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Agua, el oro líquido de la región etíope del Tigray

  • Etíopía centra esfuerzos por el desarrollo en el aprovechamiento del agua
  • Varias organizaciones españolas ejecutan políticas de gestión de recursos
  • La presa de Hizaeti Afras, financiada por la AECID, es el proyecto estrella

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En Etiopía, solo el 44% de la población tiene acceso a una fuente de agua tratada.
En Etiopía, solo el 44% de la población tiene acceso a una fuente de agua tratada.

Etiopía

Población: 83 millones

Producto Interior Bruto: 29.700 millones de dólares

Producto Nacional Bruto: 32.400 millones de dólares

Nivel de Pobreza: 39% de población por debajo del umbral

Esperanza de vida: 59 años

Mortalidad infantil: 68 por 1000

Malnutrición infantil: 35% de niños malnutridos por debajo de los cinco años

Alfabetización: 30% de la población por encima de 15 años

[Datos de 2010 del Banco Mundial]

El 20 de junio, fiesta de San Miguel según el calendario ortodoxo, comienza oficialmente la estación de las lluvias en Etiopía. Este año, el cielo no quiso esperar ni un día y descargó agua con ganas desde la víspera.

Los campesinos y granjeros del país estaban felices. Empezó con inhabitual puntualidad la época del año que les permite aprovisionar sus despensas y las de su ganado. Muchos de ellos solo recogerán una cosecha anual, la que brota gracias a las lluvias de este verano.

Sin embargo, en la misión de Saint Mary, enclavada en la localidad de Wukro, provincia norteña del Tigray, una aparejadora donostiarra de 29 años mira con preocupación cómo jarrea. Lierni Fernández conjetura preocupada sobre las consecuencias que la lluvia puede tener para el ritmo de construcción del embalse y la presa de Hizaeti Afras, proyecto que dirige y cuya inauguración se prevé para agosto.

El de Hizaeti Afras es el proyecto de mayor envergadura de entre los que promueve el Departamento de Desarrollo Rural de Saint Mary´s College, la escuela agrícola nacida al calor de la misión.

El embalse de Hizaeti Afras beneficiará a 340 familias de campesinos

Se trata de reconstruir una presa que proporcionará reservas de 700.000 metros cúbicos de agua que beneficiarán a 340 familias con pedazos de tierra que suman 85 hectáreas.

El objetivo final del proyecto es “mejorar y proteger la seguridad alimentaria de la población, al reducir la escasez de agua en el área durante las estaciones secas”, según palabras de Fernández.

En Etiopía, según datos del Banco Mundial, solo el 44% de la población tiene acceso a una fuente de agua tratada, dato que se reduce al 34% de la población en las áreas rurales.

Al este del Tigray, región colindante con Eritrea, la agricultura es la base de la economía. “El 90% de la fuerza laboral se dedica a la agricultura –cuenta Fernández, directora de la obra-. Sin embargo, las familias apenas poseen media hectárea de terreno cultivable, métodos agrícolas tradicionales y alta dependencia de las erráticas lluvias durante los meses de julio y agosto”. Es esta una región acostumbrada a las sequías.

Detrás de este proyecto hay un puñado de voluntades. La financiación de 900.000 euros se debe a la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) y la dirección e implementación corren a cargo de la Fundación Lleida Solidaria y la Diócesis Católica de Adigrat. Las autoridades locales también contribuyen económicamente.

El gobierno, interesado en una mejor gestión del agua

Pero el de la presa es solo uno de la decena de proyectos relacionados con un mejor aprovechamiento del agua que Saint Mary´s College alienta y financia a través de las ayudas públicas y privadas que canalizan organizaciones como Lleida Solidaria o Etiopía Utopía.

En torno al 70% de las actividades del Departamento de Desarrollo Rural de Saint Mary se concentra en estas iniciativas, según explica Efrem Gidey, coordinador de proyectos. Rehabilitación de cauces y mejora de su entorno natural, reforestación para evitar la degradación de las tierras de cultivo, conservación y recolección del agua, desarrollo del regadío… “Hablamos de un 50% del presupuesto del departamento”, afirma este joven etíope.

Este desequilibrio entre porcentaje de dedicación de actividades y presupuesto se debe a que el interés de las autoridades locales por contribuir hace estos proyectos más baratos.

“En los últimos tres años –asegura Gidey-, la política del gobierno ha cambiado y su interés en transformar el país se ha centrado en los proyectos para mejorar el aprovechamiento de los recursos”.

En el borrador del Plan para el Crecimiento y la Transformación del gobierno etíope para 2010-2015, se establecen siete pilares estratégicos. El segundo de ellos es "mantener la agricultura como una fuente primaria de crecimiento económico" y en él se explica que el plan buscará "mejorar los usos de los recursos acuáticos del país. Se dará prioridad a la expansión de la irrigación a pequeña escala y se le dará la debida atención a la irrigación a media y gran escala".

Palabras que en documentos de esta clase corren el riesgo de quedarse en una mera declaración de intenciones. Sin embargo, los hechos demuestran el interés.

“Ahora mismo, tenemos sobre la mesa tres propuestas que nos ha enviado el gobierno de la región, en tygriña [la lengua local], relacionadas con la gestión del agua, y que tengo que traducir al inglés para buscar financiación”, relata Gidey.

Cruel convivencia vecinal de tierras fértiles y estériles

Basta visitar alguno de los proyectos que rodean Wukro para entender el problema de la carencia de irrigación. Como Korir, donde se han construido dos canales para hacer llegar el agua desde otro embalse a entre 40 y 50 hectáreas de tierra y donde la reforestación evita la creación de torrenteras que arrastren aluvión y erosionen el terreno.

Desde lo alto del monte, la visión es sobrecogedora. Una línea, la que forma uno de los canales sobre el terreno, separa el verde del marrón: varias hectáreas de campos verdes y llenos de vegetación que han recibido regadío a lo largo del año frente al resto de tierras, tierras que no han dado fruto durante meses, sedientas de lluvia.

La imagen que uno puede tener de una Etiopía seca y yerma que se consume en la aridez, crudamente real en muchos lugares, cae en pedazos cuando uno se mueve por las tierras que rodean los cauces rehabilitados, las que reciben agua de algún canal o las que tienen la suerte de contar con un pozo.

Las autoridades pidieron ayuda para 80 pozos y solo se pueden hacer 3

Pozos. Aljibes. O embalses. Infraestructuras de recolección de agua. Los proyectos más difíciles de abordar, “porque necesitan más dinero, mayores presupuestos”, explica Efrem Gidey. “Tenemos muchos lugares que podrían alojar pozos de superficie, pero solo hay presupuesto para tres. Las autoridades pidieron ayuda para hacer 80 pozos y solo podemos afrontar tres”, se lamenta. Y cada pozo puede solucionar la vida de cinco familias.

A veces, por el contrario, esfuerzos económicos más modestos logran enormes resultados, como el proyecto Kañaveras, de Etiopía Utopía, que hasta ahora ha supuesto una inversión de unos 3.000 euros y ha rehabilitado dos kilómetros del cauce del río Genfel.

Miles de personas pasarán de recoger una a dos o tres cosechas anuales

Como resultado de estos proyectos, los campesinos que hasta ahora sufrían una estación seca de nueve meses y tenían que esperar mano sobre mano a la llegada del verano pueden tener dos o tres cosechas anuales, mejorando la despensa en cantidad y variedad, puesto que son capaces de cultivar especies de regadío durante todo el año.

Si sumamos todos los proyectos, hablamos de cientos de hogares, miles de personas en una localidad de 30.000 habitantes, dentro de un departamento (woreda) de 100.000.

Abba Melaku, de Hernani a Etiopía

En el comedor de la misión de Saint Mary, sobre una repisa, yace una vieja fotografía enmarcada. Se trata de una solitaria acacia plantada en medio de un secarral. Donde estaba ese árbol se levanta en la actualidad la misión, un vergel físico y espiritual para su entorno. Han pasado 20 años.

Decían: ¡estáis imbéciles o tenéis mucha fe! Cómo vais a montar una escuela agrícola ahí

“Nos decían: ¡o estáis imbéciles o tenéis mucha fe, pero cómo vais a montar ahí una escuela agrícola!”. El que así habla es Ángel Olarán, un guipuzcoano de Hernani cuya mano, cuyo aliento, cuya cabeza y cuyo corazón están en última instancia detrás de cada proyecto en Saint Mary’s.

Abba Melaku -como se le conoce en el lugar: padre Ángel en tygriña- es un misionero, miembro de la congregación de los Padres Blancos, que lleva 20 de sus 74 años en Wukro (antes pasó otros 20 años en Tanzania).

ong Ángel Olarán Etiopía

Además de la escuela agrícola y su departamento de Desarrollo Rural, de la misión diocesana de Saint Mary dependen una escuela de formación profesional de soldadura y ebanistería y una oficina social cuyos programas atienden a unos 700 huérfanos y a numerosas personas mayores de la zona. Eso sin contar la atención pastoral que como misión católica realiza con la ayuda de dos sacerdotes diocesanos originales del país.

Cada 20 de junio, los campesinos de Wukro saludan la estación de lluvias. Hace 20 años, con abba Melaku y sus compañeros les llegó otra estación de lluvias cuyos aguaceros de generosidad y desarrollo han reverdecido la región desde entonces. ¿Imbecilidad? ¿Fe? ¿Pura determinación?