Enlaces accesibilidad

Amnistía Internacional dice que las protestas y la represión continuarán en el mundo árabe en 2012

  • Según la ONG la violencia continuará a manos de los nuevos Gobiernos
  • Frente a los cambios superficiales, la población pide cambios concretos

Por
Amnistía cree que la represión continuará en el mundo árabe

El 17 de diciembre de 2010 el joven tunecino Mohamed Bouazizi se quemó a lo bonzo en Túnez prendiendo la mecha de las revueltas árabes. La ola de protestas entre la población civil, fuertemente reprimida por las autoridades, acabó con el derrocamiento de Ben Alí en Túnez y Hosni Mubarak en Egipto

En Libia, el recrudecimiento de los enfrentamientos entre opositores y seguidores del régimen de Muamar el Gadafi desembocó en una guerra civil que terminó con la muerte del dictador de forma violenta. En Siria, Bachar al Asad se mantiene en el poder a pesar de la presión internacional mientras la violencia deja ya más de 5.000 muertos en el país, según los últimos datos de la ONU

Pero, aunque Ben Alí, Mubarak o Gadafi estén ya fuera de juego --un año después del inicio de las protestas-- Amnistía Internacional prevé que la represión y la violencia continuarán azotando, “con toda probabilidad”, a Oriente Medio y el Norte de África durante este año, en esta ocasión a manos de los nuevos Gobiernos.

Sin reformas institucionales clave

Según el informe Año de rebelión. El estado de los derechos humanos en Oriente Medio y el Norte de África, a pesar del optimismo inicial que se vivió en la región, no se han producido reformas institucionales clave que garanticen que este tipo de abusos no se repiten.

Los Gobiernos se han negado a reconocer que todo ha cambiado

“Salvo escasas excepciones, los gobiernos se han negado a reconocer que todo ha cambiado”, manifiesta Philip Luther, director provisional del Programa para Oriente Medio y el Norte de África, quien añade que los “cambios superficiales” realizados por los gobiernos ponen de manifiesto que su objetivo sigue siendo la supervivencia del régimen.

Por su parte, los movimientos de protesta piden más. “No se dejarán engañar por reformas que apenas suponen diferencia. Quieren cambios concretos en la manera en que son gobernados, y quieren que los responsables de los delitos cometidos en el pasado rindan cuentas de sus actos”, explica Luther.

Por países, el balance que hace Amnistía Internacional cuando se cumple un año del estallido de las revueltas es el siguiente:

  • Túnez. Aunque el levantamiento trajo consigo mejoras importantes en materia de derechos humanos, mucha gente considera que el ritmo de cambio ha sido demasiado lento y las familias de las víctimas aún esperan que se haga justicia. Para 2012, la ONG considera fundamental que Túnez redacte una nueva constitución que garantice la protección de los derechos humanos y la igualdad ante la ley.
  • Egipto. Aunque el gobierno militar que dirige el país tras la caída de Mubarak se comprometió a satisfacer las demandas de la revolución, “ha sido el responsable de un catálogo de abusos que, en algunos aspectos, eran peores que los cometidos durante el gobierno de Hosni Mubarak. El ejército y las fuerzas de seguridad reprimieron violentamente las protestas contra el nuevo gobierno militar entre octubre y diciembre de 2011. En este sentido, la organización teme que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas renueve sus intentos de limitar la capacidad de la población egipcia.
  • Libia. Pese a que el Gobierno Nacional de Transición pidió a sus partidarios que evitaran los ataques de represalia, los graves abusos cometidos por las fuerzas contrarias a Gadafi  rara vez se han condenado. Según datos de la ONU, unos 7.000 detenidos  permanecían recluidos hasta noviembre bajo el control de las brigadas  del nuevo gobierno, sin perspectivas de ser sometidos a un proceso  judicial adecuado.
  • Siria. Las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia han sido responsables de homicidios y torturas sistemáticos que constituyen crímenes de lesa humanidad. Al finalizar el año, se había informado de más de 200 muertes bajo custodia, una cifra 40 veces superior a la media anual reciente de Siria.