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Abre la primera escuela de flamenco en China

  • Un grupo de españoles ha creado el centro Flamenco de Pekín
  • "Acuden compañías importantes, a bailar, nunca a enseñar", dice la profesora

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LA PRIMERA ESCUELA DE BAILE FLAMENCO FUNCIONA YA EN CHINA
Los alumnos han sido rebautizados como Carmen, Eva, Sara, Juana o Manolo.

El centro Flamenco de Pekín, la primera escuela de este tipo abierta en la capital china, ha levantado entre muchos apasionados la esperanza de que un día el baile español consiga calar entre los habitantes del gigante asiático.

Un grupo formado por seis mujeres y un hombre taconea frente al espejo mientras sigue las instrucciones de la profesora, Azucena Villena, a ritmo de la melodía de "Asturias" ("Leyenda") de Isaac Albéniz, interpretada por el guitarrista español y residente en Pekín Alberto Cuéllar.

Castañuelas en mano, cabeza erguida, cuerpos firmes y pie derecho hacia adelante, los estudiantes muestran una concentración absoluta ante la oportunidad de gozar de las enseñanzas de una maestra procedente de España.

Porque, si algo caracteriza a esta escuela, es el hecho de que sus profesores, sus guitarristas, incluso sus traductores, son españoles, y por ello, a pesar de que los alumnos son chinos, todos han sido bautizados con nombres como Carmen, Eva, Sara, Juana o Manolo.

"Lo que se pretende es crear una escuela donde se forme a gente, porque aquí no ha llegado todavía el flamenco. A pesar de que acuden compañías importantes, éstas vienen a bailar, nunca a enseñar", declara Villena, de 52 años,  que ha viajado a Pekín desde España para impartir este taller de dos meses y medio de duración.

La maestra, que lleva desde los 14 años bailando profesionalmente y que ha trabajado junto a artistas de la talla de Antonio Gades, Antonio el Bailarín o Goyo Montero, entre muchos otros, apunta que el objetivo es "crear un buen cuerpo de baile que viaje por el país trasmitiendo el flamenco".

El flamenco, un baile salvaje y pasional

Alegrías, sevillanas, soleá o zapateao, no hay estilo que le resulte indiferente o aburrido a Manolo (Wang Jun), de 56 años, ex militar, de profesión bróker y único hombre del grupo de estudiantes.

Conoció el flamenco en la década de los 80 y cuenta que ha tenido que esperar muchos años para poder encontrar en Pekín una profesora española de este baile gitano. Hasta ahora lo practicaba en casa con espectáculos que veía por la televisión, y es que para qué gastar dinero en clases cuando "los profesores chinos de flamenco no tienen gracia", comenta.

"Es un baile valiente, tiene una parte salvaje y pasional que hace que lo puedan practicar tanto hombres como mujeres", sentencia emocionado Manolo.

Dice utilizar "la lógica para trabajar y la pasión para el baile", y esto último afirma que le ha cambiado la vida, por ello no duda en señalar con un gesto de mano su cuerpo y sentenciar: "¿Parece joven, eh? Pues sí, lo es, y eso que tengo 56 años, y no sólo mi cuerpo es joven, también lo es mi corazón".

Carmen (Wang Ziding), otra de las alumnas, que tiene 29 años y pertenece a la Compañía de Baile Nacional chino, reitera que en Pekín la enseñanza del flamenco se desarrolla a un ritmo muy lento.

"Si se entendiese causaría más respeto y admiración, pero si yo, que soy bailarina profesional, no tengo un gran conocimiento, pues es normal que la gente lo comprenda todavía menos", relata esta mujer que lleva desde los nueve años dedicada al baile tradicional chino.

Y así, todas las mañanas y las tardes de este caluroso verano pequinés, Villena y Cuéllar, junto a los traductores Angela Buades y Karim Nimri, trabajan en el centro con el propósito de que los alumnos consigan entender el flamenco de una forma correcta.