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Pakistán afronta en las urnas el primer relevo democrático de un gobierno en la historia del país

  • El país está acostumbrado a los golpes militares 
  • El partido del exprimer ministro Nawaz Sharif parte como favorito 
  • El Ejército ha cedido protagonismo en la vida política 
  • Economía y seguridad, las principales preocupaciones 

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Pakistán celebra elecciones generales en un clima de máxima tensión y violencia

Datos esenciales:

Extensión: 796.096 kilómetros cuadrados

Capital: Islamabad

Población: 183.020.000 (estimado 2013)

Religión: 97% musulmanes

PIB: 210,2 mil millones de $

Ingresos per cápita: 2.566$ (España: 25.947$)

Paro: 7.7% (2012)

Pobreza: 21% de la población

Esperanza de vida: 65.7 años

Índice de Desarrollo Humano: puesto 146 (de una escala que llega al 186)

Fuentes: Efe, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Banco Mundial, FMI

Más de 86 millones de personas están llamadas a las urnas este sábado en Pakistán para elegir al nuevo gobierno. Se trata de una ocasión histórica, pues es la primera transición democrática de poder en el país, es decir, la primera vez que un gobierno civil termina su mandato y cede el poder a otro también elegido en las urnas. Una rareza en un país que ha estado dirigido por el Ejército durante la mitad de sus 66 años de historia, y con frecuentes golpes militares.

Los paquistaníes eligen a los 272 diputados de la Asamblea Nacional y a los representantes de las asambleas regionales (Punjab, Sindh, Jyber Pajtunjwa y Baluchistán).

La consulta, que será una nueva prueba para la democracia paquistaní, se produce tras una campaña en la que la violencia política ha sido constante. Los talibanes, que han matado a más de 100 personas en las últimas semanas en un intento para hacer descarrilar el proceso, ha anunciado atentados suicidas durante la jornada electoral.

El jueves, en el último de estos ataques, un grupo armado secuestró a un hijo del exprimer ministro Yusuf Rafa Guilani.

Sharif y Khan, favoritos

Antes de que abran las urnas, las previsiones son que habrá un cambio de tendencia en el Gobierno de Islamabad. La mayoría de análisis consultados señalan que el exprimer ministro Nawaz Sharif, que encabeza la lista de la Liga Musulmana-N (PLM-N, el partido fundacional de Pakistán) parte como favorito. Sin embargo,  el resultado no está asegurado.

Uno de los factores sorpresa es la posible irrupción del partido Pakistan Therik-e-Insaf (PTI), cuyo candidato es el popular exjugador de críquet Imran Khan, de tendencia conservadora. Khan sufrió un aparatoso accidente en la recta final de la campaña, pero su ausencia el jueves no impidió que 35.000 seguidores se dieran cita en uno de los mítines de su formación.

"Más de la mitad de los votantes son jóvenes, y necesitan una cara nueva, que en estas elecciones es Imran Khan", ha explicado a RTVE.es Ana Ballesteros, analista del Observatorio Político y Electoral del Mundo Árabe y Musulmán (OPEMAM) y autora del libro "Pakistán" (Síntesis). Ballesteros apunta a la hipótesis más comentada en la prensa paquistaní: una alianza postelectoral entre Khan y Sharif.

"No obstante en el campo, que sigue siendo mayoritario, pesa la fidelidad a los partidos tradicionales", añade. Estas formaciones "tradicionales" son el ya citado PLM-N y el Partido Popular de Pakistán (PPP), el partido de la familia Bhutto, que forma parte de la coalición de Gobierno.

Emma Hooper, investigadora asociada del CIDOB y experta en el país asiático, señala el auge de las clases medias urbanas como un factor novedoso en la política local. "Khan cuenta con fuertes simpatías entre ellos, pero los partidos como el PPP y la Liga tienen una maquinaria fuerte. El hecho más importante es que el público tiene más información que en 2008, por la liberalización de los medios de comunicación", ha asegurado a RTVE.es.

Las opciones de los partidos seculares que gobiernan en coalición desde 2008 (el PPP más el Movimiento Nacional Unido, MQM, y el Partido Nacional Awami, ANP) se han visto muy mermadas por los casos de corrupción y la ausencia de reformas económicas. El PPP está, además, descabezado, porque el hijo de la asesinada primera ministra Benazir Bhutto, Bilawal, no tiene la edad mínima para presentarse.

El peso creciente de la religión y el sectarismo benefician también a la Liga y al PTI, según  explica Ann Wilkens, exembajadora sueca en Pakistán y analista del  Afghanistan Analysts Network (AAN), en un reciente análisis.

La cercanía de Sharif a los partidos islamistas minoritarios es algo conocido. Khan, por su parte, ha decidido utilizar un mensaje de "comprensión" hacia los talibanes paquistaníes, responsables de miles de muertos en ataques sectarios, mientras arremete contra Estados Unidos por los ataques de aviones no tripulados (drones) que han dejado a su vez decenas de víctimas civiles.

"Khan les dice a los paquistaníes que los talibanes dejarán de atentar cuando termine la intervención americana", explica Ballesteros. "Pero este 'apaciguamiento' es más parte de un discurso electoral que de un plan real. Saben que los talibanes atacarán a cualquiera a quien no consideren dentro del Islam".

"El establisment no quiere ver un empeoramiento de la situación. Según una reciente encuesta, el crimen y el terrorismo están entre las preocupaciones principales. Los paquistaníes quieren acabar con los ataques de los talibanes y con los drones", añade Hooper.

El papel del Ejército

El actor más importante de la historia política paquistaní ha sido el Ejército. Aunque los militares se hayan mantenido en sus barracones durante estos cinco años, aún conservan su capacidad de decisión sobre política exterior y de seguridad,  y controlan un extenso complejo económico.

El actual jefe de las fuerzas armadas, Ashfaq Kayani, al que se tiene por un moderado poco partidario de intervenir en política, se retira en noviembre.

El rumor no confirmado entre los medios paquistaníes es que los militares prefieren a Khan. Pero si este relevo se produce bajo un gobierno de Nawaz Sharif, la tensión constante entre el ámbito civil y  el militar podría agravarse. La falta de entendimiento entre el exprimer ministro y  los uniformados acabó en 1999 en un golpe militar a cargo de Pervez  Musharraf, que se mantuvo en el poder 8 años.

Musharraf se encuentra en la actualidad detenido por violar la Constitución durante su  mandato, algo nunca visto en Pakistán y que demuestra, en opinión de Emma Hooper, que  algunas cosas comienzan a cambiar.

"Hay una creciente clase media, y nuevos actores. El poder judicial ha actuado como otro poder, y los medios de comunicación le han apoyado", afirma la investigadora del CIDOB. "Los militares han dado claras señales de que no quieren intervenir, pero eso no significa que cedan el poder", añade a RTVE.es.

Lo que ocurra en Pakistán tiene repercusiones más allá de sus fronteras, y especialmente en la estrategia de EE.UU. en la región. Las relaciones bilaterales, ahora estabilizadas, pasaron por un momento delicado tres el asesinato de Osama Bin Laden en Abbottabad y las revelaciones posteriores sobre la connivencia del Ejército con los fundamentalistas.

El próximo año concluye, además, la retirada de las tropas de la OTAN de Afganistán, donde el Ejército paquistaní (y sobre todo, su servicio secreto, el temido ISI) tiene gran influencia. La postura paquistaní es que, si bien no es deseable el regreso de un regimen talibán, los fundamentalistas afganos deben formar parte de la solución de un conflicto que dura ya 12 años.

Corrupción en una economía deshecha

Aunque la seguridad preocupa a los paquistaníes, más aún les preocupa su economía. Según una encuesta de Pew Research, el 91% de los consultados está insatisfecho con la situación general, y el 84% señala que la economía pasa un mal momento.

Pero no hacen falta sondeos. El día a día de la mayoría de los paquistaníes está marcado por los cortes de electricidad (hasta 12 horas sin luz en las principales ciudades), la subida de precios, el desempleo y la pobreza.  El país necesitaría generar 3 millones de empleos para hacer frente al crecimiento de la población, un objetivo que se antoja imposible cuando el Gobierno ni siquiera puede responder con medios propios a las catástrofes naturales.

Antes de final de año, es probable que el país solicite un crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI) para eludir la quiebra, como ha hecho en ocasiones anteriores, bajo gobiernos de distinto signo.

"La economia paquistaní está siempre al borde del derrumbe - subraya Emma Hooper - pero nunca se derrumba. La gente sabe las reformas que hay que hacer, pero falta voluntad".

Uno de los problemas es la escasa presión tributaria: muy poca gente está obligada a pagar impuestos, y menos aún cumplen con sus obligaciones. Un ejemplo, un hermano adoptivo del propio presidente Asif Ali Zardari y candidato del PPP, Owais Muzaffar, pagó una media de 140 dólares al año en impuestos, a pesar de que su fortuna personal declarada es de 8.1 millones.

La denuncia de la corrupción es otro mal endémico. La ONG Transparencia Internacional sitúa a Pakistán en el puesto 139 (junto a Kenia, Nigeria o Azerbaiyán) de su ranking de percepción de la corrupción, que incluye a 174 países. En enero, una manifestación contra la clase política reunió a decenas  de miles de personas que protestaban porque sus impuestos se pierden en  el marasmo de corruptelas y sobornos.

La mayoría de los cuadros del PPP están encausados en los tribunales, mientras que el partido de Khan, el PTI, se presenta como una formación renovadora, sin vínculos con el poder. "Khan puede ser un recién llegado, pero en su proyecto, además de caras nuevas, hay personajes que provienen de otros partidos", advierte Ana Ballesteros.

Las analistas coinciden en que, sea cual sea el resultado y el desarrollo posterior, la mera celebración de las elecciones supone en sí misma un avance y una esperanza de normalidad en este país, el único estado islámico con armamento nuclear, donde la violencia se ha cobrado 40.000 muertos en la última década.