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Sean Ellis esboza la corrupción moral y política de Filipinas en la Seminci

  • Manila ha sido elegida por Reino Unido para los Oscar
  • Esta rodado en tagalo, la lengua nativa de Islas Filipinas

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El director británico Sean Ellis ha presentado el la Seminci la  película 'Manila'
El director británico Sean Ellis ha presentado el la Seminci la película 'Manila'

Una radiografía política y social de Islas Filipinas, con las desigualdades sociales, violencia y corrupción como trasfondo, sintetiza Manila, el filme que representará a Reino Unido en los Óscar de Hollywood y que ha sido proyectado hoy en la 58 Semana Internacional de Cine de Valladolid.

Ellis, nominado al Oscar en 2006 por el cortometraje Cashback, ha rodado Manila en el idioma tagalo, la lengua nativa de Islas Filipinas, cuya primera gramática es un manual fechado a finales del siglo XVII redactado por un fraile franciscano nacido en la provincia de Toledo, Fray Sebastián de Totanés.

"Fue una dificultad añadida" para el rodaje y producción de este largometraje, ya que hubo que traducir del tagalo al inglés el guión, un empeño personal de Ellis que cobró forma después de presenciar en las calles de Manila, durante unas vacaciones en 2007, una pelea con armas entre los dos conductores de un furgón blindado, ha comentado el realizador a los periodistas.

A partir de ahí, escribió una historia en la que el protagonista y su familia buscan sobrevivir día a día en la ciudad, con obstáculos como la corrupción. "Hay corrupción en Manila igual que en otros países emergentes", ha asegurado Ellis antes de constatar también la existencia en Islas Filipinas de una "barrera muy marcada entre ricos y pobres",  que también afecta a la industria cinematográfica del país asiático, prácticamente circunscrita a un reducido número de canales "muy potentes" que copan la producción.

Sin embargo, ha añadido, el cine independiente "ha desarrollado un sistema interesante y muy inteligente" para que jóvenes directores, que utilizan mucho la tecnología digital, puedan elaborar sus películas con un presupuesto reducido.

Memorias belgas y muros palestinos

La realizadora belga Caroline Strubbe ha concursado también esta jornada con su tercer largometraje, I'm the same i'm an other, donde habla de fronteras y límites personales a través de sentimientos como el dolor, la pérdida y la falta de certezas, en este caso a través de los personajes de su filme, un adulto y una niña de nueve años.

Ambos escapan a Reino Unido, donde emprenden una existencia clandestina que aprovechan para conocerse mutuamente y configurar sus propios sentimientos a través de la persona que tienen enfrente. Es una película muy sutil, cargada de silencios y que plantea incógnitas como la de la figura paterna y el sentimiento de culpa.

A ello contribuyen alteraciones cronológicas en el relato, porque, como ha comentado la realizadora durante una rueda de prensa posterior a la proyección, la cinta tiene su origen en la acumulación de recuerdos personales, "como si fueran fotografías que vas guardando en un cajón que al final se llena". Cuatro años ha tardado en dar forma a un escrito del que ha rodado apenas un tercio y que ha presentado como parte de una trilogía, que comenzó en 2009 con su ópera prima, Lost persons area, y finalizará con una próxima entrega.

Strubbe se vale de la técnica del detalle para definir a sus dos personajes, a quienes con frecuencia enfrenta en reducidos espacios físicos como un vehículo o un apartamento, en una especie de pugilato emocional que suaviza con transiciones poéticas a lo largo del metraje.

El título de la película, además de sugerir dudas e inseguridades de tipo personal, se corresponde con el último verso de un poema de Gianluca Manzo que popularizó en uno de sus discos (Chet on poetry) el trompetista, vocalista y poeta norteamericano Chet Baker.

La tercera cinta examinada hoy por el jurado internacional ha sido Omar, del palestino Hany Abu-Assad, autor de Paradise now (2005), quien narra la existencia al límite de un joven de su país habituado a saltar el muro que le separa del territorio israelí.

Con la referencia de un muro físico y real, Abu-Assad también refiere otros obstáculos, barreras e impedimentos que desliza a través de la historia de un joven que sortea lo indecible para poder ver a su amada, al otro lado de la muralla