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Bangladesh cierra 18 talleres textiles mientras la cifra de muertos en el derrumbe supera los 800

  • Han sido clausuradas por motivos de seguridad 
  • Esta madrugada se han recuperado nuevos cadáveres entre los escombros
  • Los supervivientes reclaman sus salarios atrasados de hasta cuatro meses

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Las autoridades de Bangladesh han cerrado 18 talleres textiles por razones de seguridad después del derrumbe, el 24 de abril, de un edificio de ocho plantas en el que se ubicaban varias de estas industrias, y que costó la vida a más de 800 personas

"Dieciseis plantas han sido cerradas en Dacca y dos en Chittagong", la segunda ciudad del país, según ha anunciado a la prensa el ministro del Textil, Abdul Latif Siddique, en declaraciones recogidas por AFP. 

Según el ministro, otros talleres se van a clausurar en el marco de nuevas medidas para el refuerzo de la seguridad. Se trata de la primera media que toman las autoridades bengalíes al respecto.

Más de 800 muertos

El número de víctimas mortales del peor accidente laboral en Bangladesh supera ya los 800, tras el descubrimiento de docenas de nuevos cadáveres atrapados entre los escombos del Rana Plaza.

Un portavoz del ejército, el teniente Mir Rabino, ha señalado que "la cifra de muertos asciende a 803 muertos", incluyendo 790 personas cuyos cuerpos fueron recuperados, y 13 personas que murieron de las heridas.

Mientras los equipos de rescate siguen trabajando ya sin esperanza entre el amasijo de hierros y ladrillo en el que se han convertido los nuevo pisos del edificio, donde operaban cinco fábricas de ropa, los supervivientes de la tragedia protestan para exigir el pago de salarios atrasados .

Dos semanas después del peor siniestro textil  en el país con la mano de obra más barata del mundo, un millar de trabajadores, activistas y familiares se concentró este martes en las inmediaciones del edificio siniestrado, en las afueras de Dacca, y  poco después bloquearon durante dos horas el tráfico de una autovía  principal cercana, según los medios locales.

Lejos de pedir las indemnizaciones que empresas, fundaciones y administración han prometido, algunos de los trabajadores reclamaban nóminas impagadas de hasta cuatro meses

"Las compensaciones vendrán más adelante. Ahora reclaman salarios que han quedado sin pagar porque los dueños de las fábricas están en la cárcel", explicó a la agencia Efe el presidente de la Asociación de Manufactureros y Exportadores de Artículos de Punto (BGMEA), Atiqul Islam.

"Nosotros nos hemos ofrecido a adelantarlos pero los receptores tienen que aportar como prueba su nómina. Algunos ya han recibido pagos, otros los recibirán cuanto antes", ha agregado.

La mano de obra más barata del planeta

Su organismo ha calculado, a través de documentación aportada por algunos de los cinco talleres textiles que estaban ubicados en el complejo, que en el edificio trabajaban al menos 3.615 personas en el sector de la confección.

Las autoridades desconocen cuántos se encontraban en el interior del inmueble cuando el 24 de abril las nueve plantas del mismo se colapsaron en el suburbio industrial de Savar.

El Ejército bangladeshí ha situado el recuento de fallecidos en 803 y otras 2.437 personas sufrieron heridas. El resto, hasta llegar a la cifra aportada por la BGMEA, o bien se encuentran sepultados entre las ruinas o el día de la tragedia no fueron a trabajar, algo que todavía tardará varios días en esclarecerse, cuando concluyan las operaciones de desescombro.

El siniestro de Savar es un recordatorio de las precarias bases de una industria en buena parte responsable de la bonanza económica del país (un 6 % de aumento del PIB en 2012) y que aporta el 78 % de las exportaciones, unos 19.000 millones de dólares según datos oficiales.

El sector, en crecimiento exponencial -5.400 fábricas y más de cuatro millones de trabajadores actualmente- atrae a las grandes marcas ropa y accesorios de Occidente.

Sin embargo, los analistas critican que esa predilección se debe básicamente a que la mano de obra es la más barata del planeta.

Según datos del Ministerio bangladeshí de Trabajo de 2010, el puesto mejor pagado del ramo -un controlador de calidad- debería recibir un mínimo de unas 9.300 takas al mes (119 dólares) mientras que el peor -un asistente de costura- unas 3.000 takas (38 dólares).

Empresarios conectados a la élite política

Y esa es solo la teoría; diversos estudios apuntan a que la mano de obra bangladeshí es de media por hora la mitad o más de la mitad más barata que en países como la India y China, que curiosamente también importan en el país vecino.

"La gran mayoría de la fuerza de trabajo en el sector son mujeres no sindicadas, lo que permite a los empresarios mantener los niveles salariales bajos", critica en un informe reciente el Instituto japonés de Economías Emergentes (IDE, siglas en inglés).

El IDE subraya, además, que "los trabajadores de la Zona de Procesamiento de Exportaciones (EPZ) tienen prohibido sindicarse por su propia cuenta".

Algunas de estas anomalías llevan tiempo siendo subrayadas por organismos internacionales y, de hecho, el Gobierno de Bangladesh lleva dos años preparando un borrador para enmendar la Ley del Trabajo, que data de 2006.

Según una fuente de ese ministerio consultada por Efe, el proyecto de ley será introducido en un plazo de dos meses en el Parlamento nacional e incluye varios centenares de cambios, algunos destinados a "mejorar las condiciones de seguridad".  Destaca, por ejemplo, la inclusión del derecho a afiliarse a sindicatos en cualquier taller textil o la obligatoriedad de que haya clínicas en fábricas con más de 5.000 trabajadores.

Buena iniciativa sobre el papel; la práctica recuerda no obstante que cuantos más derechos tengan los trabajadores y más se encarezca el producto bangladeshí, menos clientes tendrá la industria.

Una industria cuyas empresas locales, las subcontratas de los gigantes extranjeros, están a menudo dirigidas por empresarios conectados con la elite política.