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Álex de la Iglesia de 'Balada triste de trompeta': "Soy un payaso. He hecho la película que quería"

  • La historia arranca en la Guerra Civil y se desarrolla en el franquismo
  • Vuelve el Alex de la Iglesia más visceral

Por
Alex de la Iglesia: "Me siento un payaso"

FICHA TÉCNICA

Dirección: Álex de la Iglesia

País: Francia, España

Año de producción: 2010

Fecha de estreno: 17/12/2010

Duración: 107 min.

Género: Comedia

Reparto: Santiago Segura, Fernando Guillén Cuervo, Antonio de la Torre, Javier Botet, Fran Perea, Sancho Gracia, Carlos Areces, Juana Cordero, Raúl Arévalo, Terele Pávez

Distribuidora: Warner Bros. Pictures

Productora: Tornasol Films, Motion Investment Group, Castafiore Films, Televisión Española (TVE), Canal+ España, La Fabrique 2

"He conseguido mejor que nunca hacer la película que quería", afirma el director Alex de la Iglesia, en una entrevista con TVE, sobre su última película Balada triste de trompeta, protagonizada por dos payasos con los que se siente totalmente identificados: "Yo me siento un payaso y me siento un tío totalmente descontextualizado".

Balada triste de trompeta, participada por TVE y que se estrena este viernes 17 de diciembre, arranca en 1937. Los monos de un circo aúllan salvajes dentro de su jaula mientras, en el exterior, los hombres se matan en otro circo: la Guerra Civil española, que sigue su curso. El payaso tonto del circo, reclutado a la fuerza por los milicianos, termina perpetrando, sin abandonar su disfraz, una carnicería a machetazos entre las filas del bando Nacional. Así da comienzo esta peripecia en que Javier (Carlos Areces) y Sergio (Antonio de la Torre), dos terroríficos y desfigurados payasos de un circo, se enfrentan a muerte por el ambiguo amor de una bailarina (Carolina Bang) en el Madrid de 1973, en los últimos años del franquismo.

Precedida por el éxito en la Mostra de Venecia, donde De la Iglesia logró el León de Plata al mejor director y el premio al mejor guión, el director vasco presenta la cinta al fin en España, después de haber dejado los nervios y los "miedos" en su estreno en el extranjero. "Así es mucho más entrañable y confortante; llegas a tu país de una manera diferente y ya has dejado los miedos fuera", cuenta a TVE.

"Las he pasado putas"

El cineasta, y también presidente de la Academia de Cine de España, está muy satisfecho con esta película que recuerda mucho al Alex de la Iglesia de Acción Mutante (1993), La Comunidad (2000) y Crimen Ferpecto (2004), con una vuelta de tuerca más al atraverse a contar de otra manera el tema de la Guerra Civil y el franquismo, que eran tabú hasta hace unos años y que ahora son muy recurrentes.

El director dice haber logrado "mejor que nunca" hacer la película que quería, sin la "autocensura" que muchas veces se aplica en el proceso, y el trasladar la idea a la práctica: "Mejor que nunca he podido transformar lo que tienes en la cabeza en algo que exista. Sinceramente, las he pasado putas haciendo la película, pero ha merecido la pena el esfuerzo porque veo el resultado y estoy muy orgulloso del trabajo de mi equipo y cómo hemos sacado el trabajo adelante".

Balada triste de trompeta, que tiene como hilo conductor la canción del mismo nombre de Raphael, es una coctelera arriesgada de temáticas y matices: Guerra Civil y franquismo, violencia, drama, comedia, terror... "Me siento obligado a arriesgar y contar historias diferentes y cosas que exciten y hagan pensar a la gente. He hecho una película directamente tal como me la imagino sin pensar si es conveniente hacer más comedia o hacer más terror o de si hay que avisar de lo que estás contando o no", asegura Alex de la Iglesia, que apuesta por hacer un producto "interesante" que atraiga al espectador.

Payasos que dan miedo

El director bilbaino elige además como protagonistas de su película al mundo del circo, pero mostrando su cara sórdida, y pone como protagonistas a dos payasos, de los que explota su faceta no precisamente graciosa -que levante la mano a quien no se le haya aparecido nunca un payaso en sus terrores nocturnos-.

De la Iglesia se confiesa representado en el personaje del payaso y en la situación en la que vive: "El payaso es un tío descontextualizado, con un traje incomprensible que me imagino que tuvo su gracia hace un siglo, pero ahora no se entiende por qué esa nariz roja y esos zapatones grandes, por qué una cosa tan grotesca y ridícula es aceptada por todos".

De la Iglesia, que recuerda que cuando iba al circo de pequeño siempre estaba emplazado en un sitio siniestro entre ruinas y escombros, aclara porqué se siente cercano a ese personaje: "Yo me siento un payaso. Me siento un tío totalmente descontextualizado, una persona que se disfraza para trabajar; que intenta hacer reír y él no es gracioso; y a la vez con el compromiso de hacer la vida mejor a los demás, y ahí sufres porque no sabes si no lo consigues. No sé si se ríen los niños".

El rodaje ha sido muy duro -que se lo pregunten al Carlos Areces que corrió durante cuatro días desnudo por el bosque a bajo cero- y, como en algunas de sus predecesoras, la trama vuelve a subirse a las alturas en las escenas más épicas -cambiamos el cartel de neón de Schewppes del Edificio Capitol de El día de la bestia (1995) por la cruz del Valle de los Caídos-.

El sufrimiento del elenco protagonista -De la Iglesia confiesa haber obligado a Carolina Bang a tragarse su propio vómito porque no había tiempo para volver a maquillarla- también da sus frutos y su trabajo es francamente bueno y convincente -conseguir que Antonio de la Torre y Carlos Areces den miedo es todo un mérito-. Pasen y vean el circo de Alex de la Iglesia.