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Bayrou, el menguante 'tercer hombre' que aspira a ser decisivo en la segunda vuelta

  • La sensación de las presidenciales de 2007 está ahora en quinto lugar
  • Es cortejado por Sarkozy y Hollande por la importancia de sus votantes
  • Se precia de decir que es el único que dice la verdad sobre la crisis francesa

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Bayrou, en un mitin en la ciudad de Tours.
Bayrou, en un mitin en la ciudad de Tours.

"Observo naturalmente que en los últimos días, en las últimas horas, hay en torno a nosotros una extraordinaria simpatía, gentileza y admiración tanto de la derecha como de la izquierda".

Con estas palabras el candidato del Movimiento Democrático (MoDem), François Bayrou, bromeaba en un mitin reciente en Tours, al centro del país, sobre su papel de cara a la segunda vuelta presidencial, una vez que los sondeos coinciden en que tras las elecciones del 22 de abril el presidente saliente, Nicolás Sarkozy, y el candidato socialista, François Hollande, serán los que se disputen la Presidencia de la República de Francia.

Pero en realidad, tras estas palabras Bayrou no hacía más que constatar una realidad amarga: pese a su empeño por querer erigirse en el portavoz de una mayoría silenciosa de franceses, lo cierto es que tras su éxito hace cinco años -donde acarició la posibilidad de acceder a una segunda vuelta con más de un 18% de los votos- ahora solo le queda como esperanza influir en uno de los dos posibles próximos candidatos al Elíseo, incluso como primer ministro.

La moderación no 'vende'

La razón es meramente artimética: mientras los candidatos de la derecha y la izquierda miran a sus extremos (donde Marine Le Pen y Jean-Luc Mèlenchon cuentan con porcentajes de apoyo en torno al 15%) Bayrou parece cada vez más solo en el centro, convirtiéndose en cierto sentido en el 'outsider' de la campaña.

Su porcentaje de apoyo ha ido decayendo en los últimos meses hasta situarse en quinto lugar por debajo del 10%.

Mientras más se habla de temas como la inmigración y la inseguridad -favoritos de Le Pen y Sarkozy- o de impuestos para los ricos y los males de la globalización -los de Hollande y Mèlenchon- su llamamiento a las reformas y a cambiar el modelo francés para hacer a su país competitivo solo encuentran eco al otro lado del canal en el semanario The Economist, que lo considera como el único cuerdo entre un grupo fuera de la realidad.

"Francia está en un estado crítico", decía en una entrevista reciente al diario Le Monde, donde acusaba, en la misma línea que una significativa portada de The Economist, a sus rivales de estar fuera de la realidad y estar mintiendo a sus conciudadanos.

Bayrou ha alertado del riesgo real de que su país sea intervenido, de la necesidad de reformas estructurales y de reducir el peso del estados, unas propuestas que han hecho que su mensaje se escore al centro-derecha y tenga una mayor sintonía con Sarkozy.

De hecho, el presidente saliente ha evitado referirse de manera crítica al centrista mientras que Bayrou ha atacado las propuestas "irrealizables" de Hollande, con el que sin embargo tiene una mayor sintonía personal.

Cortejo de Sarkozy

De esta forma, si hace cinco años quien más le cortejaba era la candidata socialista, Segolene Royal, con quien mantuvo varios encuentros entre la primera y la segunda vuelta, ahora es desde las filas de la Unión por la Mayoría Presidencial (UMP) del presidente Sarkozy donde llegan los principales cantos de sirena.

"Sería un buen primer ministro" si Sarkozy es elegido, defendía hace unos días la ministra de Presupuesto, Valerié Pecresse, que se hacía eco de las palabras de su jefe, que prometía una gran "unidad nacional" si era reelegido afirmando su proximidad entre Bayrou y él en la idea del "equilibrio de las finanzas públicas".

Pero esta opción cuenta en su contra con el peso de la historia. Si algo ha definido a Bayrou en su trayectoria política ha sido su negativa a ser engullido por el magma de la Unión por la Mayoría Presidencial (UMP) creada por Nicolás Sarkozy a comienzos de la pasada década para reconciliar a las diversas familias de la derecha francesa.

Ministro en los años 90 en los gobiernos de Eduard Balladur, Bayrou fue el líder de la histórica UDF (el partido centrista al que perteneció el presidente francés Valery Giscard), socio natural del partido de los gaullistas, liderados entonces por Jacques Chirac.

Por este motivo, Bayrou apoyó la elección de Chirac en 2002, pero luego se volvió cada vez más crítico contra el gobierno de Dominique de Villepin y contra el propio Sarkozy ante la fuga de sus militantes a la UMP.

Ruptura dentro de la derecha

Consciente de la necesidad de superar su alineación clásica con la derecha, Bayrou refundó la UDF y la convirtió en el MoDem en 2007, en una operación política que le convirtió en la sensación de las presidenciales de 2007, donde su agenda centrista se convirtió en una de las claves de la campaña.

Sin embargo, su mensaje reformista fue superado por el de Sarkozy, que abanderó una ruptura con lo establecido pese a que fue ministro de Chirac los años anteriores, lo que condenó a Bayrou a peregrinar en el desierto durante cinco años, con malos resultados en las elecciones regionales y europeas.

Los comicios de 2012, en los que Sarkozy concurría como el presidente peor valorado de su historia, se aparecían como su oportunidad histórica para pasar a la segunda vuelta y convertirse en el segundo presidente centrista al presentarse como la opción moderada frente a Hollande pero Bayrou no contaba con el empuje final del presidente saliente que, subido a lomos de la masacre de Toulouse, ha conseguido una ligera remontada en los sondeos.

La venganza, con todo, puede servirse fría de cara a la segunda vuelta, tal y como aseguraba una fuente cercana suya a su querido Economist:

"Si Bayrou piensa que Sarkozy ganará, pedirá un precio muy alto, pero si cree que Sarkozu perderá se pondrá detrás de Hollande y Sarkozy habrá perdido definitivamente", concluia.