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Egipto celebra sus primeras presidenciales libres ante la atenta mirada del mundo árabe

  • Más de 50 millones de egipcios están llamados a las urnas
  • Amro Musa y Abul Futuh se perfilan como los favoritos
  • Si no obtienen la mayoría, la segunda vuelta será el 17 y 18 de junio

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Abren los colegios en Egipto para votar en históricos comicios presidenciales

Tras quince meses de agitada transición desde la caída de Hosni Mubarak,  Egipto celebra hoy y mañana la primera vuelta de las elecciones presidenciales en las que los ciudadanos deberán elegir al que será el nuevo presidente del país más poblado del mundo árabe y uno de los más influyentes en la región.

Los colegios electorales han abierto a las ocho de la mañana, hora local. Más de 50 millones de egipcios están llamados a las urnas para elegir entre los 13 candidatos que aspiran a ocupar la presidencia. Entre los mejor posicionados están Amro Musa, Abdel Moneim Abul Futuh, Ahmed Shafiq y Mohamed Mursi.

“El próximo mandatario tendrá el difícil reto de construir una ‘segunda república’ egipcia que surja de la transición hacia un sistema democrático que favorezca la justicia social, la igualdad de oportunidades y el respeto a la dignidad de las personas”, explica el investigador del Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, Haizam Amirah-Fernández.

Musa, ex secretario general de la Liga Árabe, y Abul Futuh, ex miembro de los Hermanos Musulmanes (ambos protagonizaron hace pocos días el primer debate presidencial televisado en Egipto) se perfilan como los ganadores de la contienda, aunque las encuestas pronostican que ninguno de los dos obtendrá el 50% de los votos requerido.

En caso de que ninguno de ellos consiga la mayoría se enfrentarán en una segunda vuelta, prevista para los días 16 y 17 de junio. “Estos comicios son importantes no sólo para los egipcios, sino para todo el mundo árabe. Si las cosas no desembocan en un verdadero cambio de régimen, la frustración se extenderá”, matiza el codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos Armados y Ayuda Humanitaria, Jesús Núñez.

Más de 15.000 jueces participarán en la organización y la supervisión de estos comicios cuya seguridad  correrá a cargo de la Policía y el Ejército. También actuarán como observadores internacionales medio centenar de organizaciones no gubernamentales y expertos de la Unión Africana (UA).

Vacío constitucional y privilegios de la Junta Militar

A estas alturas de la carrera electoral continúan sin conocerse las competencias del futuro presidente, puesto que la nueva Carta Magna aún no ha sido redactada. Por este motivo, se espera una inminente declaración por parte de la Junta Militar que estipule los poderes del nuevo mandatario durante este periodo transitorio.

El Ejército, que recibe 1.300 millones de dólares anuales de Estados Unidos y controla alrededor del 30% de la economía del país, sigue manejando los tiempos a su antojo y se resiste a delegar el poder a un gobierno civil.  “Todavía le quedan bazas a los militares para que la nueva Constitución se acomode a sus intereses”, argumenta Núñez.

Todavía le quedan bazas a los militares

Recientemente, Human Rights Watch (HRW) ha denunciado a los militares por “agredir y torturar a manifestantes” en las protestas contra la Junta Militar que tuvieron lugar al inicio de la campaña electoral. En estos enfrentamientos murieron una veintena de egipcios. Esta ONG informa, además, que al menos 256 personas de las 350 que fueron detenidas continúan bajo arresto.

Campaña electoral

A mediados de abril, diez de los 23 candidatos que se habían presentado para concurrir a los comicios quedaron inhabilitados por la Junta Electoral. Entre ellos se encontraban tres de los principales favoritos: el candidato de los Hermanos Musulmanes, Jairat al Shater, por antecedentes penales; el exvicepresidente y jefe del espionaje egipcio, Omar Suleiman, al no reunir los apoyos necesarios; y el salafista Abu Ismail, debido a la nacionalidad estadounidense de su madre.

Desde entonces se ha registrado una pugna por el poder entre militares, islamistas (divididos entre Abul Futuh y Mursi) y las fuerzas revolucionarias, cuyos candidatos no parecen contar con un respaldo masivo entre la población.

Tahrir en campaña contra los ‘fulul’

Muchos jóvenes de Tahrir han desarrollado durante estos días diversas campañas de concienciación popular, iniciadas en los pasados comicios legislativos de noviembre, para aislar políticamente a los llamados ‘fulul’ (vestigio del viejo régimen). Dicen que es la manera de avanzar y evitar el continuismo de poder de los que gobernaron con Mubarak, como es el caso de Musa (exministro de Asuntos Exteriores) y Shafiq (último primer ministro).

Por su parte, Basel Ramsis, cineasta egipcio, cuenta a RTVE.es que “existe una actual situación de descontento por cómo se ha llevado a cabo el proceso electoral. No está siendo ni transparente ni limpio. Se han tomado muchas decisiones por parte de la cúpula militar que han favorecido más a unos candidatos que a otros”,

Otros revolucionarios, como Tarek Shalaby, han decidido no participar en las elecciones al  considerarlas “un circo que hacen los generales de la Junta Militar. Lo veo una pérdida de tiempo y por eso voy a boicotear. Nunca podré estar de acuerdo después de lo que han hecho”.

“Yo sí votaré, y lo haré por Khaled Alí -asegura Hassan Soleiman, productor de documentales y activista egipcio- él es uno de los jóvenes de la revolución, un candidato del pueblo, y le apoyo porque quiero que se cumplan nuestros reclamos”.

La política está ahora en la calle

La revolución continúa–dice Basel Ramsis-y no sólo ocupando una plaza, se están creando decenas de sindicatos y están teniendo lugar protestas que demandan el fin del régimen.  La política está ahora en la calle, y ése ha sido un gran logro”.

Son bastantes incógnitas las que se plantean en esta segunda fase de la revuelta egipcia que, aunque más silenciada, continúa más allá de los pulsos institucionales y los intereses políticos. Todavía hay un 40% de la población que vive con menos de dos dólares al día y cientos de familias que exigen justicia por los que murieron por la represión. Muchos auguran un largo camino hasta que llegue una verdadera democracia.