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"La patente impide que otros se beneficien de un esfuerzo de investigación durante 20 años"

  • Un examinador de la Oficina Europea de Patentes cuenta su trabajo
  • En la EPO, un organismo internacional, trabajan 465 empleados españoles
  • Los examinadores necesitan una carrera técnica y saber tres idiomas

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El ingeniero industrial Carlos Rivera es examinador de la Oficina Europea de Patentes.
El ingeniero industrial Carlos Rivera es examinador de la Oficina Europea de Patentes.

Las patentes, los títulos que protegen los derechos de propiedad intelectual de las invenciones para ser explotadas industrialmente, se tramitan en oficinas públicas especializadas. Para conseguir los derechos en exclusiva de la explotación de un producto sus creadores tienen que pasar por unos trámites que gestionan los examinadores de las oficinas.

Estas personas reciben la documentación técnica de la patente y tienen que estar preparados para buscar entre las patentes ya existentes para comprobar que la invención es novedosa, entender el lenguaje técnico y comunicarse con los inventores o empresas. Uno de ellos, perteneciente a la Oficina Europea de Patentes (EPO), Carlos Rivera, ha explicado a RTVE.es en qué consiste su trabajo y los trámites por los que pasa una patente.

En esta oficina, que otorga derechos exclusivos en 38 países y recientemente ha cumplido 40 añostrabajan 465 empleados españoles  (del total de 6.766 trabajadores que había en diciembre de 2012). Es el  sexto grupo de empleados más numeroso después de alemanes, franceses,  holandeses, italianos y británicos.

Los examinadores de la EPO tienen en común ser personas 'hambrientas de conocimiento'

Rivera, quien vive desde hace 13 años en Múnich y trabaja en la EPO  desde hace 11 en el departamento de aparatos médicos -concretamente en  tecnología endoscópica-, ha explicado que en su oficina viven una  "variada atmósfera cultural" con compañeros de unas 30 naciones. Sin  embargo, tienen en común ser personas "hambrientas de conocimiento", ya  que continuamente pasan por sus manos documentos con todo tipo de  detalles sobre las invenciones.

Por otra parte, la EPO tiene un estatus especial, al tratarse un organismo internacional   que depende de 38 Estados, como Turquía o Suiza, que aunque no pertenecen a la Unión Europea, sí que están dentro de   la Convención Europea de Patentes. "Tenemos una tributación interna, si   solo tributáramos en los países en los que están nuestras sedes solo se   beneficiarían esos países", ha aclarado el examinador.

Especialistas de alta cualificación

Son requisitos para acceder al puesto de examinador tener una cárrera técnica, principalmente una ingeniería y conocer inglés, francés y alemán, los tres idiomas oficiales en el ámbito de la patente europea. "La formación técnica y la especialización son necesarias, porque se necesita  entender lo que el inventor está reivindicando, y sin una formación o  una especialización, es difícil", ha puntualizado el ingeniero industrial.

Por otra parte, Rivera ha señalado: "Es un trabajo que requiere mucha concentración, ya que aparte de la  parte  técnica hay una parte legal que requiere conocer la Ley europea de  patentes. Cuando entra un examinador en la EPO, durante los  dos  primeros años recibe una formación complementaria y sobre todo  dirigida  a la parte legal".

El examinador ante las solicitudes de patente

El trabajo de un examinador, como ha explicado Rivera, comienza cuando una empresa o inventor envía una solicitud para obtener una patente europea a la propia oficina europea o a la española -ambas están preparadas para recibirla-. En ella se incluye una descripción y las figuras que explican lo que se quiere proteger.

Con los documentos en su poder, el examinador empieza a buscar en la  base de datos si existe otra patente sobre ese tema, y comprueba si la propuesta es nueva e inventiva. Si resulta que ya existe, envían al solicitante un listado con documentación técnica que lo demuestra y una opinión. Este proceso, revela Rivera, puede durar entre cinco y 14 meses.

A los 18 meses la lista se hace pública, junto a la solicitud de  patente del inventor, quien tiene que decidir si quiere seguir adelante o no. El proceso completo puede costar un mínimo de entre 18.000 y 30.000 euros y entre cuatro y cinco años para obtener una protección de un invento durante 20 años -desde el momento en que se solicita-.

Pasada la fase de publicación comienza la fase de examen, que consiste  en un intercambio de comunicaciones entre el examinador y el abogado  especializado en patentes o el propio inventor y se resuelve llevar a término la concesión de la patente. Rivera indica que entre una comunicación y una respuesta pueden pasar meses, pero si se detectan problemas y hay  varias comunicaciones, puede llevar varios años.

Cada examinador puede llegar a tener entre manos hasta 100 solicitudes al mismo tiempo, aunque al pasar por distintas fases, en cada momento tramitan diferentes documentos.

La patente impide que otros se beneficien de un esfuerzo de investigación por un periodo de tiempo

El ingeniero industrial defiende el proceso de patentar una invención: "Si alguien hace un esfuerzo para inventar algo y al día siguiente  cualquiera puede producir con lo que ha inventado, ¿cuál sería su  motivación?". En este sentido puntualiza que para intentar que personas o industrias inviertan en una  investigación "se les da el derecho de impedir que otros se beneficien de  ese esfuerzo por un periodo de tiempo".

Tecnología médica en auge

El campo en el que trabaja Carlos Rivera, el de la tecnología médica "es uno de los campos que más está creciendo", revela, y destaca que desde que él empezó "se han contratado a muchos examinadores para trabajar" en él. Según los datos difundidos por EPO en octubre, es la especialidad en la que reciben y se tramitan más solicitudes, seguida de la maquinaria eléctrica, aparatos y energía o comunicación digital, entre otras.

Algunas de las invenciones que han pasado por las manos de Rivera han sido pequeñas mejoras de una cámara endoscópica, inventada hace años, que consiste en una cápsula con una cámara que graba los intestinos y que el paciente se tiene que tragar. Esta cápsula fue revolucionaria en su campo, y la investigación para mejorarla ha continuado.