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Barcelona, la ciudad de la moneda falsificada

  • El MNAC ofrece 350 piezas que muestran la historia de la falsificación en España
  • La exposición La moneda falsa estará abierta hasta mayo de 2011

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Monedas del siglo XVIII en la muestra del MNAC.
Monedas del siglo XVIII en la muestra del MNAC.

Unas 350 piezas, entre monedas, billetes y tarjetas de crédito, auténticas y falsas, libros e instrumentos de fabricación legales y de falsificación componen la muestra La moneda falsa, que ilustra, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la existencia del fraude ya desde la antigüedad.

El comisario de la exposición, Albert Estrada-Rius, ha remarcado este jueves, en la presentación, que "la historia de la moneda falsa es tan antigua como la historia de la moneda legal, y algo parecido se podría decir también de su persecución".

Barcelona ha sido además, advierte Estrada-Rius, "una ciudad de bombas, pero también una ciudad de falsificadores de monedas y billetes, que se dejaron notar de manera especial a principios del siglo XVII, a finales del XIX e inicios del XX".

Una de las falsificaciones más populares, con referencia incluida en el refranero, los conocidos "duros sevillanos", no sólo se acuñaron en Sevilla, sino que también se realizaron en Barcelona, "un lugar perfecto por ser territorio de frontera, con un puerto activo, cerca de Francia y con mucha industria de fundición e imprentas".

Los duros sevillanos son una de las falsificaciones más perfectas de la historia

Según el comisario, "los duros sevillanos son seguramente una de las falsificaciones más perfectas de la historia, para cuya detección los técnicos de la fábrica de la moneda tenían que contar las rayas y los puntos del escudo real que aparece en el reverso".

Hasta tal punto fue perfecta que "puso en jaque al gobierno, quien se vio obligado a aprobar una orden ministerial en 1908 para retirar las 5 pesetas, que supuso además el declive de las monedas de plata".

La exposición, que estará abierta al público hasta el 1 de mayo de 2011, se estructura en cuatro ámbitos cronológicos: mundo antiguo, edad media, época moderna y contemporánea, en los que el visitante puede comparar las monedas falsas con las piezas auténticas de cada época.

Falsificación de moneda griega

El itinerario comienza con la falsificación más antigua de que se tiene constancia en la península Ibérica, monedas griegas realizadas en ceca de Empúries, donde se estableció la primera colonia griega.

En la Edad Media, son abundantes los testimonios arqueológicos y documentales sobre estas prácticas fraudulentas, sobre todo, con la moneda visigótica, "por tener poco grosor y unos diseños sencillos", a pesar de las medidas penales muy graves que se establecieron contra los falsificadores y su entorno.

En este mismo período, ocasionalmente algunos monarcas también se dedicaron a fabricar de forma clandestina moneda de otros reinos o a rebajar la pureza del metal de las monedas propias, algo en lo que el monarca de la Corona de Aragón Pedro el Ceremonioso fue un destacado abanderado.

En la Divina Comedia, el mismo Dante Alighieri condena al rey Felipe IV de Francia al purgatorio, que no al infierno, por ser "el gran falsificador".

De hecho, estas prácticas se utilizaron hasta la Segunda Guerra Mundial, recuerda el comisario, como recoge la película Los falsificadores, que ilustra la falsificación que los alemanes hacían de los dólares para arruinar a los aliados.

Una moneda de siete centímetros

La introducción del cordón en el canto, comenta Estrada-Rius, dejaba en evidencia cualquier intento de recorte de las piezas, pero no evitaba otras falsificaciones, como el espectacular cincuentín de Segovia de Felipe IV de 1626, una pieza de 50 reales de plata que con más de 7 centímetros de diámetro, es la más grande de la exposición.

La edad moderna fue testimonio de la introducción de la mecanización en la fabricación de monedas que, entre otras razones, buscaba dificultar su falsificación y el recorte.

La muestra se cierra con los fraudes contemporáneos, entre ellos el billete de 50 euros, el más falsificado.

A la salida de la sala, los visitantes pueden comprobar en una máquina si los billetes que llevan encima son originales o falsos.