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La industria editorial le ve las orejas al 'lobo' de la piratería en internet con la llegada del 'e-book'

  • La popularización del e-book aumenta el riesgo de pirateo de libros
  • Los editores piden medidas duras y critican al Gobierno
  • Pragmatismo, oferta amplia y medidas disuasorias, las alternativas

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El Kindle DX y el Kindle 2, los 'e-book' de Amazon, en Nueva York.
El Kindle DX y el Kindle 2, los 'e-book' de Amazon, en Nueva York.

Desde que hace más de diez años se crearan los primeros soportes para libros electrónicos, se ha venido anunciando el fin de la era Gutenberg, pero la realidad es que el e-book no ha dejado de ser algo minoritario y sólo ahora parece comenzar su popularización. Y con ella,  un nuevo frente en la 'guerra de la piratería'.

Según los cálculos que maneja el sector, se espera que a finales de este año se alcancen los 70.000 dispositivos vendidos en España. Dispositivos que no contarán con una amplia oferta de libros para poder comprar online, una invitación a descargárselos gratuitamente.

Según Juan González, director general de Grammata, fabricante del Papyre, el e-book español, en la web hay casi 400.000 libros que pueden descargarse sin pagar. Y de los que hay a la venta, no están los más solicitados.

De los 20 libros más vendidos en la lista de El Corte Inglés, 18 están accesibles para ser descargados sin pagar en la Red. Ninguno de ellos se vende.

Eliminar el derecho de copia privada

La única forma que plantean actualmente las editoriales para luchar contra la piratería es el DRM, un sistema de encriptación. Uno de esos DRM, llamado MoviePocket, es el que ha impuesto Amazon en su dispositivo Kindle; el otro es el ePub, de un grupo de empresas lideradas por Adobe.

El problema, recuerda González, es que el DRM ya fracasó en otros sectores. "Estamos condenados a pasar por el mismo camino que la música y el cine", asegura.

Su propuesta tiene dos patas. Pragmatismo y respeto a la propiedad privada.

Desde el punto de vista legal, cree que hay que "eliminar el derecho de copia privada" que prevé la legislación española, ya que hace casi imposible que los jueces puedan cerrar una web, pues es muy difícil demostrar que se está lucrando.

Desde el punto de vista industrial, defiende el cambio de concepto, de vender un producto a vender un servicio. "Ampliar el concepto de libro", explica. Ofrecer complementos a un libro. Cartas a los lectores, artículos del autor, conferencias, imágenes...

González es pesimista: "Los músicos se van a dedicar a dar conciertos, los escritores a dar conferencias y los programadores de software a dar cursos".

Los editores afilan los dientes

Un escritor que tiene toda su obra pirateada en la Red, Lorenzo Silva, cree que "el libro electrónico no es más que un último paso, predecible y que se ha gestado con sorprendente lentitud -y torpeza, añadiría- de un camino iniciado hace ya mucho y que lo prefiguraba casi necesariamente".

"Si la gente se acostumbra a leer en un soporte digital -considera-, imagino que verosímilmente no venderé mucho. No, desde luego, mientras puedan descargarse gratuitamente de las webs de gente que los copia sin permiso y que infringe impunemente la ley hoy vigente al distribuirlos".

Una muestra de que las editoriales "ven las orejas al lobo" es que el Centro Español de Derechos Reprográficos (Cedro), la sociedad que gestiona los derechos de autores y editores, está en vías de unirse a la Coalición de Creadores, que agrupa desde 2008 a las principales sociedades de gestión de derechos de autor.

En un tono crudo y directo, el director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Antonio María Ávila, pide "medidas legales duras". "Como cuando se abre un negocio ilegal y se cierra -afirma-, que no hay juez, que lo hace un funcionario municipal".

Para los ediotres españoles, Zapatero ha demostrado una enorme frivolidad

En ese sentido, considera que el cierre de páginas web previsto por la Ley de Economía Sostenible era "un medio paso adelante", pero que al echarse atrás Zapatero demuestra "una enorme frivolidad".

Ávila no "salva" a "ningún partido político" de la actual situación de la piratería en España, "algo inédito en los países civilizados, en la OCDE". En ese sentido, recuerda el informe de las Cámaras de EE.UU. que ponían a España en una 'lista negra' de la piratería en internet.

Ve falta de "voluntad política" para acabar con la piratería. Y acusa: "No es casualidad que el sistema educativo sea uno de los lugares donde más piratería se produce", y cita el hecho de que numerosas intranet de colegios y universidades tengan libros digitalizados sin permiso.

Cobardía del Gobierno

Lorenzo Silva también critica al Gobierno, porque "le falta coraje". Para decirle a la industria "que deje de gimotear pidiendo la restauración íntegra de un pasado ya ido, y que se ponga las pilas y evolucione y proponga modelos alternativos".

Pero también coraje para "plantarse frente a los internautas y decirles que el mundo no empezó ayer y que las redes tecnológicas no pueden arrasar con todo lo que hemos elaborado y nos ha valido durante siglos".

CEDRO pide concienciación, una amplia oferta legal y medidas disuasorias

Magdalena Vinent, directora general de CEDRO comparte "la línea adoptada por el Ministerio". En relación con los usuarios, "pensamos que es más razonable la vía de la formación y concienciación", educar a la sociedad en derechos de autor.

"Igual de importante -considera Vinent- es que el ciudadano disponga de una oferta legal amplia y que cubra sus necesidades", y "medidas disuasorias que son inevitables".

Para ampliar esa "oferta legal", las principales editoriales españolas, incluyendo a Planeta, Random House y Santillana, preparan para marzo el lanzamiento de 6.000 títulos para vender en la Red.

Ávila, del FGEE, critica, sin embargo, que en España "hay tecnólogos de cuarta", ya que al intentar digitalizar 1.300 libros para el proyecto Enclave han descubierto que la industria tecnológica española "no ha sido capaz de asumir" ese caudal.

2010 se prevé duro en la guerra de la piratería en España que se ha recrudecido recientemente. El libro se une a la música, el cine, las series, los videojuegos o el software como campo de batalla.