Enlaces accesibilidad

Siria, entre la barbarie yihadista y la dictadura de Al Asad

  • TVE grabó la primera manifestación contra Asad el 15 de marzo de 2011
  • Cuatro años después, la guerra civil está estancada en un callejón sin salida

El presidente sirio es hoy la opción menos mala para la comunidad internacional

Por
Se cumplen cuatro años del conflicto sirio

El 15 de marzo de hace cuatro años, un equipo de TVE viajamos hasta Damasco para cubrir la visita oficial de la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez. Fuimos testigos de una pequeña manifestación de jóvenes que pedía más democracia y libertad, junto a la Mezquita de los Omeya. Imágenes insólitas en el hermético régimen sirio que grabó nuestro cámara pese al empeño de la policía secreta por impedirlo.

Era la primera vez que una televisión occidental lo hacía. Aquella tímida e incipiente protesta se extendió rapidamente a otras ciudades que fueron brutalmente reprimidas. No sabíamos que aquel día iba a comenzar una guerra civil en Siria

Cuatro años después, Siria sigue en guerra y Bachar Al Asad continúa como presidente. Más de 200.000 personas han muerto. "No hay una voluntad de diálogo entre las dos partes y todas las tentativas de negociación han fracasado", asegura a RTVE.es Ignacio Álvarez Ossorio, profesor de estudios árabes de la Universidad de Alicante e investigador de la Fundación Alternativas.

"Desde un punto de vista militar, ningúno de los combatientes puede derrotar al otro, por eso es imposible que nadie gane", apunta Jesús Nuñez, Director del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria.

Una población arrinconada por el hambre y la miseria

Las primeras protestas en Siria, surgidas al calor de las primaveras árabes, fueron pacíficas. Muchos sirios estaban hartos de la represión y corrupción del régimen alauí de la familia Asad. Pero, a diferencia de Túnez, Egipto o Libia cuyos líderes fueron derrocados, Bachar Al Asad continuó como presidente con la promesa de más reformas y más democracia.

"Cuando se iniciaron las marchas eran pacíficas pero aún así la comunidad internacional no las apoyó, tenía miedo de que los islamistas extremistas ocuparan el vacío de poder como ocurrió con los Hermanos Musulmanes en Egipto", apunta Jesús Nuñez. "No se quería contribuir a la caída del régimen".

El gobierno de Damasco siempre ha contado con el apoyo militar, diplomático y financiero de sus fieles aliados: Rusia, Irán y la organización chií libanesa Hizbulá. "Moscú siempre ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU cualquier sanción e incluso se negó a aceptar una exclusión aérea como en Libia para enviar ayuda humanitaria, por eso Al Asad no ha corrido la misma suerte que otros dirigentes árabes", señala Álvarez Ossorio.

La guerra civil ha dejado una Siria hueca con una población arrinconada por el hambre y la miseria. Su presidente ha sido condenado por la brutal represión ejercida por sus esbirros y se le acusa de haber empleado armas quimícas contra su pueblo.

La ONU habla de más de 200.000 muertos desde el inicio del conflicto, cerca de 11 millones de sirios, la mitad de la población, se ha visto obligada a dejar sus casas y más de cuatro millones se han refugiado en otros países. Ciudades enteras han quedado arrasadas, como Alepo, que sigue sufriendo a diario la barbarie del régimen.

Además de los ataques y bombardeos indiscriminados del ejército leal al Gobierno, los sirios empezaron a soportar a partir del 2013 la sinrazón de los yihadistas. El autoproclamado Estado Islámico o Daesh (en su acrónimo en árabe) pretende instaurar un califato en Irak y Siria.

El Estado Islámico

El sangriento avance del llamado Estado Islámico ha conseguido ya eliminar la frontera entre Siria e Irak. Los bombardeos de la coalición internacional no parecen detener a los yihadistas. Su imperio del terror es aún peor que la dictadura de Bachar el Assad.

Ahora, con la sombra de los terroristas encima, el presidente sirio podría pasar de ser el enemigo que lucha sin piedad contra su pueblo a la posible solución contra las milicias islamistas. Además no se opone a los ataques aéreos de la coalición internacional contra Daesh. Incluso, parte de los opositores moderados están dispuestos a aceptar que la salida de Al Asad no sea un requisito indispensable para entablar un diálogo.

"La situación ha cambiado mucho desde entonces", según explica Ignacio Álvarez Ossorio. "El regimen está ahora en una posición de fuerza, ha recuperado buena parte de los territorios perdidos gracias a la fragmentación de la oposición por un lado y, por otro, a la llegada de los combatientes del autoproclamado Estado Islámico".

Para este experto, la postura del presidente sirio ha sido muy inteligente porque ha conseguido eliminar a sus rivales más moderados y ha consentido que el EI y el Frente de Al Nusra, la rama siria de Al Qaeda, sobrevivan para así justificar la brutal represión y reforzar sus tesis de que todos, incluidos los rebeldes moderados, eran terroristas.

"Su mensaje de que todos sus opositores eran terroristas ha calado - explica Jesús Núñez -Por eso ahora se ha convertido en colaborador necesario para eliminar a los yihadistas. Bachar el Asad es el mal menor a ojos de la comunidad internacional".

¿Por qué es tan difícil lograr la paz en Siria?

El profesor e investigador, Ignacio Álvarez Ossorio, es pesimista sobre el futuro de Siria. "A corto plazo no hay perspectiva de cambio porque eso implicaría un papel activo de la comunidad internacional y hoy por hoy no se dan las condiciones".

Explica que ahora "la prioridad es acabar con el Estado Islámico y no buscar una solución al conflicto sirio". También habla de la implicación de otras potencias regionales como "Arabia Saudí e Irán que rivalizan entre sí para ganar más poder e influencia y no están actuando como bomberos para apagar el fuego". "Todo lo contrario - apunta Álvarez Ossorio - son piromános que echan gasolina para incendiar más el conflicto". En su opinión ya no se trata solo de una guerra civil en Siria sino de una contienda en toda la región.

Para el experto Jesús Nuñez es imposible determinar en qué plazos podrían acabar los combates en aquel país pero prevé que la violencia se prolongue en el tiempo. "No hay una oposición unificada, cada vez es más débil, las instituciones sirias siguen funcionando y no ha habido colapso en el gobierno. Bachar el Asad no está dispuesto a hacer las maletas y marcharse, aunque su continuidad suponga un grave sufrimiento para los sirios".