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Ascienden a cinco las víctimas israelíes del ataque a la sinagoga en Jerusalén

  • La última víctima es un policía que había resultado herido
  • El Gobierno ordena destruir las casas de los asaltantes
  • Destruyen también la vivienda de los implicados en anteriores ataques

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La sinagoga atacada de Jerusalén vuelve a abrir un día después del atentado

La muerte de un Policía que resultó herido el martes en el ataque a una sinagoga en Jerusalén eleva a cinco las víctimas israelíes del atentado, a las que hay que sumar los dos asaltantes palestinos abatidos por los agentes.

El fallecido, padre de cinco hijos, ha sido identificado como Zidan Sif, de 30 años. Fue uno de los primeros agentes que llegaron al lugar de los hechos tras la llamada de socorro de los fieles, que se habían reunido para rezar cuando Ghasán y Uday Abu Yamal penetraron en el templo armados con un hacha de carnicero y una pistola.

Sif resultó malherido durante el tiroteo, según precisan medios locales. Su entierro se celebrará este miércoles en la localidad árabe de Yahuh-Jat.

Los otros cuatro fallecidos israelíes son todos ellos rabinos con doble nacionalidad (tres estadounidenses-israelíes y un británico-israelí). En el hospital hay aún otros siete heridos de diversa consideración.

Demolición de las casas de los agresores

El Consejo de Seguridad del Gobierno israelí, que se reunió tras el atentado bajo la presidencia del primer ministro, Benjamín Netanyahu, decidió demoler las viviendas de los Abu Yamal en el barrio de Yabal Mubaker, en Jerusalén oriental, así como las casas de otros impllicados en ataques precedentes.

En cumplimiento de esta orden, miembros del Ejército y la Policía israelí han derribado en la madrugada del miércoles la casa de Abdelrahman Shaludi, autor del atropello que costó la vida a dos personas en octubre.

"La casa de este terrorista, que asesinó a dos civiles, un bebé y una mujer, el pasado 22 de octubre en una estación de tren de Jerusalén, ha sido destruída", precisa un comunicado oficial.

La organización no gubernamental israelí B'Tselem [EN] ha recordado que la demolición de casas (en ocasiones no solo las de los autores, sino las de sus padres, hermanos u otra familia directa) es una medida ilegal e inmoral que constituye un castigo colectivo. Un informe militar de 2005 advertía que las demoliciones no cumplían con su supuesto objetivo de desanimar a que otros palestinos sigan los pasos de quienes cometen atentados.