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La cocina con una sonrisa de La Berenjena

  • Dos mujeres de 33 años crean su propia taberna en Madrid
  • Han reformado un local del siglo XIX en el barrio de Lavapiés

Por
Marta Gutierrez y Rebeca Hernández, propietarias de La Berenjena.
Marta Gutierrez y Rebeca Hernández, propietarias de La Berenjena.

La Berenjena está en la calle Marqués de Toca, 7 (Antón Martín).

Teléfono: 914 675 297

Más información en la página de Facebook de

Dos mujeres han transformado un pequeño local de la madrileña calle de Marqués de Toca, en el céntrico barrio madrileño de Lavapiés. El aroma de la cocina y la acogida con una amplia sonrisa detrás de la barra de La Berenjena invitan a quedarse y repetir la experiencia.

El cambio comenzó hace más de dos años, en enero de 2010, cuando descubrieron el lugar. Marta Gutiérrez Arconada y Rebeca Hernández son ahora el alma de esta taberna que apuesta por “la materia prima de primera categoría pero con precios asequibles”, explica Rebeca.

“La gente que viene por primera vez sale nerviosa”, asegura Marta. La razón es tan sencilla como especial: “La comida es maravillosa, no están acostumbrados a comer tan bien”. Cuando el local solo llevaba unos días abierto, la gente, que entonces eran sobre todo amigos, salía riendo “a carcajadas”.

Ingredientes

La taberna nació el 24 de marzo de 2011, como una sociedad limitada de la que son dueñas al 50% junto a sus respectivas madres. La única publicidad hasta ahora ha sido el boca a boca, y añade Rebeca que no se pueden quejar "porque ha funcionado".

Todo es creación de estas dos amantes de la buena cocina. Para Marta, ingeniera de diseño industrial, antes dedicada al diseño gráfico, y para Rebeca, realizadora de cine y televisión que se dedicaba al mundo editorial, La Berenjena ha sido un giro vital de 180 grados.

Rebeca descubrió que se pasaba horas en la cocina y Marta decidió confiar en el proyecto después de ver su casa “llena de gente para comer" las maravillas que hacía su socia.

La iniciativa les ha permitido dedicarse a lo que les hace más felices y dirigir su vida, y a pesar de la responsabilidad de sacar el negocio adelante cada día, “merece la pena”, asegura Rebeca. Eso sí, reconoce, “no sabes cuando acaba el día” y para poder salir adelante no puedes coger “ni una gripe”.

La jornada habitual empieza a la una de la tarde y termina a las dos de la madrugada. Cierran los lunes.

Elaboración

Marta confió en Rebeca porque “es una cocinera fuera de lo normal”. Lo importante, añade ella, es “dar lo que quieres recibir”. El local es pequeño, pero ellas habían renunciado desde el principio a tenerlo lleno de clientes, a cambio de ofrecer una atención más cuidada.

La mayor satisfacción es oír a los clientes marcharse diciendo “qué bien se come aquí”. También Marta coincide en valorar que la clientela, que, en su mayoría de entre 30 y 40 años, “lleva a La Berenjena a sus padres y a sus abuelos”.

Estas emprendedoras ganan para pagar los sueldos y el local. Ahora son cuatro en plantilla. Rebeca y otra cocinera se dedican más a elaborar los platos, mientras Marta y otra camarera atienden la barra.

La facturación ronda cada mes los 20.000 euros, salvo en verano, cuando se reduce a unos 17.000. El beneficio suele ser de aproximadamente un tercio de lo que ganan.

Consejos

Desde que descubrieron el local en enero de 2010, “todo ha sido una carrera contrarreloj”, primero para saber si era viable. Después hubo que conseguir la licencia de obras, y hacer un proyecto para que el banco les concediera un crédito ICO, por un máximo de 200.000 euros.

Su sueño era poner un restaurante, pero “en época de crisis era muy difícil”, explica Rebeca. Eso sí, “en cuatro o cinco años” calcula que podrían permitirse tenerlo, si siguieran así.

Lo mismo puedes comer unas croquetas de puerros que unas berenjenas en salsa de miso, unas gyozas japonesas, un cono de atún rojo salvaje o una tortilla de patatas, pero “ninguno de estos platos sabría igual sin la sonrisa permanente de Marta”.