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Cómo Paul Durand-Ruel salvó el Impresionismo en siete cuadros

  • La National Gallery de Londres rinde homenaje al marchante del movimiento
  • Su tataranieta y biógrafa glosa para RTVE.es los hitos de su vida
  • La exposición puede verse del 4 de marzo al 31 de mayo

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'Paul Durand-Ruel' (1910). Pierre-Auguste Renoir. Archives Durand-Ruel
'Paul Durand-Ruel' (1910). Pierre-Auguste Renoir. Archives Durand-Ruel

Toda revolución necesita financiación. Y la que llevaron a cabo los pintores impresionistas en el siglo XIX no fue una excepción. Buena parte de ellos (Manet, Degas, Morisot o Caillebotte) pertenecían a familias burguesas acomodadas, pero la otra mitad (Renoir, Monet, Pisarro o Sisley) necesitaban vender para sobrevivir. Por suerte encontraron un marchante apasionado que les financió y apoyo más allá de las leyes del mercado: Paul Durand-Ruel. La National Gallery de Londres le rinde homenaje en una exposición con más 85 cuadros -que alguna vez pasaron por sus manos- bajo el nombre ‘Inventando a los impresionistas. Durand-Ruel y el moderno mercado del arte’ (del 4 de marzo al 31 de mayo).

Durand-Ruel es el eslabón más importante de una larga tradición familiar. Heredó de su padre una galería de arte y muchos de sus descendientes actuales son comisarios de exposiciones o trabajan en casas de subastas. Flavie Durand-Ruel, su tataranieta y biógrafa, trabaja en los Archivos Durand=Ruel, guardianes de todas las facturas de sus transacciones y depositarios de las fotografías familiares. La autora repasa para RTVE.es los hitos biográficos de su tatarabuelo a través de cuadros que se exponen estos días en Londres. Una historia de pasión, ruina, amistad y final feliz. O, en palabras de Durand-Ruel: "Mi locura era sentido común. Y pensar que si hubiera fallecido a los sesenta años, habría muerto agobiado por las deudas y en bancarrota, rodeado de la riqueza de unos tesoros infravalorados"

1. Caballos Árabes luchando en un establo (1860). Eugène Delacroix

“Al principio no quería ser marchante, sino misionario o militar", dice su tataranieta. "Decidió quedarse en el negocio familiar porque su padre necesitaba ayuda. Pero el punto en el que todo comenzó, cuando se dio cuenta de que podía hacer algo por los artistas, fue en la Exposición Universal de 1855 cuando descubrió cuadros de Delacroix y algo hizo click. Descubrió que podía hacer algo por los artistas vivos”.

Los artistas de la Escuela de Barbizon, el precedente inmediato al Impresionismo, se convirtieron en los principales clientes de Durand-Ruel. En décadas posteriores, cuando no conseguía vender los cuadros impresionistas, continuó vendiendo obras de Delacroix o Courbet para financiar a Monet o Renoir.

2. Mujer en las olas (1858). Gustave Courbet

Católico, monárquica y patriota, promovió a artistas en las antípodas de sus ideales. Una aparente contradicción resuelta por su amor al arte.

“Lo más importante para él era proteger el arte por encima de todo", sostiene Flavie. "Era monárquico cuando la república se instalaba en Francia y era un católico practicante que iba a misa todos los días. Pero, aunque era todo eso, defendió a Gustave Coubert, que fue arrestado por participar en la Comuna de París, y escondió ilegalmente sus cuadros para que no fueran requisados por el Estado francés. Para él, el artista estaba primero. Defendía a Monet, que era republicano; a Pisarro, que era anarquista. El arte estaba por encima. Y ese es un mensaje increíble que todavía sobrevive”.

3. El Támesis en Westminster (1871). Claude Monet.

Todo empezó en Londres, donde Durand-Ruel, pionero en abrir galerías en otros países, tenía su sucursal. Cuando los prusianos invadieron Francia en 1870, dos artistas semidesconocidos, Monet y Pisarro, huyeron a la capital británica.

“La Escuela de Barbizon le condujo naturalmente a los impresionistas". afirma Flavie. "Fue el pintor Daubigny el que le presentó un día a Claude Monet: «Este hombre será más grande que todos nosotros», le dijo. Para él fue un movimiento natural, pero para el público los cuadros eran chocantes por sus colores verde manzana, morado, rosa , rojo, o la luz de la atmósfera”.

Más de tres décadas después, en 1905, cuando los impresionistas ya triunfaban en el mundo, Durand-Ruel organizó en Londres la mayor exposición jamás hecha del grupo con más de 300 obras.

4. Música en las Tullerias (1862). Edouard Manet.

“Gastaba rápido en sus elecciones desafiando el sentido común. Defendía a los artistas en los que creía, aunque el público y los profesionales no estuvieran de acuerdo. Cuando regresó de Londres a París, conoce al resto del grupo: Sisley, Renoir, Degas y Manet. La historia con este último es fascinante: tras descubrir dos de sus cuadros, al día siguiente se planta en el estudio de Manet y le compra 23 cuadros de una tacada al precio que le dicta el artista”.

Esta mista tarde, Manet se vanagloriaba por los cafés: «¿Sabéis quçe artista es capaz de ganar 50.000 francos en un solo día?». Fue un apuesta ciega: aunque burgués, a Durand Ruel no le sobraba dinero y tardó un año en pagar a Manet.

5. 'Caballos de Carrera Frente a la Tribuna (1866-68). Edgar Degas.

“Lo increíble no fueron sus elecciones artísticas, sino el modo en el que redefinió en trabajo del marchante moderno. Fue un apoyo moral para los impresionistas todo el tiempo y un apoyo financiero siempre que pudo. Les pagaba una mensualidad para que produjeran, aceptaba el precio que le daba el artista, los exhibía internacionalmente, promovía su trabajo en la prensa y organizó exposiciones individuales. En sus memorias dijo que si su trabajo solo hubiera sido comprar y vender arte, no hubiera sido marchante”.

6. La avenida Sydenham. (1871). Camille Pissarro

Hay tres cosas que Monet hacía compulsivamente: pintar, cuidar jardines y pedir dinero. Gran parte de su correspondencia son lamentos de su miseria acompañados de peticiones monetarias. Tras la enésima petición, Durand-Ruel tuvo que defenderse: “No es suficiente con crear obras maestras, también tienen que exponerse”.

“Algo admirable es que tenía una estrecha relación con sus artistas", dice su tataranieta. "Cuando Monet estaba sin creatividad o era muy duro consigo mismo, Durand-Ruel le animaba a retomar el trabajo más adelante. Le ofreció el salón de su casa para pintar. Cuando Monet se traslada a Giverny, le pidió dinero adelantado a Durand-Ruel porque si no perdía la casa. Y Durand-Ruel, aunque pasaba dificultades, le adelantó el dinero. Es interesante porque Giverny fue el lugar donde Monet se inspiró para hacer todos esos cuadros maravillosos. Durand-Ruel tenía un gran entusiasmo. Siempre digo que sus cartas podrían utilizarlas en una clínica para gente deprimida. Monet lo dijo al final de su vida: Sin él, todos los impresionistas nos hubiéramos muerto de hambre. Se sintió muy unido a Monet, Renoir, Pisarro y Degas. Es verdad que Monet le proporcionó más dinero que ningún otro artista, pero en sus memorias escribió que el paraíso debía de ser un paisaje de Corot o de Pisarro”.

7. Dos hermanas (en la terraza) (1881). Pierre-Auguste Renoir

“Uno de los pintores más fieles fue Renoir, que hizo los retratos de sus hijos", afirma su biógrafa. "No solo porque era un gran amigo sino porque era un gran retratista. Buscço una casa de vacaciones en la que se pudiera instalar Renoir con su familia y pintar los retratos tranquilamente en el jardín. En general los vestidos blancos, en los cuadros de Renoir, estaban llenos de los colores de la luz que los atravesaba. Y si miras el retrato de las dos hijas de Durand-Ruel, que llevan vestidos blancos, son de todo menos blanco".

Renoir encontró el modo de resumir la importancia de su amigo: “Durand Ruel fue un misionero. Nuestra buena fortuna fue que su religión fuera la pintura”.