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EL PORQUÉ DE LA CIENCIA

¿Por qué tenemos vértigo?

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El miedo a las alturas es popularmente conocido como vértigo, pero desde el punto de vista médico es fobia a las alturas
El miedo a las alturas es popularmente conocido como vértigo, pero desde el punto de vista médico es fobia a las alturas

PREGUNTA: ¿Porqué tenemos vértigo? ¿Es hereditario? María Alonso.

Está sentado en el sofá y nota que la habitación se mueve y se balancea como si estuviera en un barco. Pero no es real. La habitación está estable y usted está quieto. Es una mala pasada que le están jugando su oído y su cerebro. Está sufriendo un vértigo.

"El vértigo es una alucinación. El paciente percibe movimiento donde no lo hay", explica a RTVE.es Gabriel Trinidad, otorrinolaringólogo en el Complejo Hospitalario Universitario de Badajoz.

"El más frecuente es el vértigo posicional paroxístico benigno. Es el que sucede cuando cambiamos de posición y movemos la cabeza, como al levantarnos o al sentarnos, un 30% de las consultas que atiendo son por este motivo".

El oído interno

Para mantener el equilibrio nuestro cerebro utiliza, entre otras cosas, los estímulos recogidos por el aparato vestibular, situado en el oído interno.

A grandes rasgos, este sistema está formado por dos partes: una recoge los movimientos lineales (hacia delante, hacia atrás hacia arriba y hacia abajo) y otra los angulares, o sea, los giros.

La primera parte está formada por dos vesículas. Allí existen receptores en forma de pelitos (cilios). "Los estímulos que registran son la dirección de los movimientos y la aceleración que sufren unas piedrecillas (partículas de carbonato de calcio y material proteico) embebidas en un gel”, explica Trinidad.

"Es algo así como las piedras de la orilla del mar, los leves movimientos que hacen nos indican cómo se mueve el agua", ilustra. Leen los movimientos de estos pelitos, que envían al cerebro a través de los nervios.

El otro, el de las aceleraciones angulares, está formado por tres canales semicirculares, que tienen sus propios sensores (sin piedrecitas) y recogen los cambios de velocidad en los tres ejes del espacio (por eso hay 3).

Señales anómalas

A veces una de estas piedrecillas de las vesículas se desprende -por envejecimiento, golpes, actuaciones odontológicas, y, la mayoría de las veces, por causa desconocida- y entra en alguno de los conductos semicirculares.

Esta alteración produce una señal anómala y el cerebro las interpreta como giros que en realidad no están sucediendo.

Los vértigos no son hereditarios

Tienen cura en casi todos los casos. "Para solucionarlo hay que devolver a piedrecita a su sitio. Se hace mediante unas maniobras. Se mueve la cabeza del paciente de una manera u otra (según dónde esté ubicada la piedra) para mover la piedra y devolverla al saco del que se ha desprendido. Una vez allí se disuelve y desaparece", explica.

Los vértigos no son hereditarios. Las causas del vértigo posicional paroxístico benigno porque es consecuencia de circunstancias que no tienen ningún vínculo con los genes.

Hay otro tipo de vértigos, menos frecuentes, y que son consecuencia de trastornos de salud de otra naturaleza y de difícil curación, como un infarto cerebral, meningitis, enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, la enfermedad de Meniere o tumores. Algunos de estos casos sí pueden tener una predisposición genética.

Miedo a las alturas

La desagradable sensación de mareo que sentimos cuando tenemos miedo a las alturas es popularmente conocida como vértigo, pero desde el punto de vista médico es fobia a las alturas.

En esa situación no hay ninguna alteración en el aparato vestibular y sí psicológica. Ante el riesgo de caer desde un lugar alto, nuestro cerebro pone en alerta a nuestro cuerpo y lo prepara para enfrentarse a la situación.

Esa sensación la vivimos de muy distinta forma en función de nuestras características y nuestras experiencias previas.

Si no tenemos fobia se limitará a un 'chute de adrenalina' y en el caso de sentir miedo será un ansiedad intensa y aguda, o sea, un 'mareo terrible'.