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"Solo podemos esperar que las elecciones nos traigan la estabilidad que necesitamos"

  • Muchos griegos se debaten entre el desencanto y la polarización política
  • "Hemos tocado fondo, es imposible que la situación no mejore"

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Últimas horas de una de las campañas electorales más polarizadas que se recuerdan en Grecia

Kostas Georgantzas no guarda demasiadas esperanzas en los resultados de las elecciones de este domingo en Grecia. Es profesor de gimnasia de una escuela de primaria en Atenas y su situación, asegura a RTVE.es, es cada vez más difícil. “A mí también me han recortado el sueldo debido a los recortes. Los griegos hemos hecho muchos sacrificios, y el trabajo y el esfuerzo deberían de ser recogidos por el nuevo gobierno”, señala. “El futuro del país depende del nuevo gobierno, de su programa y su política. Yo espero y confío en que la situación cambie, pero en realidad creo que nada va a cambiar” añade.

La suya es la opinión de muchos griegos. Hace tan solo dos años y medio de las últimas elecciones en Grecia, y el desencanto por el futuro político en el país parece aún mayor. Los efectos de los seis años de recesión han dejado un escenario que se debate entre el absoluto desencanto político y la polarización y 'balcanización' del electorado. Según las fuentes, las abstenciones y los indecisos rondan entre el 21 y el 30%. Un fiel reflejo de una sociedad agotada.

“Aunque la abstención es bastante alta, sí sorprende que no sea aún mayor. Seguramente se deba a que hay un ascenso de formaciones extremas, como Amanecer Dorado”, señala a RTVE.es Babis Kokosi, un periodista que perdió su trabajo en la Televisión Pública griega.

"Estamos en una difícil situación y solo podemos esperar que las parlamentarias traigan finalmente la estabilidad que necesitamos", asegura Leonidas, un empleado público, a la cadena alemana Deutche Welle.

Pero esa estabilidad se antoja una tarea delicada. Dieciocho partidos y cuatro alianzas electorales concurren a los comicios. Syriza, la coalición de izquierda radical, encabeza las encuestas, seguido del gubernamental y conservador Nueva Democracia. En cuarto lugar, la ultraderecha filonazi de Amanecer Dorado.

La llamada de la desesperación

Una imagen reciente ha dado la vuelta al mundo por las redes sociales, y para muchos se ha convertido en la imagen de la desolación que explica los resultados de unas encuestas que dan la victoria al partido ultraizquierdista Syriza.

Una mujer, que llama por teléfono a un debate político en televisión, abronca a varios políticos que participaban en la tertulia. Asegura que es viuda y que cobra una pensión de 360 euros y que, además, su hijo está estudiando. “¿Cómo quieren que viva con tan poco dinero”, pregunta.

La señora, desesperada, arremete contra los líderes políticos. "Cuando gobiernan líderes piadosos el pueblo es dichoso, cuando los impuros tienen el poder el pueblo se aflige. ¡Vosotros meditad en qué lugar estáis! Alexis Tsipras tiene alma, pureza y fuerza” señala. Y antes de ser cortada por el conductor del programa, sentencia: “Se acabó el chollo al partido político Nueva Democracia”.

Syriza, no obstante, también genera dudas. “Su programa parece bueno y diferente, pero no sé de donde sacará el dinero Tsipras para cumplirlo y de qué manera logrará negociar” con los acreedores, señala Kostas Georgantzas.

¿Qué es Syriza y cuál es su programa electoral?

La difícil tarea de llegar a fin de mes

Los jubilados y jóvenes son los que más están sufriendo los efectos de la terrible crisis que afronta Grecia. La mayoría de los jubilados cobran entre 300 y 400 euros mientras que el paro continúa siendo el problema más grave. Según los últimos datos de Eurostat de septiembre de 2014, el desempleo alcanza el 25,7 % y entre los jóvenes es del 49,80% que, junto con el de España, es el más alto de la Unión Europea.

Muchos jóvenes han optado por dejar el país en busca de oportunidades en el extranjero o esperar a que la crisis pase aceptando trabajos a tiempo parcial y, en ocasiones, muy precarios. "No tenemos futuro. Mis amigos están en la misma situación", asegura a Efe Eleni, una joven de 22 años que ha tenido que interrumpir sus estudios de contabilidad para ponerse a trabajar como vendedora ambulante de tarjetas telefónicas.

Pero si el paro es lo que más preocupa, no es lo único. Una nueva clase de pobres se ha adueñado de Grecia, aquellos que incluso teniendo trabajo les resulta muy difícil llegar a fin de mes. En algunos casos gastos corrientes como la luz o la calefacción se han convertido en un lujo.

Yannis trabaja en una tienda del céntrico barrio ateniense de productos a 1 euro de Omonia que, contra pronóstico, no se ha visto tan afectada. Sus ocho trabajadores han conservado su empleo. "Trabajo desde que tenía 16 años. Antes de la crisis trabajaba menos y cobraba más y ahora trabajo mucho más y gano menos", asegura a Efe. "Hemos tocado fondo, es imposible que la situación no mejore", afirma.

La amenaza de abstención

El desencanto de la población con la política es cada vez mayor y muchos analistas centran su atención en la abstención, que tiene unos altos índices crónicos. “En teoría el voto es obligatorio. Pero en la práctica, si uno no acude a las urnas, no hay ninguna sanción. Por eso hay índices de abstención tan altos”, señala Babis Kokosis.

Georgia Maimounoglou, una pensionista, se encuentra en ese desencanto. “Todo lo que siempre nos dan es migajas, y luego simplemente siguen haciendo más y más promesas… ¿Qué debo creer? ¿A quién debo votar? Derecha, izquierda, ¿a quién? Sale la izquierda, la derecha, o un socialista, y todo es lo mismo, de nuevo, es el mismo”, señala a la agencia Reuters.

El desencanto de la población con la política es cada vez mayor y muchos analistas centran su atención en la abstención, alrededor del 11%. Muchos están convencidos de que, pasadas las elecciones, nadie se acordará de ellos.

“Ni siquiera voy a ir a votar, no voy a ir”, comenta Maria Thimi, una desempleada de Atenas. “¿Por qué habría de hacerlo? ¿Para demostrarles que existo? ¿Alguien se preocupa por mí? Nunca toqué puertas mendigando. No quiero, ni siquiera quiero escucharlos. No me interesa” señala.

Porque muchos están convencidos de que, pasadas las elecciones, nadie se acordará de ellos. “Deberían cuidar a la gente, de las personas que están siendo atormentados todos los días, de la gente común. No solo un mes antes de las elecciones. También después”, sentencia María.