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La sombra de Gadafi aún se proyecta sobre Libia un año después de su muerte

  • Este sábado se cumple un año del asesinato del dictador
  • La situación económica y el descontrol de las milicias sigue siendo los grandes problemas

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Un año del asesinato del dictador libio, Muamar el Gadafi

Murió humillado, torturado y asesinado a manos de los mismos rebeldes a los que calificaba de "ratas" y "traidores" el 20 de octubre de 2011. Libia cumple este sábado un año sin Muamar al Gadafi, a quien las crónicas y los numerosos testimonios de quienes lo conocieron lo dibujan como un déspota excéntrico, despiadado e inclemente. Sin embargo, su sombra aún se proyecta sobre una Libia que, acorralada por las milicias, los grupos yihadistas y la situación económica, no termina de encarrilar su camino a la democracia.

La ejecución del exdictador africano continúa siendo objeto de todo tipo de polémicas. El pasado martes, la ONG Human Rights Watch denunció los presuntos abusos cometidos por rebeldes durante la captura de la ciudad de Sirte en un informe de 50 páginas, titulado “Muerte de un dictador: Venganza sangrienta en Sirte”,

HRW ha asegurado que el dictador fue “ejecutado sumariamente”, pero también han denunciado que las milicias fueron responsables de la muerte de su hijo Mutassim y de otros 50 acompañantes.

"Nuestros hallazgos cuestionan la aseveración de las autoridades libias de que Gadafi murió en medio de un tiroteo y no después de su captura", manifestó Peter Bouckaert, director de emergencias de HRW. La organización considera una evidencia de todo esto, entre otras cosas, los vídeos que los milicianos realizaron el día de la captura de Gadafi con sus teléfonos móviles.

Primeras imágenes de Gadafi muerto

La exposición en Misrata horas después del cadáver del dictador provocaron las reacciones de condena de medio mundo. Un mal comienzo para la nueva época.

Libia necesita una “segunda revolución”

Un año después de aquellas impactantes imágenes, Libia trata de reconstruir lentamente sus fuerzas armadas y fortalecer unas instituciones débiles, poco asentadas y asediadas por unas milicias semiautónomas fuera de control y una inseguridad galopante.  "Uno de los mayores desafíos de Libia es controlar a estas milicias bien armadas y poner fin a sus atrocidades", manifestó a AFP, Peter Bouckaert.

Afirmaciones que comparten algunos miembros de las actuales instituciones. Para Ibrahim al Barghathi, uno de los jefes de seguridad de Bengasi, la considerada capital de las revueltas, los exrebeldes ocuparon el vacío dejado por el régimen de Gadafi tras el hundimiento del aparato de seguridad del Estado, son ahora los verdaderos dueños del país.

"Las instituciones oficiales del Estado son inexistentes y los revolucionarios dirigen todavía el país", declaró a AFP  Barghathi. "Les toca a las nuevas autoridades mostrarse dignas de la sangre de nuestros mártires de la revolución y de los heridos, en caso contrario habrá una segunda revolución para invertir el curso de las cosas", comentó a la misma agencia un exmiliciano de Bengasi, Usama al Dali.

Las iniciativas de las actuales autoridades para controlar a estas milicias en muchas ocasiones han fracasado. Tras un primer intento de incluir a los jóvenes en las fuerzas regulares, tuvieron que integrar a milicias enteras, con sus armas, sus jefes y sus estructuras de mando.

"Fue un error fatal del ministerio del Interior", ha reconocido actualmente el gobierno, ya que podría suponer perder el control sobre las fuerzas armadas. Además, la caída del régimen también supuso la liberación de las prisiones de Gadafi de yihadistas libios y el regreso de algunos que se encontraban en el exilio.

De hecho, algunos observadores internacionales ha advertido del aumento del aumento de la influencia de grupos extremistas ligados a Al Qaeda, y cuya actuación más relevante se vivió durante el ataque al consulado de Estados Unidos en Bengasi, el pasado 11 de septiembre, y que costó la vida al embajador norteamericano y a otros tres agentes de la delegación.

“Se necesita mucho tiempo para superarlo”

Pero más allá de estos obstáculos, son muchos los libios que miran hacia el futuro con esperanza. "A pesar del deterioro de la situación económica de algunos ciudadanos, en particular los desplazados y los profesionales que se vieron demasiado afectados por la guerra, el sentimiento de libertad tras más de 40 años de esclavitud, fue algo sensacional", ha asegurado a Efe la periodista Suad Naser, del diario libio Al Saha.

Para la periodista Narjas al Gueriani la sangrienta y kafkiana dictadura dejó un poso en la población difícil de sacudir. “Hay una falta de comprensión de la libertad debido a 42 años de represión. Mucha gente comete errores tanto a nivel de derechos humanos como social, blandiendo el nombre de la libertad. Se necesitará mucho tiempo para superarlo", ha manfiestado.

“Estamos recogiendo con nuestras honradas manos, heridas y desangradas, lo que Gadafi plantó durante décadas” ha manifestado  Yanet Bashir, estudiante de medicina. “Pero pronto sanarán nuestras heridas y renaceremos".