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Artemis, una apuesta tecnológica para transmisiones móviles de alta velocidad

  • Permitiría velocidades hasta mil veces mayores que las actuales
  • Hay que situar antenas públicas en los lugares con más usuarios simultáneos
  • Los dispositivos no tendrían que compartir canales y se aprovecharía la capacidad de transmisión

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El dispositivo pCell/Artemis.
El dispositivo pCell/Artemis en una antena de comunicación.

Con las nuevas posibilidades de comunicación y transmisión de datos todo el mundo parece bien servido, pero lo cierto es que cada vez necesitamos de redes de capacidad (ancho de banda) para disfrutar plenamente de ellas

Las razones son dos: primero, que cada vez más y más gente usa los dispositivos móviles para transmitir todo tipo de información; segundo, que esa información tiene un mayor tamaño, por lo que ocupa más espacio (digamos, ‘megabytes’) por tratarse de fotos y vídeos de más calidad, resolución y tamaño.

Esto es fácil de apreciar en lugares de gran concentración de gente de forma ocasional. Los ejemplos que suelen usarse son los estadios de fútbol, conciertos o manifestaciones. 

Quienes viven en las playas y zonas de vacaciones también saben que aunque durante el año las comunicaciones funcionan razonablemente cuando llegan las avalanchas de turistas la cosa empeora.

Y, en cuanto al tipo de información transmitida, lo mismo sucede: quizá sea fácil ver un vídeo de noticias en línea en casa, pero si vas al centro de la ciudad o estás en un evento masivo, mejor olvidarlo.

Equipos en torres de comunicaciones

Ahora una compañía llamada Artemis, en la que trabajan veteranos del mundo de la tecnología que han creado productos y tecnologías brillantes en el pasado, para empresas como Apple o Microsoft, han anunciado una nueva tecnología que solucionaría estos problemas creando un nuevo tipo de redes con una capacidad que podría multiplicar hasta por mil el actual ancho de banda efectivo de móviles y tabletas.

El invento se llama pCell y las explicaciones técnicas son todavía un tanto difusas, pero consiste básicamente en emplear unos nuevos equipos en las torres de comunicaciones de los edificios, al estilo de las que actualmente tienen los móviles. 

Estas celdas son más pequeñas y se pueden desplegar en mayor número. Lo interesante es que en vez de verse afectadas por las interferencias con las torres y celdas vecinas, los equipos de Artemis se "refuerzan" unos con otros gracias a esas interferencias.

Cuando las señales llegan a los móviles crean una pequeña "burbuja" de un centímetro alrededor de la antena, a la que llaman pCell, y le asignan una frecuencia dedicada. 

De este modo el móvil puede transmitir a máxima velocidad, unos 70 megabits por segundo (por antena), sin tener que compartirlo con otros aparatos de la zona. Esto en un iPhone moderno de doble antena son unos 140 megabits por segundo, más que suficiente para ver una película de alta definición 4K sin problemas, como han mostrado en las demos.

La clave de esta propuesta es que los dispositivos no comparten frecuencias y aunque haya muchos no se interfieren unos con otros. Aunque no se explica qué sucede si hay más dispositivos que antenas o canales, se menciona en los vídeos de demostración que parte de la idea es emplear frecuencias del espectro no utilizadas, incluyendo algunas mediante 'línea de visión' (una línea recta sin obstáculos entre el dispositivo y la celda); todo eso estaría por ver si lo aprueban las autoridades.

Presente y futuro de Artemis

De los dispositivos pCell/Artemis se han realizado ya algunas demostraciones y hay abundante información en la web del fabricante. Si todo funciona como está previsto podría suponer una pequeña revolución para las comunicaciones inalámbricas, porque además funciona con los teléfonos LTE actuales (aunque requiere instalar los equipos de las torres), básicamente aumentando su capacidad e incluso reemplazando a otras tecnologías como el wifi.

Su inventor principal dice que a finales de año se podrá ver instalado ya comercialmente en San Francisco (Estados Unidos), y con un despliegue más general en 2015. 

Aunque su ilusión por el proyecto parece tan grande como su carencia de humildad (ha llegado a llamarlo "una revolución solo compararla a los avances de Nikola Tesla con la radio en 1930") no se puede negar que es una idea  que puede encaja con las necesidades actuales. 

Lo que habrá que ver es si puede llegar a ser producido industrialmente, con el beneplácito de las autoridades y con el apoyo comercial de las operadoras móviles.