Enlaces accesibilidad

Los 'guerreros' africanos, la punta de lanza de la batalla contra el ébola más letal de la historia

  • El personal sanitario local es quien está en primera línea de batalla
  • Los supervivientes son personas fundamentales para atajar la epidemia
  • El ébola ha matado a más de 10.000 personas en un año
  • Especial: Crisis del ébola

Por
Augustine se contagió de ébola cuando combatía la enfermedad en Sierra Leona

Augustine, Santos y Bentu son los que ya estaban en Sierra Leona cuando estalló el brote de Ébola más mortal de la historia. Son los que siguen allí un año después luchando día a día contra el virus que ha matado a más de 10.000 personas en África Occidental. Y son los que seguirán allí cuando todos se hayan ido y el país tenga que recuperarse de entre las ruinas.

Los tres han sobrevivido al ébola y son una figura clave en la batalla contra la enfermedad. El personal médico apenas pueden pasar una hora dentro de la zona de alto riesgo debido a los aparatosos trajes que llevan y a las altas temperaturas que tienen que soportar. “Los supervivientes no sólo pueden estar mucho tiempo con los pacientes, ya que son inmunes a la misa cepa del virus durante un largo período, sin oque sirven de inspiración para todos”, señala la organización Médicos Sin Fronteras.

El personal sanitario local está en primera línea de frente en la lucha contra el ébola. Son los auténticos guerreros. Quienes mayor riesgo corren de infectarse y quienes a sufren la estigmatización y el rechazo en sus comunidades. Augustine cree que pudo infectarse cuando un compañero le prestó un bolígrafo. Trabajaba en el equipo de seguimiento de contactos -aquellas personas susceptibles de haber contraído el virus por su exposición a un infectado-, una tarea fundamental para atajar la epidemia.

Acaba de recibir el alta y aquí enseña emocionada su diploma de "curado".

Augustine muestra el certificado que prueba que se ha recuperado del ébola. Fuente: Anna Surinyach/MSF

"Estoy orgulloso de ser un superviviente"

Santos era traductor y también se contagió mientra trabajaba. Tras infectarse y superar la enfermedad se ha incorporado al equipo de Médicos Sin Fronteras que acude a las comunidades cuando hay alertas de Ébola.

“Estoy orgulloso de ser un superviviente. Cuando me dieron el alta, fue el día más feliz de mi vida; lo recordaré siempre”, dice.

“Voy a las comunidades y digo a la gente que he sobrevivido al ébola así que la gente sigue mis consejos”, explica.

Santos era traductor, y tras infectarse y superar la enfermedad se incorporó al equipo que acude a las comunidades cuando hay alertas de Ébola. ¿Estoy orgulloso de ser un superviviente. Cuando me dieron el alta, fue el más feliz de mi vida; lo recordaré siempre¿, exclama Santos.

Bentu le entiende bien. Es otra superviviente que ahora trabaja como asesora en salud mental de MSF. Nadie mejor que ella para saber cómo se sienten los afectados por este virus.

“Cuando te llevan al centro de tratamiento. No es fácil. Tienes miedo. Piensas que te puedes morir porque aquí se muere mucha gente. Decidí mantener la mente fría y no pensar en la enfermedad. Me concentraba en el tratamiento y rezaba por mi curación”, recuerda.

“Sé exactamente lo que sienten quienes están aquí. Cuando les hablo de lo que me ocurrió. Cuando les cuento mi historia, me escuchan. Es esperanzador y yo sigo intentándolo”, afirma sonriendo con los ojos tras sus grandes gafas.

Volver a empezar sin tus seres queridos

Los supervivientes se sienten orgullosos de liderar la lucha contra el Ébola pero su vida no es fácil. La enfermedad termina con familias enteras. A menudo, los pacientes que vencen la enfermedad se enfrentan a la pérdida de familiares cercanos y amigos cuando son dados de alta y abandonan el centro de tratamiento.

Tenemos niños que han perdido a su familia, mujeres que han perdido a sus maridos

Tenemos niños que han perdido a su familia, mujeres que han perdido a sus maridos y a sus hijos –añade Bentu – nos encontramos con estudiantes que han perdido a sus padres, y si ahora los colegios vuelven a abrir, no tienen ningún tipo de apoyo”. Con este objetivo, la psicóloga ha empezado a organizar una asociación para atender a los supervivientes en el distrito de Bo y alrededores. Más de 16.600 niños y niñas han quedado huérfanos desde el comienzo de la epidemia, según Unicef.

Bentu, pasó a formar parte del equipo de salud mental de Médicos Sin Fronteras (MSF) tras recuperarse en uno de los centros para pacientes de Ébola de la organización. ¿Sé exactamente lo que sienten quienes están aquí¿, explica Bentu. ¿Cuando les cuento mi historia, que me ocurrió lo mismo que a ellos, siento que me escuchan¿.

Durante meses, las organizaciones humanitarias presentes en terreno han pedido una respuesta internacional más sólida y mayores recursos por parte de los gobiernos con la capacidad técnica para hacer frente a este tipo de emergencias. El tiempo ha demostrado que los trabajadores nacionales se han convertido si no en la mejor, en una de las mejores ayudas.

A lo largo del último año, más de 1.300 trabajadores internacionales y 4.000 trabajadores locales de MSF han sido desplegados en África Occidental, donde han atendido a casi 5.000 pacientes confirmados de Ébola. Para esta mayoría de liberianos, sierraleoneses y guineanos, y también para los que trabajan para sus ministerios de salud, el ébola no es solo un virus, sino la realidad cotidiana a la que tendrán que hacer frente durante mucho tiempo, no solo como trabajadores sino como ciudadanos. Ellos son los que se quedan.