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El striptease de la banca irlandesa no despeja los nubarrones sobre el país

  • Standard & Poor's rebaja la nota de su deuda y Fitch avisa que lo hará
  • Los analistas temen que la recapitalización de la banca exija un nuevo rescate

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Irlanda ha clarificado la solvencia real de su sistema financiero y ha puesto en marcha una severa reestructuración de la banca del país -que se reducirá a tan sólo dos entidades-, pero los inversores advierten de que la dureza de la tarea que queda por hacer no despeja el panorama financiero de la isla.

Esa incertidumbre se ha reflejado este viernes en una nueva rebaja de la nota de solvencia de la deuda irlandesa por parte de Standard & Poor's (S&P), que ha pasado de "BBB" a "BB+". La agencia de calificación ha recortado su rating en un nivel, pero al mismo tiempo ha valorado las pruebas de resistencia realizadas a la banca, con lo que ha cambiado la perspectiva negativa que le aplicaba para ponerla en estable.

Sin embargo, otra agencia -Fitch- ha advertido de que podría reducir la solvencia de la isla (ahora en "BBB+") debido a la que considera previsible una revisión a la baja en su crecimiento de este año.

Como argumento. Fitch recuerda que la economía irlandesa cayó de nuevo en el último trimestre de 2010, con lo que ya acumula tres años de contracción de su actividad, que han supuesto una reducción del 12% en su PIB.

Un rescate demasiado caro para el Estado

Así, los temores de que el Estado irlandés no va a poder con uno de los rescates bancarios más caros del mundo ha ensombrecido el anuncio del nuevo Gobierno sobre la reestructuración del sector.

Esos temores son también el motivo esgrimido por S&P para rebajar su nota. Asegura que existe un riesgo de que los inversores  en deuda irlandesa pudieran verse perjudicados si Dublín se ve obligado a  pedir un nuevo rescate externo, que esta vez saldría del mecanismo de  rescate permanente que la UE pondrá en marcha a partir de 2013.

Según  S&P -y otros analistas- una de las condiciones de ese nuevo  instrumento financiero podría ser que los inversores acepten la  reestructuración de la deuda del país rescatado en cada momento, lo que  supondría admitir una reducción de la rentabilidad contrada en el  momento de la compra de bonos.

Los 85.000 millones de euros que forman el rescate que Irlanda ya ha solicitado forman parte del fondo de ayuda temporal, que no contempla ese tipo de quita.

La percepción de que Dublín no podrá solo con el salvamento de sus bancos se ha reforzado después de que el Banco Central Europeo (BCE) no haya cedido a las peticiones irlandesas y, finalmente, no haya abierto un nuevo mecanismo de liquidez para que los bancos de la isla obtengan préstamos a medio plazo.

El BCE se ha limitado a asegurar a las entidades de Irlanda de que le seguirá proporcionando liquidez a corto plazo, al igual que al resto de la banca de la Zona euro. Hasta finales de marzo, los bancos irlandeses habían solicitado en total 89.000 millones de euros en esos créditos.

"Si eso es todo lo que puede hacer el BCE, entonces ese punto se convertirá en algo importante", ha advertido Holger Schmieding, economista del Berenberg, quien asegura que el supervisor bancario europeo no va a poder retirar -tal y como había anunciado- todas las ayudas de emergencia para apoyar a los bancos.

Un reparto de cargas más suave al anunciado por Dublín

Ante estos miedos, Dublín insiste en que puede asumir la carga de la recapitalización de 24.000 millones de euros que necesitan cuatro de sus bancos. De esa cantidad, el ministro de Finanzas asegura que 17.000 millones se pagarán con la contribución que la propia Irlanda ha aportado al rescate de la UE y el FMI, que asciende a 17.500 millones.

El resto se pagaría con la venta de activos bancarios y la imposición de pérdidas en los bonos subordinados emitidos por los propios bancos (lo que ha cifrado en 5.000 millones)

Así, Irlanda evitaría cargar el salvamento en sus cuentas públicas, una opción que -según fuentes del Gobierno irlandés- podría elevar su deuda estatal hasta el 111% del PIB.

Después del anuncio del Ejecutivo irlandés sobre la reestructuración, los dos bancos más favorecidos -el Bank of Ireland y el Allied Irish Banks- al ser señalados como pilares del nuevo sistema han visto dispararse sus cotizaciones en Bolsa.

A eso también ha contribuido la marcha atrás del Gobierno en su amenaza de que descargaría parte del coste en los inversores en deuda soberana, lo que habría aumentado la ya enorme deuda de los bancos del país, principales tenedores de esos bonos.