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"Si pierdo la beca no sé cómo pagaré la matrícula"

  • Los estudiantes hacen huelga general para protestar contra los recortes
  • La subida de las tasas universitarias complica la economía de los estudiantes
  • Compatibilizar trabajo y estudios para seguir adelante con un sueño

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ESTUDIANTES ANDALUCES SE MANIFIESTAN CONTRA LOS RECORTES EN EDUCACIÓN
Foto de archivo de cientos de estudiantes en una manifestación el pasado 10 de mayo contra los "recortes".

"Trabajo para pagarme los estudios. Una subida de la matrícula me supondría un gran esfuerzo económico, ahora fracciono los pagos en tres veces", resalta Sergio Rueda.

Este universitario es uno de los estudiantes que apoya la huelga general educativa convocada el día 22 de mayo contra los recortes en Educación, con los que el Gobierno pretende ahorrar 3.000 millones de euros y que se aprobaron en el Congreso el pasado jueves mediante un Decreto Ley.

Entre las medidas aprobadas está la subida de tasas universitarias -dependen de cada comunidad-, el incremento del ratio de alumnos por clase o la subida de exigencia académica para lograr una beca, entre otras.

Sergio Rueda es un universitario que está independizado desde que comenzó la carrera. Dice que la vez que más pagó por una matrícula fue el curso pasado, cuando abonó 1.600 euros por tener algunas asignaturas en tercera convocatoria.

Este estudiante madrileño aún está cursando el plan antiguo de estudios de Ambientales en la Universidad Rey Juan Carlos, por lo que no tiene clases físicas; únicamente paga el derecho a examen. Gracias a esta circunstancia, solo ha tenido que abonar 900 euros de matrícula, pero su duda llega de cara al próximo curso.

"El año que viene paso obligatoriamente al Plan Bolonia, no sé si las asignaturas que tengo en tercera convocatoria seguirán igual o empezaré de cero", se pregunta el joven.

Con su paso al Grado, este estudiante podría llegar a pagar entre el 65 o 75% de las asignaturas que tenga en tercera matrícula, si se da el caso; y entre el 15 o 25% en las que tenga en primera.

Si me quedo sin trabajo no sé cómo haría frente a los pagos

"Si me quedo sin trabajo no sé cómo haría frente a los pagos. Supongo que tendría que recurrir a mis padres para pedirles ayuda", expone el estudiante.

Aunque reconoce que supondría "un gran esfuerzo" para sus progenitores, ya que tiene una hermana más pequeña que también es universitaria y no trabaja.

Trabajando para pagarse la carrera

En una situación parecida se encuentra Alberto Fernández, estudiante de Farmacia de último curso en la Complutense. Su carrera está entre las más caras.

"Desde que entré en la Universidad no he dejado de trabajar. Una subida de las tasas me impediría hacer frente al pago. Ahora me cuesta 1.200 euros el curso y eso que no tengo ninguna asignatura pendiente", asevera Alberto.

Alberto vive en la casa familiar y tiene una hermana, también universitaria. A diferencia de él, no trabaja y son sus padres quienes pagan sus estudios.

El principal sustento familiar es el padre, un albañil autónomo al que también afecta la crisis.

"Si no trabajase sería muy complicado que en mi casa pudiesen pagar dos carreras. Mi padre acaba de salir de una baja y, de momento, tiene trabajo para un mes, pero más adelante no se sabe", dice el estudiante de Farmacia con resignación.

Alberto cree que los recortes aprobados por la cartera de José Ignacio Wert crean "desigualdad de oportunidades" entre los estudiantes con menos recursos y espera que "todos salgan a la calle" para protestar contra los ajustes educativos.

Las dificultades de perder la beca

María Díaz es otra estudiante que trabaja para pagarse los estudios, su objetivo es llegar a ser enfermera. Lleva trabajando desde hace varios años de auxiliar de enfermería y debido a su gran vocación, decidió estudiar esta carrera.

La estudiante, de 32 años, compatibiliza sus estudios con la jornada laboral y reconoce que si no fuera por la beca "tendría muy difícil seguir estudiando".

María vive con su madre y ayuda en casa con su sueldo, porque su madre recibe una pequeña pensión de 500 euros. La subida de requisitos académicos para lograr la beca -ahora tendrá que aprobar entre el 90 y el 100% de los créditos- podría hacer que la perdiera el próximo curso.

No tienen en cuenta la situación personal de cada uno

"La beca es una ayuda muy importante para mí, no tienen en cuenta la situación personal de cada uno. No solo es cuestión de excelencia. Yo tengo que trabajar ocho horas todos los días, a veces los fines de semana y además tengo que estudiar", resalta la aspirante a enfermera.

Por si llega el momento, la universitaria de segundo curso del Grado de Enfermería reserva todos los meses una pequeña cantidad de su salario, para hacer frente a un posible pago de la matrícula en caso de perder la beca. Aunque reconoce que si suben las tasas lo tendrá "complicado".

"Estoy en desigualdad frente a otros estudiantes. Las tasas en enfermería y medicina son de las más altas y si las suben más, habrá que hacer sacrificios y quitarse de otras cosas", dice la universitaria.

Pedir ayuda a los padres para pagar la matrícula

Nerea Martín es compañera de clase de María Díaz y también recibe una beca del Estado para hacer frente al pago de sus estudios. Esta joven vive en casa de sus padres con tres hermanos más. A diferencia de María, no trabaja y esta ayuda es esencial para ella.

"Estoy becada desde que empecé. Si me quitan la beca no sé como voy a pagar la matrícula. Supongo que tendré que pedir ayuda a mi madre, aunque no sé cómo lo va a hacer", dice la joven de 22 años.

Las dos estudiantes de enfermería abonaron este curso 1.500 euros por sus matrículas a la Universidad Autónoma de Madrid, que es donde estudian su Grado.

Además de los recortes en Educación, la actual crisis también pasa factura a las universidades.

Estas estudiantes de enfermería tienen que estudiar en la facultad de Medicina por las malas condiciones de su edificio. El pasado mes de noviembre se derrumbó el techo de su clase debido a las goteras y desde entonces no han vuelto a las aulas de enfermería.

Decidimos no entrar y al momento se cayó el techo

"En nuestra facultad no hay calefacción y no teníamos sillas suficientes porque éramos 80 en una clase de 50. Le mandamos una carta al rector, pero no nos llegó a contestar. En noviembre entramos en clase y vimos que el techo estaba empapado, decidimos no entrar y al momento se cayó el techo", afirma Nerea.

Estas futuras enfermeras no han vuelto a dar clase en las aulas de enfermería, que permanecen cerradas desde entonces.