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Hillary Clinton, 20 años en una montaña rusa

  • Tras 20 años en el candelero, se apea de la política, al menos de momento
  • Llegó a Washington de la mano de Bill y luego se quedó por derecho propio
  • Su figura divide apasionadamente a los estadounidenses
  • Según las encuestas, batió récords de apoyo con el escándalo Lewinsky

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Último día de Hillary Clinton como jefa de la diplomacia estadounidense

El 20 de enero se cumplieron veinte años de la toma de posesión de Bill Clinton como presidente de los Estados Unidos y, con él, de Hillary Rodham Clinton como Primera Dama. Ese día Hillary –basta con su nombre de pila- saltó a la primera fila de la  actualidad nacional e internacional  y se montó en una montaña rusa por lo que respecta a la opinión pública sobre ella. Una montaña rusa de la que ahora, veinte años después, al dejar su cargo como titular de Exteriores, se apea. De momento.

Hillary llegó a la Casa Blanca en 1993 precedida por el interés de las feministas y el recelo –fundamentado- de quienes temían que se inmiscuyera en asuntos políticos para los que nadie la había votado.  Lo que hasta entonces no había salido del estado de Arkansas –donde Bill Clinton había sido Gobernador- y apenas había emergido durante la campaña electoral iba a trascender a diario a nivel nacional e internacional.

Washington recibió a los Clinton de uñas y la oposición republicana no les dio tregua en los varios escándalos –sexuales y económicos- que los rodearon durante los ocho años de presidencia.

Hillary Clinton (el Rodham, su apellido, quedó definitivamente en la cuneta) en estos veinte años ha sido de todo a juicio de los estadounidenses: una mujer lista, ambiciosa, rencorosa, sectaria, idealista, oportunista, urdidora de operaciones maquiavélicas, esposa ultrajada y fiel, feminista radical y feminista de pacotilla que se lo aguanta todo a su marido. Y como resultado, y sobre todo, una figura polarising, que dividía apasionadamente a los ciudadanos. El estigma que la ha marcado.

El primer momento estelar de Hillary fue también su primer batacazo y dividió a la opinión púbica. Los congresistas, de ambos partidos, quedaron deslumbrados por su dominio de los datos y dotes dialécticas defendiendo la reforma sanitaria al inicio de la presidencia de su marido, pero esa reforma fracasó y en parte se atribuye al hermetismo y sectarismo con que Hillary llevó el proceso.

El escándalo Lewinsky

Según los sondeos, el momento de mayor apoyo popular de Hillary fue al inicio del escándalo Lewinsky.  Stand by your man… Al inicio porque a la larga el permanente psicodrama público que ha sido la relación del matrimonio Clinton se convirtió en un lastre, lo que se llamó la Clinton fatigue.

El Pew Research Institute ha elaborado una gráfica y un análisis con los datos de los sondeos sobre Hillary a lo largo de estos veinte años. Viendo la gráfica tal vez hay que concluir que el verdadero Come Back Kid (apodo que se ganó Bill por su capacidad de recuperarse de los fracasos) de la pareja es ella y no él. Hillary la polarising deja, de momento, la primera fila en política con una cota de aprobación muy alta, el 65%. Y lo hace con un perfil propio, liberada ya en estos últimos años de la presencia apabullante y tan útil como entorpecedora de su marido.

Hillary inició su propia carrera a la Casa Blanca el año que Bill dejaba la presidencia,  2000. Y lo hizo presentándose a senadora por Nueva York, un estado en el que nunca había vivido, un movimiento táctico que no le granjeó muchas simpatías. Al Senado llegó con humildad y se fue forjando un perfil de política laboriosa y halcón, en sintonía con el sentir popular tras los atentados del 11-S.

Candidata a presidenta

Al finalizar George W. Bush sus ocho años de presidencia ocurrió lo que todo el mundo llevaba años vaticinando, Hillary se presentó a candidata a presidenta. Pero  cometió un grave error. Se olvidó de la lección del Senado y salió con la arrogancia de sentirse “la inevitable”,  transmitiendo ese “ahora me toca a mí”. Y fue contraproducente como demostraron los resultados. 

Pero, si Hillary Clinton es algo, es disciplinada. Le costó mucho, muchísimo, aceptar que Barack Obama y el presidente, pero una vez que lo hizo se convirtió en público en la mejor escudera de Obama.

Quienes la conocen no dudan de su voluntad de servicio y su patriotismo y eso, parece, ha calado en los ciudadanos en estos años en que ha viajado por todo el mundo representando a los EE.UU. Hasta el punto de que a día de hoy hay consenso en que, si la edad y la salud se lo permiten, es la mejor candidata para presidenta en 2016. Pero cuatro años en la política de los EE.UU. son mucho tiempo. Y Hillary lo sabe.

* Anna Bosch es periodista de TVE y entre 2004 y 2009 fue la corresponsal en Washington.