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Japón tendrá su sexto mandatario en cuatro años

  • Hatoyama dimite sólo nueve meses después de arrasar en las elecciones
  • El país se sumió en la inestabilidad tras la renuncia del carismático Koizumi

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Yukio Hatoyama es el quinto jefe de Gobierno nipón que dimite desde septiembre del 2006, después de Junichiro Koizumi, Shinzo Abe, Yasuo Fukuda y Taro Aso, lo que significa que Japón tendrá su sexto primer ministro en menos de cuatro años.

De ellos, solo Koizumi, elegido en septiembre del 2005 para un segundo mandato, y Hatoyama, investido en ese mismo mes del 2009, se ganaron el puesto en las urnas y con sólidas mayorías absolutas.

Abe, Fukuda y Aso, cuyos mandatos sucesivos fueron de apenas un año, fueron nombrados en una elección interna de su partido, el Liberal Demócrata (PLD), que había gobernado Japón desde 1954 prácticamente sin interrupción.

Ahora el gubernamental Partido Democrático (PD) deberá elegir una nueva ejecutiva y el líder que sustituya a Hatoyama será el futuro primer ministro de Japón, un cargo que se vota en la Cámara Baja, donde esa fuerza política tiene una abrumadora mayoría.

Hatoyama, de 63 años, ha anunciado su renuncia como primer ministro cuando su popularidad era de apenas el 17%, después de arrasar en las elecciones el pasado 30 de agosto cuando tenía un apoyo del 70%.

Antes que él, el único jefe de Gobierno japonés con elevado apoyo popular fue Koizumi, elegido en las urnas en abril del 2001 y que revalidó su victoria en los comicios anticipados celebrados en septiembre del 2005, destinados a sacar adelante la reforma del servicio de correos, hasta ahora no llevada a cabo.

La era de los líderes breves

En septiembre del 2006, Koizumi entregó el poder por voluntad propia a Shinzo Abe, también del PLD, que apenas duró un año en el cargo, al igual que sus dos inmediatos sucesores, Fukuda y Aso, todos ellos lastrados por el escaso apoyo público y las luchas internas de poder en su partido.

Abe, que a sus 52 años se convirtió en el primer ministro más joven de Japón desde el final de la II Guerra Mundial, renunció justo un año después, en septiembre del 2007, tras un tortuoso mandato minado por escándalos de corrupción de sus ministros y sus escasas dotes de liderazgo.

Su sustituto, Yasuo Fukuda, era sin embargo un veterano político de 71 años, perteneciente a la vieja guardia del Partido Liberal Demócrata (PLD).

Pero su mandato fue también accidentado, pues finalmente en septiembre de 2008 se vio obligado a dimitir ante su imposibilidad de gobernar, ya que la oposición del PD, que dominaba el Senado, bloqueó toda cuanta ley planteaba.

Lo sustituyó Taro Aso, un ex ministro de Exteriores de Shinzo Abe de 68 años y con fama de halcón, cuyo apoyo popular llegó a caer hasta el 19%, en parte por sus constantes meteduras de pata y problemas con el idioma.

Su caída política, sin embargo, fue más convencional que la de sus dos antecesores: fue derrotado sin paliativos en las elecciones del pasado 30 de agosto, en las que logró casi tres veces menos de escaños que el PD.

Tras el anuncio de dimisión de Hatoyama, la política japonesa repetirá ahora la historia reciente, pues su sucesor será, como en los casos de Abe, Fukuza y Aso, nombrado en una elección interna de un partido, el Democrático, que deberá renovar a su ejecutiva.