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El 'Tea Party' pone a prueba sus cinco minutos de fama

  • El movimiento político lucha por llevar más a la derecha a los republicanos
  • Comanda una revolución conservadora que puede ser un arma de doble filo

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El 'Tea Party' engrasa la campaña electoral con Sarah Palin a la cabeza

No es un partido político ni tiene una organización nacional pero tiene unas bases bien definidas: cree que Obama es el enemigo que ha roto al país y lo dirige hacia el socialismo, considera que la crisis económica y social que vive Estados Unidos es una conspiración de los más poderosos que "han pervertido" el sistema... Bienvenidos al movimiento ultraconservador del 'Tea Party'.

Y, como toda fuerza de influencia que se precie, tiene unos líderes que se encargan, en todo momento, de captar la atención mediática para dejar muy claro cuáles son sus principales objetivos: la responsabilidad fiscal, un gobierno constitucionalmente limitado y el libre mercado.

El teatro del 'Tea Party'

Pero, aunque no existe un partido como tal con la filosofía de esta tendecia, lo cierto es que muchos de sus seguidores se ubican dentro del Partido Republicano, "más a la derecha", como decía uno de sus miembros.

De hecho, todos los candidatos del "Tea Party" compiten por este partido. Y ello ha hecho que los que no comparten esta ideología defiendan que está siendo la culpable de que aquellos que tengan unas ideas "más de centro" terminen por no votarles.

Esta idea era la que defendía el presidente del Partido Demócrata, Time Kaine, quien ha asegurado que el Tea Party les ha ofrecido "enormes oportunidades" al haber impuesto a sus "retoños" que serán incapaces de vencer en la cita electoral.

Por ello, tal y como refleja un estudio realizado por la agencia Reuters, en muchos casos son los propios demócratas los que han trabajado, en la "recámara", para dar apoyo a esta tendencia ultraconservadora.

La teoría es simple: cuantos más votos desvíen del partido republicano, cuyos votantes queden abrumados por el calibre de sus ideologías, más obtendrán ellos.

Y dento de este movimiento, Sarah Palin ha sido la "cara" de esta tendencia que, según muchos, logrará grandes resultados en las legislativas del dos de noviembre. Junto a ella, varias personalidades, convertidas ya en estrellas, "se han subido a su carro".

"Los izquierdistas no saben qué hacer con vosotros. ¿Sabéis por qué? Porque estáis ganando". Son las palabras de Palin ante un multitudinario público que acudió a recibirla en un lugar emblemático: los escalones del monumento a Abraham Lincoln, donde Martin Luther King pronunció, el 28 de agosto de 1963, su famoso discurso "Tengo un sueño".

Allí, la ex senadora de Alaska, defendió el principio de su movimiento: "Devolverle el honor a América".

Glenn Beck es el que podría considerarse su homólogo masculino. Gracias a él y a su trabajo en la cadena FOX, el té estadounidense ha logrado una gran cobertura mediática.

Él lo tiene claro: "No podemos confiar en nadie. Nuestros líderes han pasado a ser parásitos que se alimentan de nuestro sudor y sangre", recoge en su libro "Sentido Común" Beck.

Y esa es la idea que predomina entre los seguidores del movimiento, que cuenta con una fuerte base social, la de que las fuerzas políticas del país les han abandonado y no les representan. Por ello, es necesario su "espíritu revolucionario" que volverá a poner las cosas en su lugar. Es decir, en una interpretación literal de la Constitución, en alejarse de la reforma sanitaria de Obama y en volver a unir el país.

En búsqueda de la revolución

Fue precisamente con esa ambición revolucionaria cuando el 'Tea Party' comenzó su andanza en el año 2009, de una forma espontánea, a iniciativa de múltiples asociaciones y núcleos de votantes jóvenes "idealistas e ideólogos" preocupados por cómo estaba la economía.

Su nombre viene de la histórica revolución americana del siglo XVIII, el llamado "Motín de Boston", cuando los americanos, hartos de pagar impuestos al rey de Inglaterra por el consumo del té, tiraron toda la mercancía al mar.

Ahora, ese afán por cambiar las cosas sigue presente y, en muchos casos, de la mano de principios religiosos. Así lo defiende Glenn Beck, de religión mormona, quien asegura que América tiene una misión santa en la vida y que ahora, gracias a este movimiento, "el país vuelve a Dios".

Por ello, y con la base religiosa, la mayoría se opone al aborto y quieren suspender la ley que lo permiete (aprobada en 1973) y a la homosexualidad.

Con todo, está claro que es una fuerza con mucho peso y ahora falta por ver si realmente logran los resultados que muchos creen que van a conseguir en las que se consideran la antesala de las presidenciales.

Falta por ver también si, como decía una candidata democráta, "esto no es más que una corriente, una rabieta que se les pasará".