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Las convenciones, historia en peligro de extinción

  • Surgieron en el siglo XIX para abrir la elección de candidatos
  • Con la era de la información se han convertido en espectáculos de telegenia
  • De Lincoln a Obama, han catapultado a líderes políticos entonces desconocidos
  • Los partidos buscan acortarlas o reinventarlas para ahorrar costes

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Una mujer limpia el sulo antes del inicio de la segunda jornada de la Convención Republicana, en Tampa (Florida).
Una mujer limpia el sulo antes del inicio de la segunda jornada de la Convención Republicana, en Tampa (Florida).

En 1860 Abraham Lincoln llegaba a la Convención Nacional Republicana como un congresista casi desconocido. El favorito era el gobernador de Nueva York, William Seward, perteneciente al ala derecha del partido pero que entonces quería cautivar al centro.

Por eso, el que luego sería considerado uno de los mejores presidentes de Estados Unidos, pidió a su amigo y director de campaña, David Davis, que pusiera en marcha todas las estrategias posibles para convencer a los delegados a medida que pasaban los días y las votaciones y Seward era incapaz de conseguir los 233 votos necesarios para ser candidato.

Mientras Davis operaba entre bastidores, Lincoln desplegaba su discurso centrista y convencía a los delegados de que era el candidato más susceptible de llegar a la Casa Blanca. En el plenario se discutían temas como la abolición de la esclavitud o la permanencia de la Unión.

En la tercera votación, Lincoln dio la sorpresa y se quedó a apenas dos votos de ser proclamado. Entonces, el jefe de filas de la delegación de Ohio anunciaba in extremis que cambiaba su voto en favor del congresista.

Todo decidido

Más de 150 años después el Partido Republicano celebra una nueva convención en la que sobre el papel hay las mismas reglas: cuatro días de encuentros y debates, una "plataforma" que comunica las principales ideas del partido y la necesidad de reunir el voto de la mayoría de los delegados.

En la práctica, se trata de un acontecimiento previamente decidido: El candidato se sabe desde hace meses que será el exgobernador de Massachussetts, Mitt Romney y le acompañará como vicepresidente el congresista de Wisconsin Paul Ryan, de modo que durante los cuatro días de convención -reducidos a tres por la irrupción de la tormenta tropical "Isaac"- habrá simplemente sucesión de intervenciones de líderes del partido con el objetivo de atraer la atención de los medios sobre el mensaje republicano.

Por eso, analistas y medios de comunicación han rescatado un debate recurrente cada cuatro años: ¿Tiene sentido seguir celebrando convenciones políticas como las del siglo XIX en pleno siglo XXI?

"Creo que estamos viendo los últimos días de las convenciones políticas tradicionales. En algún momento tienes que decir: ¿Por qué estamos gastando tal cantidad de dinero y tiempo en esto?", señalaba a Reuters el estratega republicano Rich Galen.

"Hemos hecho convenciones de la misma forma durante mucho tiempo. El mundo ha cambiado", añadía a la misma agencia Mike Duncan, antiguo presidente del Comité Nacional Republicano.

Los republicanos ya han creado un comité para estudiar la reforma de estas convenciones, cuya duración podría acortarse e incluso celebrarse en diferentes localizaciones para tratar de ahorrar dinero.

Problemas económicos

Más allá del decreciente interés informativo de esas reuniones, donde durante tres días se acumulan intervenciones de miembros del partido sin que el candidato haga acto de presencia, tanto el Partido Republicano como el Demócrata se plantean la viabilidad económica de estos actos.

En Tampa (Florida), el comité organizador se ha gastado 55 millones de dólares, a los que se unen una subvención del gobierno federal -que probablemente desaparecerá en cuatro años- de 18 millones y gastos de seguridad de otros 50 millones.

Los demócratas lo tienen aún peor. Al renunciar a tener contribuciones de empresas para poner en marcha su convención, que empieza el próximo 3 de septiembre en Charlotte (Carolina del Norte),  el comité organizador está escaso de fondos y, según la pagina web Politico,  es probable que tenga que recurrir a una ayuda extraordinaria del propio Partido Demócrata para sufragar los gastos.

Eso sí, han empezado ya a perfilar su nuevo modelo de convención.

"La gente tiende a ver estas convenciones -y es probable que vean así la que se celebra una semana antes de la nuestra- como una reunión a puerta cerrada, de la élite del partido, donde se despliega toda la pompa y los globos caen, pero ese no es el tipo de convención que queremos", señalaba a la web Steve Kerrigan, director ejecutivo de la Convención Nacional Demócrata.

Así, el primer día de reunión será abierto al público y se desarrollará fuera del centro de convenciones mientras que las interminables intervenciones de altos cargos se reducirán a dos días y el último, destinado a la proclamación de Barack Obama como candidato a la reelección, se desarrollará nada menos que un estadio de fútbol, con capacidad para más de 70.000 personas.

Para Deb Kozinowski, miembro del comité demócrata de Massachussetts, la reducción pensada o accidental, como en el caso republicano, de cuatro a tres días es "precursora" de lo que tiene que venir: convenciones más cortas, de uno o dos días, centradas en el discurso del candidato en horario de máxima audencia...y poco más.

"¿Por qué no cortar todo lo comercial y centrarse en las estrellas? ¿Por qué no centrarse en dos horas de máxima audiencia en una o incluso dos noches?", se pregunatba en un artículo en la revista Time el estratega republicano Mike Murphy en un artículo que pedía la "eutanasia" de las convenciones.

Momentos para recordar

Si esto llega a producirse, acabaría con una tradición que ha vivido alguno de los momentos más decisivos de la historia de Estados Unidos.

Por ejemplo, en la convención republicana de 1912 el expresidente Teddy Roosevelt se negó a aceptar su derrota frente a William Taft, fundó su propio partido y se convirtió en el candidato de un tercer partido más exitoso en la historia (fue segundo).

En 1940, Eleanor Roosevelt inauguró la tradición de que la primera dama diese un discurso y volvió a unir a un dividido Partido Demócrata para apoyar un tercer mandato de Franklin Delano Roosevelt.

En 1968, Chicago se convertía en una batalla campal por las protestas de los activistas contrarios a la Guerra del Vietnam por la nominación de Humphert Humphrey como candidato demócrata frente a los partidarios de acabar con el conflicto bélico.

Ocho años después, en 1976,  los republicanos vivieron la última convención realmente abierta, cuando Ronald Reagan retó al presidente Gerald Ford y empezó a labrar su victoria cuatro años después frente a Jimmy Carter, que fue eclipsado por el discurso de su rival en 1980, el senador Ted Kennedy.

Es más, una convención donde solo tuviese un hueco el candidato habría dejado a Estados Unidos sin algunas intervenciones como la de Pat Buchanan en 1992, cuando eclipsó al presidente George H. Bush al decir que el país vivía una "guerra religiosa" o la de un desconocido senador por Illinois llamado Barack Obama, deslumbró a los presentes en la convención demócrata de 2004, aunque ninguna cadena de televisión emitió su discurso.

"Si escribió ese discurso, entonces debería ser presidente porque fue un gran discurso. Si no lo hizo, debería ser presidente por encontrar a ese gran redactor de discursos", dijo al escuccharle Hendrick Hertzberg, responsable de algunas de las intervenciones del expresidente Jimmy Carter.