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Informe Semanal. "Rafael brilla de nuevo en El Prado"

  • El 12 de junio se inaugura en el Museo del Prado la muestra "El último Rafael"
  • Se centra en la creatividad del artista y su taller durante sus últimos años de vida
  • Muchas de las obras que han viajado a Madrid no volverán a prestarse nunca
  • Informe Semanal viaja a Roma para seguir las huellas del pintor renacentista

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Informe Semanal: Rafael brilla de nuevo en el Prado

Los grandes museos preparan sus exposiciones estrella de cara a la nueva temporada estival como reclamo para sumar turistas  y  ganar visitantes. El  Museo del Prado   ha apostado  en este caso por la figura de Rafael,  reverenciado durante siglos por discípulos y seguidores.

La muestra, realizada en colaboración con el Museo del Louvre bajo el patrocinio de la Fundación  Axa seguros,  va  a ser una oportunidad irrepetible para estudiar  la creatividad del artista  y su taller durante sus últimos años de vida en Roma,   ya que muchas de las obras que   han viajado a Madrid no volverán a salir de sus museos de origen, como es el caso de la Santa Cecilia del Museo de Bolonia.

Pero la obra de caballete, los cuadros de altar, o los dibujos de Rafael pintados en sus años romanos, no pueden entenderse sin conocer su faceta como pintor de frescos; actividad que hizo de Rafael el artista más admirado del siglo XVI.

Un equipo de Informe Semanal viajó a Roma junto a Miguel Falomir, jefe de pintura renacentista italiana del Prado, y  Gabrieli Finaldi,  subdirector de  la pinacoteca, para visitar las estancias vaticanas y la villa Farnesina   en las que Rafael volcó todo su talento pictórico, obras  fundamentales para entender  esos últimos años de la vida del artista.

Su repertorio de figuras humanas de todas las edades, el estado físico y anímico que proporcionaba a sus personajes y el tratamiento de los frescos era tan rico y sorprendente que  los papas Julio II  y león X le  otorgaron toda su confianza  y le dieron carta blanca para trabajar en el Vaticano.

En esos años, y pese a su juventud,   Rafael se sitúa a la vanguardia de lo que se está haciendo en    Roma  planteando nuevas formas de presentar los temas religiosos y mitológicos y el descubrimiento de la antigüedad, tanto en estatuas como en arquitecturas.

Un genio audaz y encantador

Aun cuando era la antítesis del academicismo, se convirtió en su paradigma

Cada estancia muestra un avance en  la técnica y el planteamiento de la obra de Rafael.  Se atrevía con cosas que nadie había intentado jamás. De ahí la reflexión de Miguel Falomir al preguntarse   hasta donde  habría llegado  su arte  y lo que hubiera podido ser la evolución  de la pintura europea de haber vivido más tiempo.  Lo curioso,  nos insistía Falomir, es que,  aun cuando Rafael era la antítesis del academicismo, se convirtió  en su paradigma  y  fue el más copiado  en las academias de todo el mundo   hasta el siglo XIX.

Papas, cardenales, banqueros y mecenas confiaron en el trabajo de Rafael. Su  afán por innovar constantemente, su atrevimiento y sobre todo su exquisitez en el trato, su galantería y su elegancia  conquistaban a todos.

Aparte de los trabajos para  la Iglesia, Rafael realizó obras más profanas en las que dio rienda suelta a su hedonismo y sensualidad. Eso pudimos verlo  en los frescos que pintó para la Villa  Farnesina, un palacete  construido para el banquero Agostino Chigi, que se convirtió en el principal mecenas de Rafael.

Rafael y su taller

Su fama crece y crece y los encargos no paran de llegar. Rafael no rechaza nada. Eso le obliga a formar y mantener un taller rigurosamente estructurado  que llegó a contar con más de cincuenta discípulos especializados en diferentes materias.  Toda una factoría del arte y una máquina de hacer dinero que exportó  su fama también por Europa. Lo importante para Rafael,  como explica Miguel Falomir, era la idea no la ejecución. El se volcó en el diseño de cada encargo aunque la mano que  les daba forma  no fuera la suya.

Lo importante para Rafael era la idea, no la ejecución

La exposición de El Prado  revisa también  esa relación  con sus principales discípulos,  Giulo Romano y Gianfrancesco Penni, herederos de su estilo y de sus encargos. En el Museo del  Prado  podremos ver algunas de sus principales obras realizadas  antes después de la muerte de su maestro  que permiten  valorar  el desarrollo de las ideas de Rafael  sobre el dibujo, el color o el diseño de ejecución.

Una vida intensa pero breve

Las  mujeres y las antigüedades  fueron las verdaderas pasiones de Rafael. De las numerosas amantes que tuvo nos queda un nombre, el de La Fornarina, una mujer   cuyo rostro inspiró muchas de las figuras que vemos en algunos de los frescos de las estancias vaticanas y de la que se conserva un retrato, uno de los pocos desnudos de Rafael.

Su prematura muerte se debió, según Vasari, al exceso amoroso después de una noche de pasión

Muchas de esas andanzas amorosas   fueron recogidas por Giorgio Vasari en su obra “Las vidas de los artistas “. Allí cuenta, por ejemplo, que el banquero  Agostino Chigi, que le encargó la decoración de la loggia del palacio de la Farnesina, llegó a reservarle una habitación para que pudiera estar con la Fornarina y evitar así que descuidara su trabajo y concluyera  el proyecto. Su prematura muerte a los 37 años se debió, según Vasari, al exceso amoroso después de una noche de pasión.

Le enterraron en el Panteón de Agripa, como él había deseado, siendo el primer artista que recibió ese privilegio.   Roma quedó conmocionada con su muerte. El día de su funeral fueron muchos los que se acercaron a llorarle. Sobre su ataúd lució majestuosa “La Transfiguración“, la última obra de su vida en la que se resume toda su evolución pictórica.

En su tumba puede leerse este epitafio: "Aquí yace aquel famoso Rafael del cual la naturaleza temió ser conquistada mientras él vivió, y cuando murió, creyó morir  con él".