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El sistema de refrigeración de Garoña provoca contaminación térmica, según Greenpeace

  • Los ecologistas piden a Medio Ambiente que paralice la actividad de la central
  • La temperatura del Ebro supera en más de diez grados el máximo permitido

Por
Activistas de Greenpeace en Garoña
Greenpeace, a favor del cierre

La asociación ecologista Greenpeace ha denunciado que el sistema abierto de refrigeración de la central nuclear de Garoña provoca contaminación térmica en el Ebro y ha pedido al Ministerio de Medio Ambiente que paralice la actividad de la central.

En el informe, realizado por una empresa homológada por la Administración para la recogida y análisis termométrico de muestras de agua, se explica que la temperatura del Ebro, el 9 de febrero de 2011, era de 6,5 grados centígrados y "lo esperable habría sido encontrar a lo largo del río temperaturas de ese orden, y desde luego inferiores a los diez grados".

Sin embargo, la temperatura tras la zona de dispersión térmica, era de entre 17 y 21 grados, cuando la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) especifica en la autorización de la central que "el máximo incremento admisible para ese área, respecto a la temperatura aguas arriba, será en cualquier caso de tres grados".

El sistema de refrigeración está obsoleto y necesita mucha agua

Carlos Bravo, el responsable de la campaña nuclear de Greenpeace, explica que el sistema de refrigeración de Garoña "está obsoleto, no tiene torres de refrigeración de circuito cerrado y necesita una enorme cantidad de agua", en concreto, 24,3 metros cúbicos por segundo y unos 620 hectolitros cúbicos al año.

Parar por falta de refrigeración

Este sistema es vulnerable y en periodos de sequía, como en julio de 2006, la central burgalesa "ha tenido que parar". Bravo también critica que la CHE "ha hecho la vista gorda" y ha dado como buenas las mediciones de Nuclenor, operadora de Garoña, que en febrero de 2010, se encontraban en torno a los siete grados, algo que, a su juicio "no se ajusta a la realidad".

El responsable ecologista considera que la central "está tratando de ocultar el incumplimiento de la autorización de vertido".

Greenpeace destaca la debilidad de Garoña ante situaciones de emergencia porque en condiciones normales ya tiene problemas relacionados con la falta de refrigeración y ha escrito a los ministerios de Interior, Defensa, Industria y Medio Ambiente para exigir la realización urgente de las pruebas de estrés a todas las centrales y el cierre inmediato de las que no los superen.

La organización ecologista insta a que los test analicen la vulnerabilidad a ataques terroristas, ciberataques y sabotajes. Así como la resistencia de los sitemas de contención ante el impacto de aeronaves o misiles, o en situaciones de emergencia. Además de comprobar el conjunto de equipos de seguridad y la respuesta de los sistemas de refrigeración ante cortes de energía eléctrica.

La directora ejecutiva de Greenpeace, Miren Gutiérrez, ha pedido al Gobierno que en la nueva ley, en trámite parlamentario, sobre responsabilidad de las eléctricas no se limite a 1.200 millones de euros, la cantidad por la que tienen que responder en caso de accidente nuclear. Gutiérrez ha recordado que, en la planta japonesa de Fukishima, Merril Lynch ha cifrado en 96.000 millones los daños causados por las fugas radiactivas.