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Diseños románticos, dulces y repletos de libertad imperan en Cibeles

  • En la segunda jornada de Cibeles se han presentado trajes de baño
  • Entre las colecciones, destacaba la de Guillermina Baeza

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Segunda jornada de desfiles en Cibeles Madrid Fashion Week

Sábado y Elisa Palomino nos hace madrugar. Su colección es una declaración de amor a su paisano Francis Montesinos y también a Josep Font. Lista la chica. Plumas, flores y lentejuelas enmarcan una acuarela en rosas, crudos y "nudes" inquieta, osada y, a veces, dulce.

Sus prendas parecen gominolas que gritan desde el tarro ¡cómeme! Martín Lamathe estampa con alegría y no duda en contrastar turquesa, cuarzo rosa y antracita para crear un efecto potente, y un tanto retro, que llama la atención. Su colección masculina regresa a los 50 y a luego a los 80 para rescatar colores, sedas, chaquetas maxi y camisas abrochadas hasta el cuello.

Ion Fiz. ¡Ay, Ion Fiz! El nene malote de la moda española tiene amigos famosos y muchos han ido a su desfile. Para ellas ha creado siluetas muy definidas, con cortes precisos y certeros.

Fiz es muy esponja y del corto tonteo que tuvo con Pertegaz aprendió a dibujar con gusto, a vestir con elegancia y a sobrevivir en este mundo, tan, tan duro. Sus hombres, masculinos incluso en shorts, exhiben prendas de patrón certero en las que cose sensualidad para conseguir un look bestial.

María Escoté dice "No me olvides", título de su colección. Su "grito "es un homenaje a las mujeres de los marineros que empieza en rojo barca, continúa en coral, sigue en azules del mar y termina en negros.

Aires medievales se hacen femeninos con perlas, se vuelven perversos con cueros y se sienten marineros con cuerdas y ganchos con los que crea redes para pescar en el fondo del corazón, allí donde reside el amor, el que "no olvida".

María Barros sigue las tendencias internacionales y no aburre. Fucsia, blanco, verde y malva deambulan por la pasarela en tejidos vivos, cremosos, líquidos y tan atrevidos que, a veces, parecen transparentes.

¡Al agua patos!

Llegan ellas, las damas del baño. Primero Montse Bassons que bucea buscando destellos de ola, reflejos de escamas y brillos de quisquilla. Toreras y capas tapan biquinis, bañadores y triquinis, algunos con encaje y otros con tarjeta de embarque al futuro.

Dolores Cortés sorprende con su estética "ciber" de colores solarizados, tonos acuosos y tejidos metálicos.

El trío lo completa Guillermina Baeza con su retrato de BB, la Bardot, símbolo erótico de los 50 y 60. Culottes y escotes palabra de honor se construyen en piqués, organzas y lycra para vestir con elegancia y destarrar, por fín, esa prenda tan difícil de llevar: el triquini.

Femenina con toques "country". Raro pero Teresa Helbig sale airosa. Las flores salpican su colección con prendas en piel bien cortadas que se mezclan con otras en camel y blanco a las que imprime movimiento.

Nicolas Vaudelet se deja seducir por la Sevilla más canalla, la de los contrastes, la del flamenco, la de las luces y las sombras. Paseamos por la calle Sierpes con minifaldas que aprietan y por el Parque de María Luisa con plumas de gallos, pavos reales y avestruces que te hacen más sofisticada.

Anochece y cruzamos el Puente de Triana para dejarnos caer por la orilla derecha del Guadalquivir. Negros de sombras enfatizan cueros con flecos que se mueven al compás de las coplas del amanecer. Seguimos volando por el Sur.

Juana Martín viste con tules y sedas, tejidos fresquitos y delicados como las alas de las mariposas que le han inspirado esta colección. Una propuesta inquieta, difícil... ¡me despista!

La aguja inquieta de Carlos Díez

Carlos Díez siempre nos sorprende. Su aguja es inquieta, e inventa volúmenes y siluetas que destacan por su osadía. Alejada de su colección para este invierno, Díez propone ahora prendas muy veraniegas, en rojos y con estampados tropicales.

Destacan sus tops con capa, los fruncidos ¿casa de la pradera¿ en hombros y cintura, las maxi rayas y las originales camisetas con cordones de zapatillas. Para ellos apuesta por el ¿total look¿ en diseños muy cómodos, de andar por casa, que se superponen desde la cabeza a los pies. Su idea pasa por compartir el armario con ella o con él, por hacer de lo deportivo un lujo y por arriesgar sin miedo para pelear contra el aburrimiento en el armario. 

Antonio Alvarado es un maestro a la hora de dibujar y conseguir una prenda bonita, palabra denostada pero limpia y certera. Sus vestidos son ¿bonitos¿ y aparentemente sencillos aunque esconden  trabajo y oficio. Su gusto por los uniformes sigue latente y destacan los escotes por originales, con cuellos camiseros, fruncidos y collares que se integran en el diseño.

Vemos cuadros y rayas XXL, cremalleras que esconden secretos y colores relajados. Alvarado coge la tijera y viste a sus chicos con chaquetas de manga corta, chalecos de espalda recortada y monos-bermuda en piel de reptil artificial.