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El primer ministro japonés se juega su cargo al mantener la base de EE.UU. en Okinawa

  • Ambos países han hecho público el acuerdo en un comunicado conjunto
  • El primer ministro nipón incumple así su promesa electoral de cerrarla
  • La ministra Fukishima, destituida

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Manifestantes forman una "cadena humana" ante la base estadounidense
Manifestantes forman una "cadena humana" ante la base estadounidense

El primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, ha acordado este viernes con Estados Unidos mantener dentro de Okinawa una polémica base norteamericana, una decisión que incumple una de sus grandes promesas electorales y que puede llegar a costarle el puesto.

El acuerdo ha sido anunciado simultáneamente por Tokio y Washington, e implica que la base aérea de Futenma, con 2.000 marines de EEUU y ubicada en plena zona urbana de Ginowan, sea trasladada a Nago, un área menos habitada en el norte de la isla nipona de Okinawa.

Costes políticos

En una conversación telefónica, Hatoyama y el presidente de EEUU, Barack Obama, han expresado su satisfacción por un acuerdo que han definido como "viable" desde el punto de vista operativo y "sostenible" políticamente, según la Casa Blanca.

Pero a la decisión sobre Futenma se oponen los dos socios minoritarios en el Gobierno de Hatoyama, sobre todo el Partido Social Demócrata (PSD), cuya líder, Mizuho Fukushima, quien, finalmente, ha sido destituida este viernes tras varias especulaciones de que la coalición podría romperse.

Fukushima era la ministra más a la izquierda del Gobierno japonés, secretaria general de un partido que aboga por mantener el carácter pacifista de la Constitución nipona y se opone a la permanencia de las fuerzas militares estadounidenses en Japón.

A sus 53 años, esa abogada y ex senadora era una de las caras más jóvenes del Gabinete, donde desde septiembre se encargaba de la cartera de Consumo, que incluye competencias en la menguante tasa de natalidad nipona, seguridad alimentaria e igualdad de género.

Esa cartera será ahora asumida, según la cadena de televisión pública NHK, por Hirofumi Hirano, ministro portavoz de Japón.

Hatoyama ha tardado ocho meses en decidir que todo siga igual sobre Futenma, el debate que ha dominado la vida política nipona en su corto mandato, por delante de la crisis o la elevada deuda pública, y por cuya solución ha llegado a amagar con la dimisión.

En el camino se ha dejado gran parte de su credibilidad política y el mayoritario respaldo con que arrasó en los comicios, al tiempo que ha supuesto un incremento de las protestas en Okinawa, donde las tropas de EEUU son muy impopulares, ha azuzado el debate sobre la presencia militar norteamericana en Japón y ha deteriorado la relación con Washington.

La popularidad del primer ministro japonés, que superaba el 70% hace ocho meses, apenas roza hoy el 20% y en julio deberá pasar la prueba de las urnas para unas elecciones que renovarán la mitad del Senado, donde carece de mayoría.

Presión estadounidense

Su promesa estrella fue sacar la impopular Futenma de esa isla y, si era posible, de Japón, pero, aunque se ha empleado a fondo, no ha convencido a ningún alcalde para acoger la base y a sus 2.000 marines, ni ha logrado que Washington le dé un poco de aire.

El Gobierno de Obama se opuso durante meses a toda alternativa que le ofreció Hatoyama, como construir una isla artificial en Nago o llevarla a la lejana Tokunoshima, y al final sólo cedió hoy en estudiar la posible salida de Okinawa de las maniobras de helicópteros de Futenma.

Japón y EEUU acordaron también tratar de llevar la base a su nuevo emplazamiento de Henoko, en Nago,  antes de 2014, pero lo previsible es que las protestas, ya mayoritarias en Okinawa, aumenten en los próximos días, lo que podría retrasar el traslado.

El ministro nipón de Defensa, Toshimi Kitazawa, se ha comprometido también a buscar el apoyo de la población de Okinawa a este polémico acuerdo y argumentó que las necesidades de seguridad de Japón en la región del Este de Asia hacen obligatoria la permanencia de los marines de EEUU.

Esa fue la línea argumental que presentaron la semana pasada los gobiernos de Japón y Estados Unidos durante la visita relámpago a Tokio de la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, en plena crisis con Corea del Norte por el reciente hundimiento de un buque surcoreano, que se achaca al régimen comunista.