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Merkel reconoce que será duro lograr un acuerdo sobre su plan de competitividad para la Eurozona

  • Alemania quiere un acuerdo antes de aceptar el refuerzo del fondo de rescate
  • El resto de países del euro se oponen a una o varias de las medidas incluidas

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Alemania y Francia van a necesitar toda su capacidad de persuasión para convencer a sus socios de la Zona euro para que acepten el plan de competitividad auspiciado por ambos gobiernos. Así lo ha reconocido este lunes la propia canciller alemana, quien ha asegurado que las negociaciones van a ser duras.

Durante una visita oficial a Polonia -donde también ha coincidido con el presidente francés, Nicolas Sarkozy-, Angela Merkel ha asegurado: "ya está claro que las negociaciones serán duras. Pero queremos un acuerdo y todavía queda un poco de tiempo".

Merkel ya ha advertido que quiere un acuerdo sobre las medidas propuestas para impulsar la convergencia de las políticas económicas de sus socios con las alemanas, y ha especificado que lo quiere antes de dar el visto bueno al refuerzo del mecanismo de rescate europeo, una decisión prevista para marzo.

Pero el pasado viernes, en la cumbre extraordinaria de líderes europeos celebrada en Bruselas, el resto de países de la Eurozona recibieron con reticencias la propuesta franco-alemana, debido a la falta de contactos previos  con la mayoría de gobiernos y también, a los objetivos elegidos por  Berlín como prioridades.

Un abanico de 'noes' para Merkel

Grecia -que ya aplica un exigente plan de austeridad como consecuencia de la aceptación de un rescate internacional de 110.000 millones de euros- se opone a la exigencia de que los países deban incluir en sus Constituciones la prohibición de déficits públicos como condición para aspirar a recibir futuras ayudas financieras.

Italia -el segundo país de la UE con mayor deuda pública respecto al PIB, por detrás de Grecia- tambien rechaza incluir ese veto en su Constitución.

Por su parte, España rechaza renunciar a que la actualización de los salarios esté ligada a la inflación, ya que considera que este sistema ha funcionado en el país hasta ahora y ha permitido flexibilidad cuando se ha necesitado.

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ya avisó el viernes pasado de que las posturas en el seno del Consejo estaban muy distantes sobre las propuestas franco-alemanas, pese a que un día antes -durante la cumbre hispano-alemana en Madrid- él mismo se había mostrado receptivo a la mayoría de las propuestas.

Lo mismo opinan los gobiernos de Bélgica, Portugal, Luxemburgo y Austria, que aplican también la indixación de los sueldos al IPC.

Además, Viena también es contraria a fijar una edad de jubilación unificada en la Zona euro y tampoco acepta que se establezca un sistema que condicione la edad de retiro a las tendencias demográficas de cada Estado miembro.

En cuanto a Irlanda -que confía en atraer inversión extranjera para recuperarse de la crisis que le ha obligado a admitir el rescate europeo-, descarta la idea de armonizar el Impuesto de Sociedades, que llevaría a fijar un impuesto mínimo a las empresas, común a todos los países del euro. Dublín ha defendido con uñas y dientes sus bajas tasas a las empresas, hasta ahora, uno de los secretos de su éxito en la captación de multinacionales.

Un alto funcionario de uno de los países del sur de Europa -que no ha querido revelar su identidad- ha declarado a Reuters que el plan de Alemania y Francia contempla aspectos que tienen poco o nada que ver con las causas que han desencadenado la actual crisis de deuda en la Eurozona.

Abiertos a negociar y a la suma de países ajenos al euro

"Si tenemos que aprobar este paquete, la primera cuestión es: 'Si hubiéramos tenido este plan hace cinco años, ¿se habría evitado la crisis?'. Pero un paquete de medidas que sólo contiene normas fiscales más estrictas no habría evitado la crisis en Irlanda, España o Portugal, ya que todos ellos tenían cuentas públicas muy sólidas".

Durante su rueda de prensa de este lunes en Varsovia, tanto Merkel como Sarkozy han eludido todas las preguntas planteadas sobre esa oposición a su plan de competitividad y se han limitado a decir que confían en que Polonia se adhiera al programa, ya que está abierto también a países que, como este Estado, no son miembros del euro.

Sin embargo, el apoyo de Varsovia parece en entredicho, ya que un diplomático europeo ha revelado a Reuters que el primer ministro polaco, Donald Tusk, preguntó a Merkel y Sarkozy durante la cumbre del viernes "si realmente pensaban que tienen derecho a tratar a los demás de esa forma".

Las autoridades francesas han explicado que cada medida contenida en el plan está abierta a negociación, y la canciller alemana ha señalado que está a la espera de propuestas adicionales de la Comisión Europea sobre sus ideas.