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Un ejército bipolar se convierte en el guardián de la transición democrática en Egipto

  • EE.UU. veía al ministro de Defensa Tantaui como "resistente al cambio"
  • Los militares se comprometen a respetar la "legitimidad del pueblo"
  • Sin embargo, no concretan sus pasos y elogian a Mubarak

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Los militares celebran la marcha de Mubarak

"No hay alternativa a la legitimidad del pueblo". Con esta frase el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el órgano que Gobierna Egipto tras la salida de Hosni Mubarak ha querido tranquilizar a la población y a las oposición sobre el futuro del país, que ahora queda en sus manos.

"Sabemos de la gravedad y la seriedad de este tema y de la demanda del pueblo de iniciar cambios radicales", ha añadido en el tercer comunicado hecho público en las últimas 24 horas, donde se asegura que habrá otro nuevo comunicado donde se detallarán los pasos y procedimientos que se pondrán en marcha.

"El Consejo Militar Supremo está estudiando cómo conseguir que se cumplan las esperanza de nuestro gran pueblo", ha añadido un oficial se ha dirigido al país a través de la televisión estatal, donde ejercido de nuevo el característico juego de equilibrios que lleva ejerciendo en los últimos días.

Por un lado, los militares han expresado su agradecimiento "a todos los mártires que han sacrificado su vida" en favor de la libertad del país.

Por otro, elogian al presidente Mubarak por dejar el cargo "en interés de la nación".

División en el ejército

Y mientras, en las calles, su máximo dirigente, el ministro de Defensa, Mohamed Hussein Tantaui, saludaba a las masas enfervorecidas ante el palacio presidencial de El Cairo, donde ha pasado a bordo de un vehículo civil escoltado.

Sin embargo, la información sobre la que a estas horas todo el mundo se pregunta, es decir, qué pasos han dado los altos mandos militares y cuáles han sido los debates internos mantenidos durante todas las protestas y especialmente en las últimas 24 horas sigue siendo una incógnita.

Según una fuente oficial estadounidense citada por la NBC la clave de la caída de Mubarak estuvo en la noche del jueves, cuando un grupo de altos mandos militares amenazaron con quitarse los uniformes y unirse a las protestas si no se iba el presidente.

Preguntado sobre si se trataba de un golpe de Estado encubierto, la fuente solo añadía: "Llámelo clara presión militar".

Según la BBC, la fractura entre los generales más antiguos, de la generación de Mubarak, y los más jóvenes, llegó a su cénit en las últimas jornadas.

Los primeros siempre fueron partidarios de su continuidad; los segundos querían cambios, conscientes de que el ejército ha estado presente siempre en las grandes revoluciones.

Hay un precedente histórico de esto: en 1952 la mayoría de los oficiales mayores preferían la monarquía mientras que los jóvenes, incluyendo el coronel Gamal Abdel Nasser, que se haría con el poder, querían el golpe.

Tras Nasser, otros dos generales han gobernado Egipto: el asesinado Anwar Sadat y Hosni Mubarak.

Todos formaban parte de un 'establishment' vagamente socialista, anti islamista, autoritario y dependiente de la Policía secreta.

El papel de Tantaui

Pese a la lealtad a su antiguo compañero, los viejos militares como el ministro de Defensa y principal hombre fuerte del país, Mohamed Hussein Tantaui no han tenido otra opción que permitir su caída, sobre todo por la presión de Estados Unidos, país con el que tienen estrechos lazos y que financia con 1.300 millones de dólares a las fuerzas armadas egipcias.

El problema es el papel que a partir de ahora jugará Tantaui, que en los papeles de Wikileaks aparece descrito por el Departamento de Estado como justamente lo contrario que ahora se espera de él: un reacio al cambio.

Tantaui, de 75 años, es calificado de la siguiente manera: "Cálido y cortés, él está aún anclado en el paradigma militar posterior a los acuerdos de Camp David que ha servido a los intereses de su cohorte reducida en las últimas dos décadas".

En esos papeles se indica que Washington ha pedido el cambio de manera insistente pero que Tantaui se ha opuesto "tanto a la reforma económica como política al considerar que erosiona el poder del Gobierno central".

Con todo, Tantaui se ha cuidado de ser el primer militar que se ha reunido con los manifestantes de la plaza Tahrir, que han ido pasando del deseo de apoyo militar a la frustración de manera oscilante durante las protestas.

El ejército se desplegó en las calles el viernes 28 de enero tras perder el control de la situación la Policía, más represiva y violenta, que se retiró por unos días mientras se instauraba el toque de queda.

Amagar y no dar

Tres días después mostraba una aproximación a los manifestantes al calificar de "legítimas" sus protestas de cara a la gran manifestación del día siguiente, pero cuando Mubarak apareció casi a medianoche diciendo que no se iba a volver a presentar consideró sus palabras suficientes.

Entonces volvió a virar a favor del régimen y pidió a los manifestantes que se fueran a la calle, algo que no hicieron.

Ante su inacción, partidarios de Mubarak agredieron a los manifestantes pacíficos en la plaza Tahrir y solo la indignación internacional hizo que 24 horas después estableciese los mecanismos de protección necesarios en las inmediaciones de la plaza.

Desde entonces ha ido tratando de estrechar el cerco sobre los que estaban en la plaza, amagando con abrirla al tráfico y desalojarlos pero sin terminar de entrar en el enfrentamiento directo.

Eso sí, informes como el del Human Rights Watch han denunciado su implicación en la detención ilegal y los malos tratos de decenas de manifestantes en las inmediaciones de la plaza.

La últimas 24 horas son el mejor resumen de su bipolaridad: si el primer comunicado era recibido con alegría al verse como un respaldo a los manifestantes y casi un golpe de Estado de facto -Mubarak no aparecía presidiendo el Consejo Supremo pese a que es su función- el segundo, emitido esta misma mañana, desataba la ira popular por respaldar las propuestas del ahora ex presidente.

Tan solo unas horas después, Mubarak caía y, por fin, la balanza caía de uno de los lados.