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Españoles en Corea del Sur: "Mis padres me llamaron para decirme que estábamos en guerra"

  • Jaume Pont asegura que la alarma es mayor fuera que dentro de Seúl
  • Robert Albert explica que no tiene miedo, pero sí respeto: "Juegan con fuego"
  • La población, no obstante, espera el lanzamiento de un misil de forma inminente
  • La Embajada de España ha repartido una guía de emergencia con pautas

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Los surcoreanos abarrotan la arteria comercial de Seúl, Myeongdong, en plena escalada de tensión con Corea del Norte.
Los surcoreanos abarrotan la arteria comercial de Seúl, Myeongdong, en plena escalada de tensión con Corea del Norte.

“No hay señales de alarma en Séul. Aquí es como si no pasara nada. La gente hace su vida normal. Los coreanos están acostumbrados a vivir así, en tensión constante”, asegura Jaume Pont, desde la capital surcoreana, donde reside desde enero de 2012. “Tuvieron que llamarme mis padres desde España para contarme que estamos en guerra”, afirma con humor, aunque no se toma del todo a broma la reciente escalada de tensión entre las dos Coreas.

Reconoce que las cada vez más frecuentes llamadas de familiares y  amigos para interesarse por el conflicto y la retórica  belicista de Pyongyang sí han acabado haciendo mella en su ánimo.  “El otro día estaba en la cama cuando empezaron a sonar un montón de  sirenas y ya no pude dormir en toda la noche”.

Sin embargo, este cocinero catalán de 31 años reconoce que las amenazas de Corea del Norte apenas surten efecto entre una población local acostumbrada a 60 años de conflicto. Incluso aunque esta vez Pyongyang haya llegado a declarar el "estado de guerra".

Pasamos más miedo cuando llegó el tifón. Entonces, sí se cerraron los comercios y se vaciaron las calles”, explica Pont, en alusión a la tormenta 'Sanba' que, en septiembre del pasado año, paralizó el país y se llevó por delante la vida de tres personas, además de causar cuantiosos daños materiales.

Espero ver un misil en el aire en cualquier momento

Las consecuencias de la crisis entre las dos Coreas no están en la calle, sino en las cancillerías y los centros de inteligencia. Son, sobre todo, políticas y militares.  Las tensiones obligan a los aliados a posicionarse, y a demostrar músculo bélico. La inversión de las potencias en arremolinar sus arsenales en torno al paralelo 38 ya se cuenta por millones.

“Tienes en mente que en cualquier momento puedes ver un misil en el aire, pero no puedes vivir todo el día pensando en eso”, señala a RTVE.es. “De momento,  no me planteo volver y menos con el panorama que tenéis en España”, asegura.

Guía de emergencia

Pyongyang aconsejó el pasado martes a los extranjeros que abandonen Corea del Sur por “si estalla la guerra”, pero la Embajada de España y de otros países occidentales no han evacuado a su personal ni han recomendado oficialmente a sus nacionales que lo hagan.

La colonia de españoles en Corea del Sur es de unas 300 personas. Hay 240 inscritas en el registro consular, según han confirmado a RTVE.es fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores, pero también hay que tener en cuenta a los que no se inscriben en la lista, bien porque están de turismo, o  porque su estancia en el país va a ser corta.

“La Embajada nos envió un correo con unas pautas y nos tranquilizaron. Sabemos, por ejemplo, que tenemos unos coordinadores y unos puntos de encuentro a los que acudir si pasa algo. Y también que si las sirenas suenan durante tres minutos debemos buscar refugio”, explica a RTVE.es Alejandro Téllez, estudiante de 25 años.

En Corea del Sur hay 240 estudiantes españoles en Corea del Sur. Uno de ellos es Alejandro Téllez, de 25 años. En una entrevista en 'La Tarde en 24 horas' asegura que, aunque la Embajada española les ha dado "una guía de emergencia", el ambiente es tranquilo. "Aquí no pasa nada, es algo que viene de tiempo". Téllez explica que es "un tema diplomático que no afecta a la población" y que, por este motivo, seguirá allí mientras no estalle ninguna alarma.

En esas "orientaciones de emergencia", la Embajada española señala que "Corea del Norte posee armas químicas y biológicas las cuales pueden ser usadas en un conflicto armado en la Península". Asimismo, advierte de que, en caso de evacuación, los costes correrán a cargo de los ciudadanos españoles.

"No me quiero volver, pero no me gusta ver a mis padres tan preocupados. Por eso, me llegué a plantear la posibilidad de regresar a España. Tengo algunos amigos que se lo están pensando", señala.

Este joven melillense ha completado en la Universidad de Incheon su primer semestre. En junio terminará sus estudios de Ingeniería Técnica en diseño industrial. Ha aprendido algo de coreano pero, como la mayoría de occidentales, se informa de las noticias de Corea a través de los medios de comunicación españoles e ingleses.

“Cuando leo lo que dicen los digitales entiendo por qué mis padres están tan asustados”, señala. Es como vivir en una realidad paralela. Por un lado, lee que Corea del Norte amenaza con lanzar misiles, con iniciar una guerra nuclear y con destruir Japón. Pero, por otro, sigue yendo a clase y disfrutando de su vida universitaria.

"EE.UU. no es una garantía de paz"

Su compañero JungHee Jee está acostumbrado a esa bipolaridad. A ese bombardeo de amenazas mientras toma cervezas en un bar. Ha nacido y crecido bajo la frágil estabilidad del armisticio firmado en 1953, pero con la esperanza de que la reunificación de la Península coreana llegue algún día.

“Kim Jong- un solo quiere mantener los privilegios de su dinastía y controlar a su pueblo porque ahora cada vez es más fácil para los norcoreanos tener información de Corea del Sur y del mundo. Y no lo quiere permitir”, explica el joven surcoreano, quien cree que el papel de China es clave para relajar las tensiones.

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, ha pedido a Pekín firmeza para detener la “inadmisible” escalada de amenazas de su aliado comunista. Desde Corea del Sur, el diplomático norteamericano ha advertido a Pyongyang del “gran error” que supondría lanzar un misil, mientras moviliza sus tropas y eleva el nivel de alerta de las fuerzas conjuntas ante un “ataque inminente”.

“Para la mayoría de los surcoreanos tener a EE.UU. de su lado es una protección, pero para mí tanta militarización no es una garantía de paz”, señala a RTVE.es Robert Albert, desde su casa de Busan, la segunda ciudad más importante de Corea del Sur, situada frente a la costa japonesa.

"Esperamos un misil en cualquier momento"

La relación de este valenciano con Corea del Sur comenzó hace seis años y se resume en una palabra: Jumi, el nombre de la mujer que le ha hecho olvidarse hasta de su edad. “Tengo 34 años. Bueno... 33”, corrige. “Es que 34 es mi edad coreana. Aquí nada más nacer ya te cuentan como si tuvieras un año", explica.

Para nosotros, Corea del Norte es como para Japón un terremoto: algo inevitable

Jumi es profesora de español y Albert, criminólogo, la ayuda en la academia a la espera de que el Gobierno le habilite una licencia para dar clases. Ambos tienen un blog de viajes sobre Corea del Sur y están al día de las noticias. 

Albert hace una crítica a los medios de comunicación. “Voluntaria o involuntariamente se está dando más importancia a la propaganda de Corea del Norte que a las voces que tratan de suavizar la situación. Y, de esta forma, están reforzando a Pyongyang de cara a unas futuras negociaciones”, lamenta. "Está claro que la hostilidad de Kim Jong-un solo es una forma de reafirmarse ante su pueblo y presentarse como un héroe. No va a ir más allá porque sabe que sería suicidio", analiza.

Albert espera “un desenlace bélico a baja escala” este fin de semana o el lunes, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Kim il-Sung, fundador de la última dinastía comunista del mundo. “Creo que pueden lanzar un misil o realizar algún tipo de prueba nuclear. O incluso que ocurra algo parecido al conflicto de 2010, cuando Corea del Norte destruyó un torpedo surcoreano y bombardeó una isla”, afirma, recordando el hundimiento del Cheonan, que causó 46 muertos, y el ataque a Yeongpyeong.

¿Y cómo se vive esperando que tu vecino te lance un misil? “Corea del Norte es para nosotros como para Japón un terremoto. Es algo que siempre está ahí. Una amenaza constante e inevitable que nos puede sacudir en cualquier momento. Sabemos que estamos bien protegidos, y no pensamos en ello”, asegura, al tiempo que reconoce: “No tengo miedo, pero sí respeto. Al fin y al cabo están jugando con fuego”.