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Gabriel García Márquez, el maestro del realismo mágico que sí tiene quien le lea

  •  El escritor colombiano recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982
  •  Su novela Cien años de soledad es una obra maestra de la literatura universal
  •  Su activismo de izquierdas y su amistad con Castro le creó enemigos
  • Especial Muere Gabriel García Márquez

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Gabriel García Márquez, el maestro del realismo mágico

"Es un gran sueño poder ver la vida desde la muerte". Confesaba en 1995 el escritor Gabriel García Márquez en una entrevista en profundidad para TVE con Ana Cristina Navarro cuando le preguntó qué le gustaría poder ver por un agüjerito. Un sueño que quizás haya cumplido hoy el fallecido escritor, novelista y periodista colombiano, Premio Nobel de Literatura y maestro y padre del realismo mágico, un género que convirtió en filosofía de vida pues le encantaba fabular sobre su propia realidad.

"El novelista puede inventar todo siempre que sea capaz de hacerlo creer. El gran reto de la novela es que se crea línea por línea. Pero lo que descubre uno es que la literatura, la ficción, la novela... es más fácil de hacer creer que la realidad", añadía García Márquez en esta entrevista en la que, pese a esa curiosidad confesa sobre la vida después de la muerte, renegaba de la parca. 

"La muerte es una trampa, es una traición, que le sueltan a uno sin ponerle condición. Para mí es muy serio el hecho de que esto se acabe prácticamente sin ninguna participación de uno, sino cuando llega. Creo que es injusto", arguía un García Márquez, que contaba entonces 68 años y que recetaba para burlar a esa dama traicionera "escribir mucho".

Y escribió mucho. Antes y después. Miles de crónicas periodísticas y decenas de novelas que son historia viva de la literatura hispanoamericana como El coronel no tiene quien le escriba (1961), Crónica de una muerte anunciada (1981) y Cien años de soledad (1967), su obra cumbre y considerada como una de las obras maestras de la literatura universal.

Su activismo político de izquierdas, y sobre todo su amistad con Fidel Castro, le acarreó polémicas y enemistades, mientras que la demencia senil, reconocida en 2012 por su familia, le mantuvo retirado de la vida pública durante sus últimos años en casa rodeado de su familia. "Está tranquilo, está sereno. Es el patriarca que está en su reposo", decía en diciembre de 2012 su hermano Jaime García Márquez.

Su última aparición pública el día de su 87 aniversario, el 6 de marzo de 2014, cuando salió a la puerta de su casa de Ciudad de México a saludar a los periodistas y a cantar "Las mañanitas", la canción típica de las celebraciones de cumpleaños mexicanas.

El escritor Gabriel García Márquez cumple 87 años

El hijo del telegrafista de Aracataca

Gabriel García Márquez, Gabo, como se le conocía cariñosamente, nació un 6 de marzo de 1927 en Aracataca (Colombia), la pequeña población del Departamento de Magdalena que le inspiraría su 'Macondo' literario, y su lugar de peregrinación constante: "Me siento latinoamericano de cualquier país, pero sin renunciar nunca a la nostalgia de mi tierra: Aracataca, a la cual regresé un día y descubrí que entre la realidad y la nostalgia estaba la materia prima de mi obra".

Hijo de un telegrafista, Gabriel Eligio García, y de Luisa Santiaga Márquez, la hija mimada de un coronel que no aprobaba una relación que siguió aldelante al quedarse embarazada, a Gabo lo acabaron criando sus abuelos maternos pues sus padres se mudaron a otra ciudad y lo dejaron atrás al hacerse Eligio farmacéutico. Esa ausencia de su madre durante la infancia dejaría a García Márquez marcado para toda su vida; mientras que con su progenitor estuvo 60 años casi sin hablar, hasta una última conversación franca que mantuvo con él poco antes de su muerte, según el autor de su biografía oficial, Gerard Martin, que publicó en 2009 Gabriel García Márquez, una vida.

El coronel Nicolás Márquez, que tenía en común con su yerno los líos de faldas y tener varios hijos ilegítimos, ejerció una gran influencia en su nieto, al que inculcó el amor por la palabra enseñándole a consultar con frecuencia el diccionario de la lengua española. Ese coronel, un liberal veterano de la Guerra de los Mil Días, inspiraría al protagonista de su novela corta El coronel no tiene quien le escriba.

Del Derecho al Periodismo

García Márquez empezó la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de Bogotá, aunque sus dotes creativas lo acabaron llevando a estudiar Periodismo. Eso sí, tras una vida universitaria algo disoluta y tras vivir un año en un burdel donde le alquilaron un cuartucho y donde las prostitutas le lavaban la ropa y le alimentaban a cambio de que él les escribiera cartas. En un burdel años antes, a los 14, había perdido la virginidad "violado" por una meretriz tras haberle mandado allí su padre, revela el libro de Martin.

En 1947 publicó su primer cuento, La tercera resignación, y como periodista empezó a colaborar en El Universal de Cartagena de Indias en 1948.

Su carrera periodística la continuó en Barranquilla en El Heraldo de Colombia, como redactor jefe de El Nacional y siguió en El Espectador de Bogotá y en la agencia cubana Prensa Latina, como enviado especial en Europa y corresponsal en Nueva York. En Barcelona trabajó para las revistas Mundo Nuevo y Casa de las Américas. En 1959 impulsó la revista Crónica, símbolo del llamado "Grupo de Barranquilla", que marcó a mediados del siglo XX la cultura colombiana.

Del mundo periodístico nunca llegó a desvincularse y en 1998 fue uno de los compradores de la revista Cambio (edición de la española Cambio 16), cuyo consejo editorial presidió entre 1999 y 2005.

También fue uno de los impulsores de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, para ayudar a los jóvenes periodistas en un oficio que él siempre deseó que retornara al "viejo periodismo clásico de otros tiempos", el que "consiste sencillamente en decir exactamente y de la mejor manera posible, lo que realmente sucedió".

Su primera novela, su primer fracaso

En 1952, Gabo se lleva un duro golpe cuando la editorial Losada rechaza publicar su primera novela,  La horajasca, que finalmente vería la luz en 1955.

En 1956, tras cerrar el periódico para el que trabajaba, comenzó a escribir El coronel no tiene quien le escriba,  a la vez que mantenía una relación amorosa durante nueve meses con la vasca Concha Quintana, Tachia. En una época de grandes penurias económicas para la pareja, Tachia se quedó embarazada, aunque perdió al bebé a los cuatro meses y medio y acabaron separándose después de una relación de constantes peleas. Concha Quintana, con la que año más tarde recuperaría la amistad, inspiró el personaje de Amaranta Úrsula de Cien años de soledad.

En 1958, el escritor colombiano se casó con Mercedes Barcha, la hija del boticario de Aracata de la que había propuesto matrimonio cuando tenía 14 años. Con ella tuvo sus dos hijos: Rodrigo (realizador) y Gonzalo (diseñador gráfico y pintor).

Tras intentar ganarse la vida un tiempo con la publicidad -esta experiencia le valdría luego para la promoción de sus novelas hasta el punto de ser apodado 'García Marketing'-, entre 1965 y 1967 el novelista pasó año y medio dedicado a escribir Cien años de soledad mientras que Mercedes tuvo que empeñar hasta la nevera.

La familia Buendía le lleva de la miseria al éxito

La historia de la familia Buendía, publicada en junio de 1967, tuvo tal acogida entre crítica y público que en su primera semana vendió 8.000 copias. Referente induscutible del boom latinoamericano y del realismo mágico, Cien años de soledad está considerada como una de las grandes obras de la literatura universal y ha vendido más de 30 millones de ejemplares en todo el mundo en los 35 idiomas a la que está traducida.

Ese mismo año se trasladó durante un tiempo con su familia a vivir a Barcelona, a una España aun bajo el régimen de Franco, y allí Carmen Balcells se convertía en su agente literario. Ella le publicaría en 1975 El otoño del patriarca, una novela que tuvo durante años a medio escribir. Ese mismo año se volverían a Latinoamérica.

Polémica amistad con Castro y enemistad con Llosa

En el plano político, sus ideales de izquierda le causaron problemas con las dictaduras de Laureano Gómez, Gustavo Rojas Pinilla y, posteriormente, con Turbay Ayala, cuando le acusaron de colaborar con la guerrilla M19 y se exilió a México desde 1981 a 1983, para posteriormente regresar a Colombia durante la Presidencia de su amigo Belisario Betancur. En Colombia participó activamente en el proceso de paz que en 1998 condujo a la apertura de negociaciones entre el entonces presidente Andrés Pastrana y la guerrilla.

Y su amistad con el dictador cubano Fidel Castro le acabó enemistando con sus amigos escritores como Juan Marsé, Juan Goitysolo, Reinaldo Arenas y Mario Vargas Llosa,  que llegó a tildar a García Márquez de "lacayo de Fidel Castro" y "oportunista".

La política separó a García Márquez y Vargas Llosa, grandes amigos durante años -la tesis doctoral del Premio Nobel peruano en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid en 1971 la dedicó a la obra de Gabriel García Márquez-, después de que Gabo decidiera donar el dinero de un premio literario a una organización revolucionaria.

A esto se añade un asunto privado nunca aclarado por ninguno de los dos en el que se vio envuelta la mujer de Vargas Llosa, Patricia Llosa, que, según la biografía de Gerard Martin, usó a Gabo como paño de lágrimas cuando su marido la abandonó por una azafata sueca. Dos años después, el 12 de febrero de 1976, Vargas Llosa y García Márquez coincidieron en el vestíbulo de un cine y el primero le propinó un puñetazo al segundo.

Al fin el Nobel

En 1982, y se dice que tras muchas visitas previas a Estocolmo para intrigar, García Márquez recibe el Premio Nobel de Literatura. El colombiano se presentó al ceremonioso acto de entrega de blanco impoluto con el liquiliqui, el tradicional traje caribeño -además arrugado-, en contraste con el negro riguroso del frac del resto de premiados y asistentes.

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En su discurso de aceptación, Gabo reivindicó el papel de América Latina, para la que pedía que su "estirpe de condenados a cien años de soledad, tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra".

Además García Márquez tiene galardones como el Rómulo Gallegos(1972), el Jorge Dimitrov por la Paz (1979), la Legión de Honor francesa(1982), la Orden del Águila Azteca (1982) o el de periodismo colombiano Cuarenta Años(1985), pero curiosamente no el Premio Cervantes de Literatura,  pues en 1994, uno de los años que sonaba como ganador, dijo a TVE que no lo aceptaría porque una vez que un escritor tiene el Nobel debe "dejar el camino abierto a los más jóvenes para que consigan otros premios".

Además de a la literatura y al periodismo, García Márquez ha escrito numerosos guiones, como los que escribió en 1989 para la serie de TVE Amores difíciles, uno de los cuales (Milagro en Roma) recibió el premio Ninfa de Plata del Festival Internacional de TV de Montecarlo.

Últimas obras y homenajes

De entre los numerosos homenajes que recibió en vida, los más fastuosos fueron los celebrados en 2007, el "Año Gabo",  cuando por su 80 cumpleaños, el 40 aniversario de Cien años de soledad y los 25 del Nobel, honraron su figura la Casa de América de Madrid y sendos Congresos de la Asociación de Academias de Lengua Española (Medellín) e Internacional de la Lengua Española (Cartagena de Indias).

Pudo superar dos cánceres, uno de pulmón que le fue extirpado en 1992 y otro linfático que le diagnosticaron en 2000 y por el que recibió sesiones de quimioterapia en Los Ángeles (EEUU), que debilitaron su salud.

En 2004 publicó su última novela, Memorias de mis putas tristes, y en 2006 reconocía en una entrevista en La Vanguardia que ya no escribía y que se dedicaba a leer.  En 2010 se publicó Yo no vengo a decir un discurso, un libro recopilatorio de sus discursos en público.

En uno de esos discursos, el que pronunció en 2007 en IV Congreso Internacional de la Lengua Española en Cartagena de Indias, pronunciaba una frase que sintetizaba una vida dedicada a la literatura:

"No he hecho cosa distinta que levantarme temprano todos los días, sentarme frente a un teclado para llenar una página en blanco o una pantalla vacía del computador con la única misión de escribir una historia aún no contada por nadie que le haga más feliz la vida a un lector inexistente".

Lo hizo y lo seguirá haciendo.