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Análisis

Grecia y la UE se juegan el futuro del euro en la renegociación del plan de rescate

  • Los griegos votan a favor de seguir en el euro pero no del Memorando
  • Syriza, segunda fuerza, vigilará desde la oposición la política conservadora
  • De fracasar el acuerdo, la alternativa es una salida griega desordenada del euro
  • Toda la información en Elecciones en Grecia

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Puntos a renegociar:

1. Suavizar los recortes: Grecia quiere retrasar el ajuste de 11,7 mil millones de euros para 2013 y 2014 hasta 2016 o 2017 para suavizar su impacto en una economía sumida en una severa recesión. El acuerdo firmado obliga al país a reducir su déficit del 9,3% en 2011 al 2,1% en 2014.

2. Gasto social: Samarás propone emplear 650 millones de euros en revalorizar las pensiones más bajas hasta niveles de 2009 y ayudar a agricultores, agentes de seguridad y familias numerosas afectadas por los recortes. También quiere ampliar las prestaciones por desempleo de uno a dos años.

3. Bajar impuestos: ND quiere bajar los impuestos a las empresas, a los individuos y también el IVA.

4. Fortalecer los convenios colectivos: aplicar la legislación laboral de la UE en Grecia para reforzar la protección de los trabajadores. No aplicar más bajadas de sueldos en el sector privado.

5. Compensar los despidos en el sector público: el plan de rescate obliga a Grecia a recortar 150.000 plazas de funcionarios antes de 2015 mediante la contratación de un solo empleado nuevo por cada diez que se jubilen. Al menos 15.000 serán despedidos después de pasar un año en la llamada “reserva laboral”, donde reciben el salario básico, sin extras. ND quiere ampliarlo a tres años.

Grecia votaba este domingo entre el miedo y la esperanza y el temor a salir de la zona euro se ha impuesto en las urnas. Con la victoria de los conservadores de Nueva Democracia y la más que probable alianza de gobierno con sus socios socialistas, Atenas y Bruselas respiraban esta noche más tranquilas, pero saben que es ahora cuando comienza a jugarse el futuro del euro.

Los resultados arrojan una conclusión clara: Grecia quiere seguir en la eurozona, pero no a cambio de asumir las duras medidas de ajuste impuestas por sus acreedores internacionales. De ahí que ND y Syriza –los dos partidos que con más ahínco han defendido esta teoría– hayan conseguido más del 50% de los votos, y entre un 10 y un 11% más de apoyo que en los comicios del pasado 6 de mayo.

Al final, la ley electoral griega, que beneficia al partido más votado, y un puñado de 200.000 votos han decidido que sea Antonis Samarás, la opción moderada, y no Alexis Tsipras, el líder radical que prometía la esperanza y el cambio, quien renegocie el paquete de austeridad con la troika (Comisión, BCE y FMI). Es decir, será el mismo político que suscribió el Memorando que condenó a los griegos a unas tasas de paro y miseria sin precedentes, quien vuelva a pactar con Bruselas, Fráncfort y Washington un nuevo acuerdo. Para ello, contará previsiblemente con el otro artífice del los draconianos recortes, el líder del PASOK, Evangelo Venizelos.

Renegociar el paquete de austeridad

En su primer discurso público tras proclamarse vencedor con el 30% de los votos, Samarás afirmó que promovería un plan de  estímulo para crear empleo y desarrollo, pero evitó referirse explícitamente al que ha sido su principal compromiso electoral. Aún así, el mandato de los griegos es claro, y el dirigente conservador tendrá que renegociar el Memorando si no quiere que la presión de la Coalición Radical Izquierdista, Syriza, avalada por el 25% de los votos, y de los propios ciudadanos griegos dinamiten su gobierno.

Esta mañana sí ha mentado a la 'bicha'. "Ayer dije que Grecia respeta su firma. Al mismo tiempo queremos la renegociación del plan de rescate", ha manifestadoel político conservador en una rueda de prensa en Atenas. Las “ventajosas condiciones” de la ayuda financiera a la banca española han dado a ND argumentos para pedir ante sus socios griegos la misma flexibilidad. Si bien es cierto, que las cirscuntancias entre uno y otro rescate son totalmente diferentes, Samarás espera poder aprovechar el “ambiente" creado para negociar. No lo tendrá fácil.

Desde Bruselas y Berlín a lo máximo que parecen estar dispuestos a ceder, a priori, es a un cambio en el ritmo de las reformas, esto es del calendario, pero no de la esencia del acuerdo.

Existe "un margen para un posible diálogo sobre el plazo de la aplicación" del Memorando de entendimiento firmado por Atenas, ha señalado este domingo el ministro belga de Asuntos Exteriores, que ha reconocido que convendría "reflexionar sobre un plazo a diez o quince años vista", para cumplir con algunos de los objetivos impuestos aunque, ha subrayado, “esto no significa dar un cheque en blanco”.

Declaraciones contradictorias en Berlín

En Berlín, las declaraciones son contradictorias. “No puede haber cambios sustanciales, pero puedo imaginarme una renegociación  de los plazos”, afirmó anoche el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, añadiendo por primera vez un matiz desconocido hasta ahora.  Eso sí, salió al paso de estas declaraciones su colega de la  cartera de Finanzas, Wolfgang Schauble, para poner de manifiesto que el  Gobierno federal alemán considera que el resultado de las elecciones  significa que los votantes griegos han decidido continuar  con la  implementación de “profundas reformas económicas y fiscales” en el país

Esta mañana, también ha habido cruce de palabras. Mientras el viceportavoz del gobierno de Angela Merkel ha afirmado que "no es el momento para ningún tipo de rebajas a Grecia", el viceministro de Finanzas alemán, ha admitido que "Grecia no debe verse sobrecargada".

Donde apenas cambia el discurso es en Bruselas.  El Eurogrupo ha instado a Atenas a formar gobierno “lo más rápido posible” para que “asuma como propio el programa de ajuste al que Grecia y la zona del euro se han comprometido" y que la troika puede regresar al país mediterráneo para "intercambiar puntos de vista (...) sobre el camino a seguir”. Ni flexibilización, ni relajación, ni renegociación.

El pulso de Bruselas

Todos los líderes europeos han repetido lo mismo: que el Memorando es la hoja de ruta y que quieren que Grecia siga en el euro siempre y cuando cumpla con sus compromisos. Pero ¿es verdad que no están dispuestos a ceder?

“Todo es negociable. Europa se ha construido en base a negociaciones.  Deberá haber una flexibilidad de todas las partes para que todos tengan éxito”, señala José Luis Martínez Campuzano, analista de Citigroup, en una entrevista en RNE.

Y es que si Atenas no tiene mucho margen -afronta un vencimiento de deuda el próximo 20 de julio- a Bruselas no le queda ni tiempo ni superávit de confianza. Si no logra pactar con el nuevo Gobierno un acuerdo que sea asumible tanto por el pueblo griego como por la opinión pública de Alemania y sus socios del norte, la alternativa es una salida desordenada de Grecia de la zona euro, una opción que no beneficia a nadie.

Algunos analistas creen que precisamente ese abandono es el cataclismo que necesita la zona euro para dar un paso hacia delante e impulsar una unión fiscal, política y bancaria que complemente a la deficiente unión económica y monetaria. Y, sobre todo, que sería la gran excusa para que Angela Merkel pueda justificar ante los alemanes la necesidad de implantar medidas como los eurobonos.

Pero lo cierto es que una salida involuntaria de Grecia del euro sería un acontecimiento traumático e imprevisible que todos prefieren evitar. Sus consecuencias son impredecibles y la amenaza de contagio a los países periféricos –España e Italia- demasiado alta. Supondría, además, el fracaso estrepitoso del proyecto de la moneda común y, quien sabe, si también de la Unión Europea.

El peor escenario

Descartado el fracaso de las negociaciones entre la troika y el nuevo Gobierno de coalición de conservadores y socialistas –socios todos del anterior acuerdo- Ignacio Molina, investigador principal del Europea Real Instituto Elcano, recoge en su artículo, el peor escenario de todos.

"Consiste en que la hoja de ruta fracase aun cuando ganase las elecciones la coalición europeísta moderada de los partidos tradicionales y luego a estos, aunque intentasen aplicar con lealtad el Memorando, no les fuera posible retomar la senda de la estabilidad, viéndose abocados igualmente a la salida del euro para poder respirar", sostiene. Esto significaría que Europa, básicamente, habría llegado tarde y, en este caso, ni la voluntad política ni los ajustes serían suficientes para mantener a Grecia en el euro. Los efectos políticos y económicos sobre otro países periféricos que, como España, han demostrado determinación en las reformas, serían incalculables, señala Molina en un artículo sobre los posibles escenarios de la salida griega del euro.

Pero tampoco hay que ponerse en lo peor, sino esperar a que en lugar del cataclismo, este rescate griego de Europa sea una oportunidad bien aprovechada para provocar la catarsis que Grecia y la Unión Europea tanto necesitan.