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Inmigrantes de vuelta: "Hemos tratado de vivir dignamente en España, pero ya no da para más"

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Foto de archivo de la T-4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid.
Foto de archivo de la T-4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid.

"Hemos tratado de vivir dignamente, nos alquilamos un piso y la cosa fue bien hasta el 2008. Entonces, la situación empezó a empeorar. Ya no da para vivir con la familia", afirma Ramiro Zabala, ecuatoriano que regresará a su país en enero si no mejoran sus perspectivas económicas.

Ramiro Zabala lleva viviendo en España desde el año 2000, tiene 50 años y vive en el distrito madrileño de Fuencarral pueblo junto a su mujer y sus dos hijas, todos tienen la nacionalidad española. La crisis económica y la falta de oportunidades ha hecho que tome una decisión, regresar a Ecuador.

Por primera vez desde 1996 España pierde población por el éxodo de emigrantes que retornan, como será el caso de este ecuatoriano y su familia.  Precisamente, los inmigrantes ecuatorianos son los que mayor descenso han sufrido, según datos del INE.

Ramiro recuerda con nostalgia cómo fue su llegada a España en el año 2000, cuando llegó solo en busca de trabajo. Carpintero de profesión, tuvo que adaptarse al mercado laboral para sobrevivir y la construcción fue su oportunidad.

"Estuve un año y medio solo, luego vinieron  mi mujer y mis dos hijas. Encontrar trabajo no me resultó muy difícil, pero tuve que adaptarme a la construcción porque en España no hay muchas salidas de carpintero artesano", recuerda Ramiro Zabala.

Además de su reconversión laboral y enfrentarse a un nuevo sistema de trabajo, cuando echa la vista atrás también recuerda que fue complicado adaptarse al castellano de España y a unas “costumbres desconocidas”.

A partir del próximo mes de enero, Ramiro y su familia pasarán a engrosar la lista de españoles nacionalizados que han decidido retornar para buscar un futuro mejor. El número de españoles en el extranjero ha aumentado en el 2012 en 114.413, según el INE.

Este ecuatoriano es el único miembro de su familia que lleva ingresos a su casa. Sus dos hijas están en paro, a pesar de que cada día salen en busca de un empleo. Su mujer padeció cáncer de tiroides y las secuelas que le quedaron no le permiten trabajar.

Antes de tener los papeles era muy fácil trabajar

"Antes de tener los papeles era muy fácil trabajar, pero una vez los conseguías nadie te quería dar trabajo, porque al ser legal tenían que pagarte la seguridad social, vacaciones, horas extra…Desde ese momento se empezaron a cerrar las puertas", asegura Ramiro.

"Yo fui un poquito inteligente y empecé a trabajar por mi cuenta hacienda chapucillas de albañilería. Nunca he pedido una ayuda, no he sido una carga para el Estado. Me abrí paso por mí mismo", prosigue.

Una pequeña esperanza

Ramiro alberga una pequeña esperanza de que las cosas mejoren y no tener que regresar a Ecuador, algo a lo que se ve forzado ante la falta de ingresos suficientes.

"Lo cierto es que te da mucha tristeza, no podemos esperar más a que lleguen tiempos mejores, cada vez te van apretando más y más. Para nosotros es muy duro dejar atrás todo lo que hemos aprendido y el entorno que hemos creado”, dice Ramiro Zabala con resignación.

Lo cierto es que te da mucha tristeza

Sus dos hijas llegaron a España con 17 y 9 años, Ramiro cree que ambas regresarán con él, aunque revela que la mayor está pensando en continuar en España para lograr la oportunidad que, de momento, se le resiste.

"Los jóvenes como están empezando a vivir tienen la oportunidad de fallar. Mi hija mayor se lo va a plantear, cree que todavía puede tener una oportunidad. Ellas se formaron aquí y yo no puedo obligarlas a marcharse, si se quieren quedar tendré que aceptarlo".

Marcharse por culpa del paro

Guillermo Méndez es un costarricense que forma parte de los casi seis millones de parados que hay es España, motivo por el que tendrá que marcharse del país en junio si no logra una oportunidad.

Con una tasa de paro del 26%, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), España es el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de desempleo.

"Siempre digo que elegantemente te obligan a marchar.  Pasan los meses y no hay trabajo, no sale ninguna entrevista", afirma este costarricense de 46 años.

Elegantemente te obligan a marchar

Guillermo Méndez es periodista, tiene un doctorado y un master en Relaciones Internacionales, a pesar de su formación lleva dos años en el paro y actualmente vive de sus ahorros y de la ayuda de 400 euros, el subsidio de desempleo ya se le agotó.

"Tenía un trabajo fijo y bien pagado, era editor web y 'community manager'. En el marco de la crisis mi empresa despidió a los periodistas para contratar a becarios", cuenta Guillermo.

Este costarricense dice sentirse "frustrado" por la situación y cree que se está yendo gente muy capacitada que podría aportar mucho al país, un capital humano "que será muy difícil de recuperar".

"Tú quieres más a la patria que escoges"

Guillermo llegó a España hace 20 años, con una beca de estudios y le gustó tanto la forma de vida del país que decidió quedarse a vivir.

"Opté por pedir la nacionalidad porque era lo que más quería en el mundo, quería ser de este país. Tú quieres más a la patria que escoges que en la que naces, es algo que sale del alma. Para mí fue un día muy emocionante, me sentí muy orgulloso", manifiesta Guillermo.

Su deseo es encontrar un trabajo estable que le permita realizar su profesión y seguir con su vida en España, el país que escogió como suyo. Todos los días se dedica a buscar trabajo para evitar tener que marcharse en junio, plazo que se ha dado antes de partir.

"Me paso todo el día enviando currículos, metiéndome en portales de empleo, enviándoles mails a mis amigos que tienen trabajo para se acuerden. Es mi rutina: mandar, mandar y seguir mandando", resalta.

Su destino aún es incierto, no sabe si regresar a Costa Rica o probar suerte en algún país europeo.

"Estoy evaluando donde ir, me he dado de plazo hasta junio. No sé si volver a Costa Rica o probar suerte en otro país europeo. Me gustaría Estados Unidos, pero es muy difícil", explica.

Para Guillermo hay dos tipos de inmigrantes, los que vienen a trabajar y no se integran y  los que como él, sienten el país como suyo.

"Me cabrea mucho, me da rabia, por qué tengo que irme de España si lo he escogido como mi país. Es una situación que me da mucha tristeza, no me hace feliz, a pesar de que si decido regresar a Costa Rica allí lo tengo todo, es el país donde nací”.

Por qué tengo que irme de España

El éxodo de inmigrantes que está sufriendo España ha hecho que en el 2012 más de 200.000 extranjeros hayan abandonado el país.

"Ha llegado la hora de regresar"

María Esther es una paraguaya que llegó en pleno ‘boom’ de la inmigración, en el año 2004. Primero vino una vecina, luego su hermana y finalmente decidió probar suerte ella misma.

"Llegué en 2004 y siempre he trabajado cuidando a personas mayores. Al principio no me costó nada encontrar trabajo, después de 15 días ya empecé a trabajar", desvela.

María Esther tiene 52 años y cuatro hijos. Solo uno de ellos vive en España, el resto reside en Paraguay. En estos nueve años ha trabajado cuidando a personas mayores.

Actualmente, está en una casa interna, al servicio de una anciana, pero reconoce que en lo económico no le alcanza.

"Vivo interna y los fines de semana me voy a casa de mi hijo y le ayudo a pagar la habitación, pero no gano lo suficiente, es muy poco. No me sobra casi nada. No veo nada positivo y mi madre ya es mayor", relata.

No veo nada positivo

A diferencia de Ramiro y Gillermo,  Esther si se muestra muy contenta de regresar a Paraguay, su país de origen, donde tiene pensado montar una lavandería a su llegada. Ahora está ahorrando para pagarse el pasaje de vuelta.

"Regresar a Paraguay me da mucha alegría. Agradezco a Dios y la Virgen que me abrieran las puertas de España. En estos años con mi trabajo he ayudado a montar mi casa y a mis cuatro hijos, yo le agradezco mucho a España, no tengo queja, pero ha llegado la hora de regresar".

Dejar atrás el amor y la familia

A diferencia de Ramiro, Guillermo y Esther, Ivón habla del recuerdo que tiene de España, porque desde octubre de 2012 está en Venezuela, su tierra natal. Se vio "obligada" a marcharse junto a su hija por culpa de la crisis, dejando atrás a su amor y su familia.

"Fue en septiembre de 2012, después de 10 años en Madrid, cuando me dí cuenta que esa etapa de nuestras vidas había terminado y teníamos que avanzar. Si la crisis no me hubiese tocado seguramente habría tenido otras alternativas, como mudarme de ciudad", revela Ivón.

Recuerda que no le costó mucho encontrar trabajo cuando llegó a España en 2002 y pudo aprovechar su formación adquirida en Venezuela para ejercer de auxiliar administrativa.

Su mejor empleo lo encontró en un concesionario de vehículos, pero la crisis hizo que no le renovasen el contrato en 2008. Ivón buscó trabajo durante dos años sin demasiada suerte.

"En ese momento comenzó la odisea de buscar empleo casi dos años, sin suerte,  a pesar de que me reciclé. Hice cursos de análisis financiero, logística, un curso de seis meses en el INEM de Diseño Industrial...", resalta.

Ante la falta de oportunidades, Ivón decidió invertir sus ahorros y montar su propio negocio.

La idea era quedarme a toda costa

"En vista de que no resultaba, decidí crear una empresa. La idea era quedarme a toda costa,  sobre todo por mi hija, ella hacía la secundaría y quería que culminara sus estudios universitarios en España", resalta Ivón.

En 2010 decidió montar su tienda de golosinas y frutos secos con el apoyo de sus padres. Invirtió todo su tiempo y dinero, era la jefa y única empleada del negocio. Al principio le fue bien, pero la crisis también acabó con esta salida.

Después de seis meses en Venezuela, Ivón sigue buscando trabajo mientras acaba sus estudios en Contaduría en busca de más oportunidades. Su hija, de 17 años, cada vez está más adaptada a su nueva vida.

"Dejé atrás a mi amor, a mis sobrinos, mis pocos amigos, pero muy queridos, y por supuesto a mi hermana y su familia política que me adoptaron en Madrid. También quedó allí la libertad de ir tranquilos por la calle, pararnos en el bar de la esquina a tomarnos una caña. Mientras más tiempo estoy aquí, más me gustaría regresar a España”.