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La represión en China y la crisis en España, historias en la Seminci

  • La Revolución Cultural china es el marco del film Gui Lai de Zhang Yimou
  • Adán Aliaga y David Valero compiten con el arca de Noé, sobre la crisis
  • Fuera de competición,  The angriest man in Brooklyn, con Robin Williams

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Los directores y guionistas David Valero y Adán Aliaga, posan junto a los actores, Alicia Santonja, Fran Gomis y Miguel Chillón durante la presentación de la película "El arca de Noé"
Los directores y guionistas David Valero y Adán Aliaga, posan junto a los actores, Alicia Santonja, Fran Gomis y Miguel Chillón durante la presentación de la película "El arca de Noé"

Un viejo conocido de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), el chino Zhang Yimou, ha emocionado este martes con Gui Lai (2014) un drama familiar e intimista, ambientado en la Revolución Cultural de su país y que ha sido acogido calurosamente durante su estreno en el festival.

Habitual en la Seminci desde 1990, Yimou ha recurrido a Gong Li, su actriz predilecta desde su irrupción como director con Sorgo rojo (1987), para engranar un drama familiar con el telón de fondo de la Revolución Cultural, con la que el cineasta chino cumplió como pastor y peón en una fábrica textil. Gong Li interpreta a Feng Wanyu, una represaliada del régimen de Mao que no reconoce a su esposo, Lu Yanshi, encarnado por Cheng Daoming, cuando este regresa a casa después de veinte años de deportación en campos de trabajo.

La película es una lucha denodada del padre y la hija por recomponer la memoria de la madre, afectada por una amnesia psicológica a causa del dolor padecido, y restaurar de una vez la armonía familiar. Emociones y sentimientos contrarios fluctúan a lo largo de un metraje con frecuentes momentos de un lirismo acentuado por las notas de un piano que, en la banda sonora, acomete el célebre músico Lang Lang.

Sobrevivir a la crisis, una temática española

Esta jornada ha competido también El arca de Noé, única baza española a concurso en la 59 Seminci, de los alicantinos Adán Aliaga y David Valero, una historia de supervivencia, un viaje hacia el interior de cada cual para combatir anímicamente los efectos de la crisis, según han explicado sus directores.

Ambientada en el año 2020, El arca de Noé es un ensayo cinematográfico, una fábula cargada de metáforas y que es fruto del instinto, de una apetencia personal y de las ganas de "hacer algo muy libre con los amigos de siempre", ha explicado Aliaga, ganador en la Seminci de 2009 del Premio Pilar Miró al Mejor Nuevo Director con Estigmas.

El director español ha añadido que la película "surgió en un momento de crisis personal. Queríamos hacer algo muy libre, guiados por el instinto y la intuición, juntar sinergias. Nunca pensamos en una película para la industria y mucho menos para un festival. Era la necesidad de contar algo en nuestro pueblo y con nuestra gente".

El escenario de este metafórico arca de Noé es San Vicente del Raspeig (Alicante), con puntuales incursiones en las salinas de Torrevieja y en Agost. Sus protagonistas emprenden en 2020 un viaje interior como estímulo previo y necesario para afrontar, al menos desde el punto de vista anímico,  las consecuencias de una crisis económica que les tiene asfixiados.

El resultado, en palabras de Aliaga, es una invitación al espectador para que emprenda un itinerario similar porque, como se aprecia en este filme cargado de simbolismos y con una fotografía plena de estética -más cerca del arte contemporáneo que de una propuesta cinematográfica-, "no podremos salir de ésta, por muchas máquinas o artefactos que inventemos, si no cambia uno mismo".

Inolvidable Robin Williams

Ha cerrado esta jornada, fuera de competición, The angriest man in Brooklyn (2014), con el aliciente de asistir a uno de los últimos trabajos en la gran pantalla de Robin Williams, fallecido el pasado 11 de agosto.

Su muerte podría encajar en el guión de este filme que ha dirigido Phil Alden Robinson y que protagoniza Robin Williams en el papel de una persona irascible a la que comunican una grave enfermedad, incurable y de inminente resolución.

Son noventa minutos de película, los mismos que Henry Altmann (Robin Willimas) cree que dispone antes de morir para poder solucionar, contrarreloj, pequeñas cuentas pendientes de índole familiar y afectivo