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Kirguizistán acusa al hijo del ex presidente Bakíev de financiar con 8 millones de euros los disturbios

  • Maxim Bakíev ha sido detenido en Gran Bretaña
  • Se encuentra bajo sospechapor corrupción
  • La ONU ha denunciado que los disturbios no fueron "espontáneos"

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El gobierno interino de Kirguizistán ha acusado al hijo del derrocado presidente Kurmanbek Bakíev de haber pagado 10 millones de dólares (8,2 millones de euros) para organizar los disturbios violentos que, desde el viernes, se han cobrado al menos 170 vidas en el sur del país.

"Todo esto estaba bien organizado y el hijo del ex presidente, Maxim Bakíe, tiene una mano en su cartera desde abril para financiar los disturbios" en esta pequeña república de Asia Central, ha afirmado este martes el vicepresidente interino, Almazbek Atambaev, en una conferencia de prensa.

El depuesto presidente de Kirguistán huyó del país después del levantamiento que a principios de abril dejó 87 muertos. Desde entonces, varias oleadas de violencia han ensangrentado el país.

Su hijo, buscado por la Interpol, fue detenido por las autoridades británicas tras el aterrizaje a bordo de un avión privado en el aeropuerto Farborough en Inglaterra, según informó un funcionario de Kirguizistán este lunes. Desde entonces, las autoridades kirguises están luchando por la extradición de Maxim Bakíev.

"Esperamos que Gran Bretaña nos devuelva a Maxim Bakíev", ha manifestado, subrayando que estaba "involucrado en los crímenes internacionales relacionados con el blanqueo de capitales.

Maxim Bakíev es buscado por el gobierno provisional de Kirguizistán bajo sospecha de corrupción en relación con contratos petroleros que habría ejecutado con una base aérea militar de EE.UU. con sede Kirguizistán, un sitio estratégico para las operaciones militares en Afganistán.

Cinco ataques "orquestados y planeados"

El portavoz de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Rupert Colville, ha asegurado que la violencia en Kirguizistán comenzó presuntamente con cinco ataques coordinados y ha adoptado un carácter de conflicto interétnico que podría dispararse hasta quedar fuera de control.

"Tenemos fuertes indicaciones que este suceso no fue un enfrentamiento espontáneo entre etnias, sino que hasta cierto punto fue orquestado, dirigido y bien planeado", ha asegurado Colville.

"Varias de estas informaciones sugieren que el incidente comenzó con cinco ataques simultáneos en Osh que implicaron a varios hombres llevando pasamontañas y con armas. Parecía que estaban buscando provocar una reacción", ha afirmado.

Colville ha detallado que uno de los ataques se produjo contra un gimnasio "conocido por ser el refugio de una banda de delincuentes" en Osh. "Atacar este gimnasio probablemente intentaba provocar una reacción", ha asegurado.

"Así que puede ser erróneo denominarlo, al menos en origen, como un conflicto entre etnias. Parece que hay otras agendas que lo condujeron inicialmente pero, una vez que se derivó por la línea de las etnias, entonces, por supuesto se comienza a tener una division clara y reacciones de venganza, que es lo que lo hacen especialmente peligroso", ha explicado.

Al menos 170 personas han muerto en la violencia que comenzó el pasado jueves, y podría haber provocado que más de 200.000 personas hayan cruzado la frontera a Uzbekistán, según el último balance.