Enlaces accesibilidad

El rescate deja sin crédito a los politicos griegos

  • Papandréu lucha por su superviviencia política entre la división política y social
  • Ha conseguido calmar a su partido mientras la oposición espera su caída
  • Los griegos dan la espalda a la austeridad y cuestionan las bases de su sistema
  • El sector privado y el público se reparten culpas mientras se ve el fin de una era

Por
Un 'indignado' griego, durante una cacerolada contra el Parlamento.
Un 'indignado' griego, durante una cacerolada contra el Parlamento.

Mientras espera que el Parlamento le de su confianza esta medianoche, el primer ministro griego, Yorgos Papandréu, podrá lanzar un pequeño suspiro tras desahacerse, como Sísifo en el mito, de la carga de una piedra que le lleva pesando desde hace varios días, la de la división interna de su propio partido, el socialista PASOK.

Pero al día siguiente se encontrará de nuevo con otra nueva piedra sobre sus espaldas y una nueva pendiente que subir: la del encuentro con los representantes de la 'troika' del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, que acuden por sorpresa a Atenas para asegurarse de que su Gobierno cumple las condiciones pactadas.

En el otro lado estará su nuevo ejecutivo, en el que buena parte de los nuevos ministros, encabezados por su antiguo rival en el PASOK y actual ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, y su segundo en el departamento, Pantelis Oikonomou,  piden un retoque del paquete de medidas adoptado e incluso han criticado abiertamente las condiciones del mismo.

Piedras en el camino

Si consigue llevar ambas piedras a la cima y aprobar el nuevo paquete de medidas de austeridad de forma satisfactoria para ambas partes el próximo 28 de enero, aún tendrá otras al inicio de la colina.

Por ejemplo, la huelga de 48 horas convocada por unos sindicatos que no se cansan de salir a la calle y que ahora cuentan con el apoyo de ciudadanos indignados que acampan en la plaza ateniense de Sintagma y que han dejado de confiar en Papandréu y en sus medidas de austeridad ante el deterioro progresivo de sus condiciones de vida.

O la reunión del Eurogrupo del próximo 3 de julio en el que los ministros de Finanzas europeos tendrán que decidir si lo aprobado es satisfactorio para aprobar un nuevo tramo del plan de rescate, valorado en 12.000 millones de ellos. Si no es así, se calcula que el país entrará en suspensión de pagos a partir del 15 de julio.

O el referéndum de septiembre en el que pretende someter a la opinión pública su proyecto de reformas.

La quiebra de un proyecto

Pero en realidad, la piedra mayor y más difícil de levantar de Papandréu es la quiebra de la confianza en un sistema político del que él mismo es un representante característico.

Hijo y nieto de primeros ministros, nacido en Estados Unidos y sociólogo de profesión, Papandréu accedió al poder tras ganar las elecciones en octubre de 2009 y superar una elección interna en el PASOK frente a Venizelos.

Su victoria fue lo suficientemente amplia para asegurarse una mayoría absoluta de 155 escaños de 300 que ha sido básica para aprobar las sucesivas medidas de austeridad y solo ante la rebelión de sus propios diputados ha tenido que proceder a la reeestructuración de su Gobierno la pasada semana.

Sin embargo, nada más llegar se encontró con un regalo envenenado de su predecesor, el líder de Nueva Democracia, Kostas Karamanlis, (otro arquetipo de la política griega, es sobrino del exprimer ministro y presidente histórico Kostantinos Karamanlis): unas cuentas públicas en mucho peor estado de lo previsto, con sucesivos engaños a las autoridades comunitarias.

Ante esta situación y la inevitable salida de tener que apretarse el cinturón, los ciudadanos griegos dieron su confianza a Papandréu para que hiciese el trago lo más suave posible.

Rechazo social

Sin embargo, tras un año de rescate y con la perspectiva de nuevas subidas de impuestos, privatizaciones y recortes sociales, los griegos que en silencio habían confiado en el líder socialista para salir de la crisis han dicho basta.

Una encuesta realizada el mes pasado señalaba que el 80% de la población se niega a hacer más concesiones a los prestamistas internacionales y han dejado de ver con terror la entrada en suspensión de pagos.

Sobre el paquete concreto de medidas de austeridad que se va a debatir a finales de junio, el 47,5% considera que el parlamento debe rechazarlo y convocarse elecciones anticipadas mientras que el 35% sigue defendiendo las medidas de austeridad.

Es con estas encuestas sobre la mesa cuando los diputados del PASOK empiezan a rebelarse contra Papandréu, conscientes de una casi derrota electoral pese a que la legislatura no acabaría hasta 2014.

"Este gobierno está casi muerto. No puedo ver cómo puede sacar adelante las muy, muy dolorosas medidas que el país necesita. Era duro hace diez meses, pero es mucho más duro ahora", comenta a Time el profesor de la Universidad de Atenas Kostas Ifantis.

Cortoplacismo

En un órdago parlamentario, el primer ministro ofreció un gobierno de unidad a la oposición, que pidió su cabeza a cambio

La oferta de consenso se quedó finalmente en una operación política para ganar tiempo a corto plazo en la que ha colocado a sus enemigos políticos dentro del PASOK en puestos de responsabilidad para conseguir apaciguar la lucha interna.

"La crisis interna dentro del PASOK se ha resuelto... Por cuánto tiempo ya es otra cuestión", señalaba Giorgos Floridis, un diputado socialista que renunció a su escaño ante el desacuerdo con la política de su Gobierno y que da por hecho que los diputados socialistas aprobarán el 28 de junio las nuevas medidas de austeridad.

El problema está ahora en los inversores y los socios de la UE. Venizelos no cuenta con la experiencia de su predecesor, el impopular tecnócrata George Papaconstantinou.

"Ahora los que están llamados a implementar esas medidas creen menos en ellas que Papaconstantinou", aseguraba a Reuters con ironía, Stefanos Manos, también exministro de Finanzas.

Pero la credibilidad del Gobierno de Papandréu ya está dañada de antes por su costumbre de aligerar buena parte de las duras medidas anunciadas a sus socios europeos para no perder apoyo electoral.

Por ejemplo, antes del cambio de Gobierno y para calmar a los suyos, Papandréu convención a Papaconstantinou de que suavizase el aumento de impuestos anunciado.

Oposición en pie de guerra

En el otro lado, el nuevo líder de Nueva Democracia, Antonis Samaras, insiste en renegociar las condiciones del rescate y en la convocatoria de elecciones anticipadas, consciente de que Papandréu puede ser ya un cadáver político y dispuesto a emular lo ocurrido en Portugal, donde el socialista Sócrates dejó paso al conservador Passos-Coelho tras ser rechazadas sus nuevas medidas de austeridad.

Sin embargo, los griegos parecen estar ya hartos de las dos principales opciones políticas que se han repartido el poder en el país desde la caída de la dictadura de los Coroneles en 1974 e incluso alguno de los diputados de ambos partidos están desertando rumbo a las opciones de extrema izquierda -comunistas- o derecha -los populistas ultraortodoxos.

"Todos los que están en ese edificio deberían estar avergonzados", aseguraba a Time Giorgios Liolios, uno de los acampados en la plaza Sintagma contra el Gobierno. "Quieren que nos sacrifiquemos pero necesitamos ver por qué nos sacrificamos", denunciaba.

Juego de culpas

Pero en realidad el "y tú más" que los partidos griegos despliegan en el parlamento -conocido por sus habituales enfrentamientos verbales y hasta físicos- refleja para algunos una forma de ser de la propia sociedad griega.

"El gran problema de la sociedad griega es la tendencia a considerar a otro responsable de todo lo que va mal", asegura a Reuters el analista Theodore Coulombis.

En un reciente artículo, Spyros Economides, experto del Observatorio Helénico de la London School of Economics, retaba a los acampados de Sintagma con una explicación alternativa de lo que ha pasado desde la caída de los Coroneles hasta el rescate.

"Durante toda una generación, los griegos han elegido y apoyado un 'establishment' político a cambio de ser recompensados con un extravagante sistema de apoyo estatal y subsidios", relata en el artículo en el que se sitúa la entrada en la Unión Europea primero y el euro después como "una forma de legitimación del sistema" a través de la entrada de "ríos de dinero y subsidios de varios fondos estructurales y de convergencia".

Este razonamiento recoge una de las principales quejas del sector privado griego: que el peso de la Administración pública ha ahogado a la economía, obligando a una iniciativa privada que supone solo un tercio del PIB a 'mantener' a los otros dos tercios.

Desde el amplio sector funcionarial las culpas apuntan hacia otro lado: a la economía sumergida y la fuga de capitales -muchos de ellos privados- que hace que se hundan las cuentas estatales.

Y mientras, todos señalan a unos políticos con los que la sociedad griega, según Economides, debería firmar un nuevo contrato económico pero también político para salir de la crisis actual sobre nuevas bases.

O, como ya dijo Albert Camus en El Mito de Sísifo: "Llega un tiempo en el que hay que elegir entre la contemplación y la acción".