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Dilma Rousseff asume el poder en Brasil bajo la promesa de erradicar la pobreza extrema

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Dilma Rousseff, presidenta de Brasil

Dilma Rousseff, economista de 63 años, recogió el testigo de la era Lula asumiendo como primera presidenta de Brasil en un acto celebrado en el pleno de la Cámara de Diputados, en Brasilia. En el discurso inaugural de su mandato, Rousseff se ha comprometido a "erradicar la pobreza extrema" en el país carioca.

Prometo promover el bien general del pueblo brasileño

"Prometo mantener y defender la Constitución, observar las leyes, promover el bien general del pueblo brasileño, sustentar la unidad, la integridad y la independencia de Brasil", dijo Rousseff en una sesión solemne encabezada por el presidente del Senado, José Sarney.

Poco antes de recibir la banda presidencial de manos de su mentor  político y ahora ex mandatario, Luiz Inácio "Lula" da Silva, Rousseff ha enunciado el objetivo de su mandato: "Mi compromiso supremo es honrar a las mujeres, proteger a los más frágiles y gobernar para todos".

"La lucha más obstinada de mi gobierno será para erradicar la pobreza extrema", que afecta todavía a 18 millones de personas en un país de 191 millones de habitantes, convertido ya en la octava economía del mundo.

También ha mencionado como prioridades de su mandato impulsar la educación, la sanidad y la seguridad. "Podemos ser un país más desarrollado y justo, y convertirnos en una democracia vigorosa", ha proclamado.

Ha tenido un recuerdo para su mentor, Lula, a quien ha rendido homenaje: "Voy a consolidar la obra transformadora del presidente Lula", ha prometido.

El momento más emotivo del discurso se ha producido al rememorar sus años como guerrillera contra la dictadura brasileña y su paso por la cárcel, donde permaneció tres años y fue torturada. "Consagré mi juventud a luchar por un Brasil mejor, soporté situaciones extremas, pero no guardo ningún rencor", ha asegurado, a punto de llorar.

Además, ha asegurado que será "intransigente" en la defensa del interés público. "La corrupción se combatirá permanentemente", ha subrayado.

Una política exterior basada en la defensa de la paz y el multilateralismo

En su discurso, Dilma Rousseff ha asegurado que su gobierno buscará reforzar los vínculos con los países de América Latina y el Caribe, así como profundizar las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

"Preservaremos y profundizaremos la relación con Estados Unidos y la Unión Europea", ha manifestado Rousseff, quien también ha expresado su intención de continuar reforzando los lazos "con los hermanos de América Latina y el Caribe, con los hermanos africanos", así como con los demás países emergentes y de Oriente Medio.

Rousseff ha asegurado que la política exterior de Brasil estará basada en "la promoción de la paz, el respeto al principio de no intervención, la defensa de los derechos humanos y el fortalecimiento del multilateralismo", valores que ha calificado como "clásicos" en la tradición diplomática brasileña.

La presidenta número 40 de Brasil ha añadido que su gabinete estará comprometido en la lucha contra "el hambre y la miseria en el mundo" y ha destacado que el país trabajará con "vehemencia y firmeza" por asociar el desarrollo económico político y social brasileño al del conjunto del continente.

Brasil no puede mostrar indiferencia ante la proliferación nuclear y el terrorismo

"Podemos transformar nuestra región en un componente esencial del mundo multipolar que se anuncia, dando una consistencia cada vez mayor al Mercosur y a la Unasur. Vamos a contribuir a la estabilidad financiera internacional con una intervención cualificada en los foros multilaterales", ha apostillado.

Asimismo, Rousseff ha apelado a la trayectoria de defensa de la paz que, a su juicio, tiene Brasil y ha subrayado que su Ejecutivo no puede mostrar "indiferencia" ante la existencia de "enormes arsenales atómicos, la proliferación nuclear, el terrorismo y el crimen organizado transnacional".

Rousseff hereda una economía en auge

Rousseff hereda una de las economías más potentes del mundo, que ha conseguido pasar de puntillas sobre la crisis económica mundial, pero afronta también el que será uno de sus principales retos en estos próximos cuatro años de legislatura: borrar la sombra de su carismático mentor, que abandona el poder con casi un 90% de popularidad entre los brasileños.

"Su desafío es llenar el enorme espacio que deja Lula", afirma Paulo Sotero, el director del Instituto de Brasil del Woodrow Wilson Center in Washington.

Además, Dilma, a la que Brasil ha votado porque quiere continuidad, tiene la difícil misión de mejorar la vida de más de 20 millones de personas que todavía viven en la pobreza extrema.