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Teothihuacan, los tesoros de la Ciudad de los Dioses, al alcance de los mortales en Madrid

  • CaixaForum Madrid muestra 400 piezas de esta cultura prehispánica de Mesoamérica
  • Hasta el 13 de noviembre se ve el resultado de un siglo de excavaciones

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"Teotihuacan, Ciudad de los Dioses", en Madrid

Está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1987, llegó a ser la sexta ciudad más grande de su tiempo -con casi 200.000 habitantes- y es una de las grandes maravillas arqueológicas. Teothihuacan fue durante 800 años -entre el siglo II a.C. y el VII d.C.- el centro de una potente civilización de la Mesoamérica de los mayas, aztecas u olmecas.

Hasta el 13 de noviembre, madrileños y visitantes podrán disfrutar en CaixaForum Madrid de la muestra más completa realizada nunca sobre la "Ciudad de los Dioses" -Teothihuacan en lengua náhuatl significa 'lugar de los dioses'-, al igual que han hecho ya mexicanos, parisinos, berlineses, romanos o barceloneses, hasta sumar casi medio millón de visitantes.

"Aquí está la mejor colección jamás organizada sobre la cultura teotihuacana. Sólo hemos dejado fuera las pirámides", ha afirmado en su presentación el director científico del proyecto, Miguel Ángel Báez.

Y en realidad no es una exageración: se exhiben 400 piezas, entre esculturas de piedra, estatuillas de obsidiana, pintura mural, cerámica, adornos de joyería, máscaras rituales o figurillas de animales hallados durante un siglo de excavaciones arqueológicas que reflejan una ciudad muy refinada y muy cosmopolita, abierta a las principales culturas prehispánicas de América Central, a las que también influenció, y en la que se congregaron numerosas etnias; una Nueva York de hace 1.500 años.

Una metrópoli de 22,5 km2 aún misteriosa

La exposición comienza introduciendo al visitante en el desarrollo urbanístico de una metrópoli que, aún hoy día, "sobrecoge por el tamaño de sus estructuras y de la propia ciudad", según ha explicado Alfonso de María, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, junto al que CaixaForum organiza la exposición.

Se trata de una ciudad de 22,5 kilómetros cuadrados, a 45 kilómetros de Ciudad de México y que comenzó a gestarse en el primer siglo y medio después de Cristo, cuyo eje principal era la Calzada de los Muertos, con un trazado de dos kilómetros, que atravesaba la ciudad de norte a sur y contemplaba las impresionantes Pirámides del Sol y de la Luna; estructuras a base de taludes de piedra, de 63 metros de alto y 225 de lado la primera, y 45 de alto por 45 de lado la segunda, dimensiones difíciles de imaginar para los medios constructivos de entonces.

Ambas pirámides, junto al Palacio de los Jaguares o el templo de Quetzalcóalt, son referentes de la cultura universal e importante foco de atracción turística.

Pero, además de a través de su arquitectura y urbanismo, el recorrido planteado por el comisario de la exposición, el arqueólogo Felipe Solís, fallecido en 2009, permite conocer la cultura teotihuacana, cómo vivían, en qué creían o cómo se organizaban, a través de piezas que desvelan cómo era su sistema político, su economía o su actividad militar -de hecho, al contrario de lo que se pensaba en principio, era un pueblo muy expansionista-, sus creencias y rituales, la vida en sus palacios o las relaciones con otras culturas.

Deidades y gobernantes

La pintura mural fue una de las principales artes de esta civilización -se cree que la ciudad estaba totalmente cubierta de estucos pintados- y muchas muestras de ella pueden contemplarse en la exposición "Teothihuacan, Ciudad de los Dioses". Estas pinturas murales, junto a la impresionante producción cerámica, además de vasijas o esculturas, permiten descubrir cuáles fueron sus principales deidades: la serpiente emplumada Quetzalcóalt y el dios de la lluvia y la fertilidad Tláloc.

También fue objeto de culto el jaguar. De hecho, una de las piezas más emblemáticas de la muestra es el recientemente descubierto Gran Jaguar de Xalla, una fachada escultórica que conserva gran parte de su policromía.

Lo que aún no está muy claro es cuál fue el sistema de gobierno de la que fue la organización política compleja más temprana del México antiguo, que dominó el altiplano central y estableció redes comerciales, políticas y militares con otras regiones de Mesoamérica. Así, se desconoce si existía un sistema basado en las decisiones de varios gobernantes o era un gobierno unipersonal o si los sacerdotes estaban en el máximo estrato social, aunque ahora se crea que servían a una clase política. Todos ellos, sacerdotes, comerciantes, embajadores y militares, están representados en la pintura mural y en la cerámica, pero solo muestran sus tareas y oficios.

Mina por descubrir

Y es que, pese a llevar un siglo de excavaciones, aún queda mucho por investigar en esta ciudad prehispánica: "Arqueológicamente hablando es una mina muy grande de objetos por descubrir", ha subrayado De María.

Un ejemplo de ello es alrededor de la Calzada de los Muertos existen más de 2.000 conjuntos habitacionales, creados todos bajo un mismo canon constructivo, pero con una vida en su interior totalmente distinta, según explica Báez. "Hasta ahora solo hemos excavado 15 de esos conjuntos; nos quedan otros 1.985", explica plásticamente el director científico, que incide en que intentan "dejar un poco la monumentalidad para comprender quiénes son y cómo viven".

Quizás estas investigaciones ayuden a comprender uno de los mayores misterios que encierra la Ciudad de los Dioses: cómo fue su fin. Las capas de ceniza halladas en los yacimientos parecen indicar que hacia mitad del siglo VII toda la ciudad fue arrasada por un gran incendio, aunque también hay indicios de que revueltas, que pudieron darse contra el poder establecido o por invasiones de pueblos vecinos.

Una misteriosa pista sobre el fin de Teothihuacan cierra la exposición: el Disco de la Muerte, una figura en piedra que alude al misterioso fin de esta antigua civilización, que hoy está más viva que nunca en Madrid.