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Romney consigue dar en Florida la vuelta al mapa electoral a golpe de talonario

  • El ex gobernador de Massachussets retoma su posición de favorito
  • Su entorno ha invertido más de 13 millones de dólares en publicidad
  • Su gran rival, Gingrich, 2,5 millones 

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Mitt Romney ha conseguido una rotunda victoria en Florida, con el 47% de los votos. Lo que supone una diferencia de 15 puntos por encima de su gran rival, el ex presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich.

El ex gobernador de Massachussets retoma su posición de favorito en estas primarias republicanas y hoy todos los cálculos tratan de pronosticar si esta es la batalla definitiva. Si Florida es un estado tan importante y esta victoria tan contundente, como para afianzar la candidatura de Romney y concluir estas primarias por la vía rápida. En 2008 lo fue para John McCain. Y el aclamado senador Marco Rubio aseguraba antes de conocerse los resultados que el ganador de Florida es decisivo y “ganará las primarias republicanas al final del día, porque este estado representa lo que es el resto del país”.

Pero las cosas no parecen tan sencillas, después de semanas de baile en las encuestas, alternando los primeros puestos entre los cuatro aspirantes republicanos a la nominación presidencial del partido.

La campaña, en cifras

Romney ha conseguido darle la vuelta al mapa electoral dibujado en Carolina del Sur a golpe de talonario. Su entorno ha invertido más de 13 millones de dólares en publicidad electoral, frente a los 2,5 millones de Gingrich.

Una de las cifras que conocíamos anoche al cierre de la campaña en Florida es que el 93% de todos los anuncios electorales son publicidad negativa, incendiando aún más el tono político de estas primarias.

Una gran estructura de campaña sobre el terreno de Romney y una impecable actuación en los dos últimos debates electorales, han hecho el resto. El 83% de los votantes de Florida asegura que estos debates televisados han influido de manera decisiva en su voto. También el voto por correo y anticipado ha beneficiado a Mitt Romney. Se calcula que medio millón de personas votaron antes de la jornada electoral, un factor decisivo en estos comicios de Florida, porque la mayoría enviaron su voto antes de la derrota de Carolina del Sur.

A todo esto hay que sumarle la desaparición de Rick Santorum y Ron Paul, que directamente se saltaron este estado para dedicarse a la campaña en Nevada y Colorado, por una cuestión de rentabilidad económica y realismo electoral.

En este momento, según los cálculos de los medios estadounidenses, Romney acumula un total de 84 delegados, tras conseguir los 50 de Florida. Frente a los 27 delegados de Gingrich, 10 para Ron Paul y los 8 de Santorum. Pero tengamos en cuenta que son necesarios 1.144 delegados para alcanzar la nominación presidencial en la convención republicana de agosto en Tampa. Y aún parece una cifra algo lejana.

Este año, los republicanos rediseñaron el proceso de primarias con un reparto proporcional de delegados, pensando en favorecer una pugna larga y más “democrática”. Evitando el todo o nada, del ganador y el perdedor. Pero quizás este reparto se convierta en un freno que eternice la pugna republicana hasta la extenuación de los votantes y la bajada a los infiernos verbales de los candidatos.

El logro de Romney

Indiscutible en este momento es el mérito de Mitt Romney en Florida. Consigue arrancar un abrumador porcentaje del voto republicano más conservador de EEUU.

Según las encuestas a pie de urna de ayer, dos de cada tres votantes republicanos se confesaban seguidores en mayor o menor medida del ultraconservador Tea Party. Y un 34% se declaraba “muy conservador”. Hasta ahora ese era el gran punto débil del moderado ex gobernador de Massachussets, al que se le reprocha no ser “un conservador de verdad” y no ser capaz de arrastrar el voto republicano más extremo. Para muchos esa puede ser la gran fortaleza de Romney, convencer al voto independiente o centrista.

Florida da muchas claves de cómo va a ser la contienda presidencial este próximo otoño. Para algunos representa una suerte de microcosmos del conjunto del país.

Es el cuarto estado de EE.UU., con 18 millones de habitantes y uno de los grandes castigados por la crisis económica. Con un 9,9% de desempleo, Florida concentra la cuarta parte de los desahucios hipotecarios del país. Ha dejado de ser el estado idílico, destino mundial para una jubilación privilegiada.

Los 4 millones de mayores que viven aquí también han visto cómo aumentan sus facturas, y se les hace imposible afrontar el pago del seguro médico privado que cada vez les ofrece menor cobertura.

El 22% de la población de Florida es hispana. Aunque es cierto que el voto latino de este estado, con gran peso cubano no es representativo del perfil nacional: de mayoría mexicana, demócrata, preocupado por la reforma migratoria, la situación de los irregulares, las deportaciones, el Dream Act y la seguridad fronteriza.

En Florida, los candidatos se han concentrado en lanzar eficaces advertencias a Cuba y Venezuela; censurar la permisividad internacional de Obama (un presidente “con una política de apaciguamiento y disculpas, decía anoche Romney) y tratar de pronunciar alguna frase en español. Pero el voto hispano de Florida, como el resto, considera su prioridad la economía y el empleo.

Florida abre camino hacia la próxima cita de estas primarias: en Nevada este sábado. Para muchos la batalla republicana no irá más allá del llamado “supermartes”, que concentrará una decena de estados llamados a las urnas el 6 de marzo.

Mientras, la Casa Blanca rediseña milímetro a milímetro su estrategia electoral. Confiando en que estas elecciones no se conviertan en un referéndum a la política económica del presidente de EEUU, sino en una guerra de posturas ante la vida: subrayando el llamamiento a la justicia social, la equidad económica y las oportunidades para todos que defendió Barack Obama en su reciente discurso del Estado de la Nación. Dice la tradición no escrita que para ganar la Casa Blanca, hay que ganar antes en Florida. Y el partido demócrata también ha tomado buena nota.