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"Eyjafjallajökull (o simplemente el volcán)", una road-movie demasiado cruel

  • Se estrena en España el 18 de julio en una plataforma online
  • Una road-movie basada en un acontecimiento real
  • Ha sido un éxito de taquilla en Francia

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trailer película volcan eyjafjallajokull

Si tus padres te dijeran que no pueden asistir a tu boda porque un volcán impide que vuele su avión, uno podría pensar que están de broma o que se trata del diálogo ficticio perteneciente a una comedia.

Sin embargo, en abril de 2010 siete millones de pasajeros se vieron repentinamente obligados a quedarse en tierra. Las compañías sufrieron pérdidas millonarias y en un tiempo récord no quedó disponible ni un coche de alquiler.

¿Qué ocurrió? Ni más ni menos que el volcán islandés Eyjafjallajökull había entrado en erupción lanzando a la atmósfera una nube de cenizas que obligó a suspender repentinamente el tráfico aéreo europeo durante cinco días.

Esta es la situación verídica que marca el punto de partida de la comedia Eyjafjallajökull (o simplemente “el volcán”). Su director, Alexandre Coffre (Un pure affaire, 2011, Doble o nada, 2012), entendió la oportunidad con claridad: “En el momento en que Yoann Gromb me expuso su idea de hacer una road-movie con la temática de una pareja de divorciados cuarentones, con el trasfondo de la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull, me sedujo al momento”.

La película se estrena el día 18 de julio en España y lo hará en internet desde la plataforma www.peliculasdecineonline.com, con lo cual se espera una mayor difusión y alcance de público.

Agresividad en clave cómica

Los protagonistas, Alain y Valerie, son dos divorciados franceses interpretados por Dany Boon (Micmacs, 2009, Nada que declarar, 2010) y Valérie Bonneton ( Un golpe seguro, 2014, El tío Charles, 2012 ) que intentan llegar a tiempo a la boda de su hija en Grecia. La suspensión de su vuelo debido a la erupción del Eyjafjallajökull les lanza a una sucesión de peripecias por tierra, mar y aire marcadas por el odio visceral que se profesan.

Y esta es la historia, un ejercicio correcto de sintaxis audiovisual y de estructura narrativa justificado en un contexto situacional de libro y en pretextos pertinentes que delimitan el desarrollo de lo que ocurre en la película.

Ahora bien, Alain y Valerie no se odian simplemente. Se quieren matar. Las circunstancias les obligan a viajar juntos y esta clara y nítida determinación es la excusa para una sucesión de gags en los que mutuamente se torturan con un expreso ánimo exterminador. Coffre articula así la clave cómica del film.

El visionado es fluido. La ejecución del montaje, fotografía e interpretación son impecables desde el punto de vista de la corrección. En Francia la cinta ha cosechado un éxito de taquilla y en España se estrena este viernes. Pero queda por ver si funcionarán los mismos códigos humorísticos a este lado de los Pirineos.

Comicidad a la francesa

El daño obsceno que ambos protagonistas se causan continuamente remite a aquellas viejas poses de Louis de Funes cuando hacía de ricachón en Las aventuras de Rabbi Jacob (Gérard Oury, 1973 ), un personaje que precisamente se dirigía a la boda de su hija. Pero aquel Víctor Pivert no dejaba de ser una impostura, una caricatura graciosa a la que se le tolera el gag ficticio de crueldad.

Los personajes de Eyjafjallajökull (o simplemente “el volcán”) son verosímiles, y su maldad tan crudamente contada queda en una tierra de nadie entre la intención verdadera y la fantasía cómica. Puede que sea un modo francés de entender la risa. Pero hace falta mucha frialdad para reírse del dolor aséptico.

Roadmovies, catástrofes naturales, rupturas y reconciliaciones, la pasión carnal y el sentimentalismo de carne intacta, la aventura… Son tópicos narrativos, maniquíes sin rostro que un guionista curtido sabe vestir tirando de oficio y del extraordinario fondo de armario que es la naturaleza humana y sus arquetipos.

Sin embargo, ningún maniquí, aunque lo recubra la seda más exquisita, puede hacer sombra al milagro de un auténtico ser vivo. Y dotar de vida a un producto cinematográfico convirtiéndolo en un trazo sobre la memoria y el corazón no es algo que resuelva el oficio. Es fruto del talento.