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El baloncesto del futuro ya tiene balón

  • Incorpora unos sensores que miden los movimientos y la aceleración
  • Se puede utilizar para grabar y analizar los entrenamientos
  • Comunicaciones y recarga de baterías se realizan de forma inalámbrica

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El balón de 94 Fifty se conecta con una aplicación a través de Bluetooth o WiFi.
El balón de 94 Fifty se conecta con una aplicación a través de Bluetooth o WiFi.

Estamos acostumbrados a que los deportes aprovechen cada vez más los avances de la tecnología. En el caso del baloncesto, además de cámaras que vigilan los movimientos de los jugadores sobre la cancha y medidores ultra-precisos de potencia de salto, ahora hay otra ayuda que estará incorporada en el interior de uno de los protagonistas del juego: el balón.

Los ingenieros de 94 Fifty propusieron hace meses una campaña de financiación colectiva con el objetivo de hacer realidad su idea: un balón con sensores de movimiento ultra-precisos incorporados en su interior, del que pudieran obtenerse mediciones para procesarlas posteriormente con un ordenador. La idea buscaba unos 100.000 dólares, que superaron ampliamente, y de momento sigue en marcha aunque con retrasos sobre el plan original. Si todo va bien, el balón empezará a enviarse a los compradores a finales de este mismo año.

El balón de 94 Fifty cuenta con seis sensores a modo de giroscopios digitales que van incorporados en su interior. Visto desde fuera es indistinguible de un balón reglamentario y puede pasar cualquier prueba, pues está perfectamente ajustado y equilibrado. Los sensores se recargan de forma inalámbrica en una base Qi como la que utilizan algunos teléfonos móviles y otros dispositivos.

Durante el juego y los entrenamientos los datos de los movimientos del balón quedan almacenados en el interior del balón; con la memoria que lleva incorporada podría guardarlos varios meses (y de varios jugadores). Una carga completa permite jugar con él durante unas 8 horas sin parar.

El balón, naturalmente, no funciona solo: se conecta a través Bluetooth y el rango que alcanza es de unos 30 metros (también hay una versión Wi-Fi). Los datos llegan hasta una aplicación especial instalada en un teléfono inteligente, que es donde reside la inteligencia de todo el montaje. Es en esa app donde se realizan cálculos, todo tipo de estadísticas y se preparan los entrenamientos con los detalles que los jugadores deben mejorar.

Algunas de las sugerencias de este 'entrenador personal' están relacionadas con los lanzamientos: el momento exacto en que es conveniente soltar el balón, la velocidad (se puede llegar a lanzar a los 0,75 segundos de recibir el pase), el ángulo (entre 42 y 48 grados), etc. Según se comportan los jugadores en las series de práctica van recibiendo información a través de una serie de sonidos, que indican si han cumplido con las instrucciones o no. De este modo pueden corregir sus lanzamientos de forma casi instantánea.

Lo mismo se aplica con las carreras, botes, dribblings y otros movimientos. Los seis sensores son capaces de saber dónde está el balón exactamente y cómo se está comportando el jugador, incluyendo las 'fuerzas G' de aceleración que impulsan al balón en los 'recortes', generalmente buena señal cuanto más altas. Para los equipos más profesionales, el software es capaz de distinguir diversos jugadores de forma individual y guardar las estadísticas del equipo completo.

Los creadores del balón 94 Fifty dicen que puede ser el futuro de este deporte, al facilitar un entrenamiento más rápido y efectivo en las técnicas básicas que necesitan dominar los jugadores. El resto ya queda en manos de cada uno de los deportistas y sus habilidades personales. Pero si la tecnología puede aportar su granito de arena, que así sea.