersa tras el expolio artístico francés de Sevilla durante la invasión napoleónica. Su obra no se concentra masivamente en ninguna pinacoteca, quizá uno de los motivos de cierta infravaloración por parte del gran público.

La especialista francesa Odile Delenda, responsable del catálogo razonado de Zurbarán y Mar Borobia, jefe del Área de pintura antigua del Museo Thyssen-Bornemisza son las comisarias de la muestra. Delenda lleva dos décadas dedicadas a Zurbarán y ha depurado el catálogo de su obra, separando las realizadas por su taller de las autógrafas.

“Zurbarán, como es tan moderno, se pasó de moda. En el XVII cuando empieza el Rococó, se olvidan de él. Pero luego, para los románticos franceses, fue la gran figura de la pintura española, de modo un poco equivocado porque les impresionaban los monjes en un período pagano”, dice Delanda combatiendo el cliché de Zurbarán como pintor místico de frailes. “Es verdad, pero también hace religioso lo cotidiano”.

Zurbarán y su taller

La exposición dedica dos salas al obrador (el taller de pintura) del artista donde destacó la aportación de su hijo Juan de Zurbarán, fallecido a causa de la peste con 29 años. “Fue su mejor alumno. La calidad de sus bodegones es de muy alto nivel”, detalla Delenda. “Hubiera sido un gran pintor”.

Pero el protagonista es Francisco de Zurbarán: sus figuras escultóricas, su tenebrismo, sus códigos de la Contrarreforma y su evolución hacia efectos lumínicos más moderados. “Utilizaba modelos para ver cómo les quedaba la tela. Y luego tenía la capacidad de pintar cada detalle con precisión: cada sombrita de un clavo, una gotita de sangre. Miraba todo con atención, con un ojo magnífico y colorista”, dice Delanda

La comisaria precisa la diferencia con Velázquez. “En Velázquez hay que reconstruir las manchas desde lejos, en cambio, Zurbarán lo puedes ver de lejos y luego te acercas para darte cuenta de los detalles”. Acercarse, eso sí, entre el 9 de junio al 13 de septiembre.