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Primeras elecciones presidenciales directas en Turquía con Erdogan como favorito

  • El actual primer ministro se posicionaría como ganador, según las encuestas
  • Si el AKP logra una amplia victoria podría modificar la Constitución
  • Cerca de 53 millones de ciudadanos turcos pueden ejercer su derecho al voto
  • La oposición lucha contra el absentismo electoral para no favorecer a Erdogan

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Cincuenta y tres millones de turcos están llamados a las urnas para elegir presidente

El primer ministro turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, es el gran favorito este domingo en las primeras elecciones presidenciales directas del país eurasiático, en las que se enfrenta a un académico poco conocido y a una joven promesa política kurda.

El veterano historiador Ekmeleddin Ihsanoglu, de 70 años, y el activista kurdo Selahattin Demirtas, de 41 años, competirán por llegar a la segunda vuelta, en caso de haberla.

Sin embargo, el primer ministro aspira a hacerse con la Presidencia ya en la primera vuelta, para lo que necesita más del 50% de los votos, lo que no está fuera de su alcance.

Las encuestas han situado a Erdogan como claro favorito, con apoyos por encima del 40% -las encuestas del propio AKP le dan entre un 52 y 56% en la primer vuelta-. A pesar de esos datos, su figura es muy polarizadota: o se le admira o se le aborrece.

Una Presidencia que puede ser modificada

Las propuestas de mayor calado en la campaña electoral han sido sobre la propia naturaleza de la Presidencia, que el actual primer ministro promete modificar para ampliar sus poderes, mientras sus rivales prometen mantenerla como está en la actualidad.

Erdogan "sueña con convertir su presidencia en un sistema presidencial de facto, y si es posible, en un sistema presidencial legal al cambiar la Constitución", ha asegurado el politólogo Baskin Oran.

Por ende, su posible salto a la Presidencia puede dejar a su partido huérfano de un líder sólido en el Gobierno, cuando en 2015 tendría que lograr una amplia victoria electoral si quiere modificar la Constitución y dar más poder así a la jefatura de Estado.

El analista Baskin Oran ha explicado que "el presidente goza de una gran inmunidad", y Erdogan "aspira a disfrutarla porque puede ser juzgado por corrupción".

Desprestigiado por una supuesta trama de corrupción

El primer ministro se ha enfrentado en los últimos meses a la peor crisis de su Gobierno por las acusaciones de corrupción contra él y su círculo político y familiar más íntimo. Todo ello ha desembocado en una trama que apunta al supuesto cobro de comisiones y blanqueo de dinero.

Tras la primera operación policial, el gobierno reasignó a miles de agentes y fiscales. Asimismo, aumentó los controles sobre Internet y el poder judicial en una lucha contra lo que definió como un "Estado paralelo" que quiere derrocar al Ejecutivo.

La oposición ha observado en estas acciones un intento de entorpecer las investigaciones y ha advertido que una nueva victoria electoral concentrará más poder en sus manos.

Los estatutos del AKP no permiten concurrir a un mismo cargo por cuarta vez, cuando Erdogan nunca ha ocultado sus ambiciones de seguir en el poder hasta 2023, el centenario de la fundación de la República de Turquía.

Algunos analistas han añadido que si Erdogan ganara las presidenciales, con un primer mandato de cinco años, Turquía afrontaría otra década con el líder del AKP al frente del país.

Perfil de los candidatos opositores

El postulante menos conocido es Ekmeleddin Ihsanoglu, sin afiliación política, que ha sido recordado por haber dirigido la Organización para la Cooperación Islámica.

Su candidatura es respaldada por las dos principales formaciones opositoras, el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP) y el derechista Movimiento de Acción Nacionalista (MHP).

Por otro lado se encuentra Selahattin Demirtas, un abogado y activista por los derechos humanos, quien representa a las formaciones izquierdistas kurdas, que considerarían un triunfo lograr un 12% de los apoyos.

La oposición ha intentado motivar a sus seguidores durante la campaña para que acudan a las urnas, ya que se estima que una baja participación favorecerá a Erdogan, especialmente en un domingo de verano en el que muchos ciudadanos se encuentran de vacaciones.

Ambos candidatos se han quejado de una campaña "injusta", al considerar que Erdogan, quien todavía ocupa el cargo de primer ministro,  ha utilizado los recursos públicos a su alcance para impulsar su candidatura.

Han criticado, sobretodo, a la televisión pública (TRT), que ha dedicado una cobertura exhaustiva a Erdogan respaldándose en que todavía es miembro del Ejecutivo, frente a los espacios muy reducidos para sus rivales.

Podrán ir a votar más de 50 millones de personas

Bajo este contexto, unos 53 millones de personas están llamadas a votar, mientras que 2,8 millones de turcos que viven en el exterior ya pudieron ejercer ese derecho entre el 31 de julio y el 3 de agosto.

No obstante, el CHP tiene problemas para movilizar a sus bases de centroizquierda por el perfil de Ihsanoglu, un islamista moderado que muchos consideran una "copia amable" del primer ministro.

Los dos partidos laicos han apostado por una figura que encaje con los valores tradicionalistas que atraen a los seguidores del partido de Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogán, pero el precio puede ser una desmovilización de sus propios electores.