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A salvo de la 'enfermedad del canibalismo' por la mutación de un gen

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En el mundo occidental, caníbal es sinónimo indudable de salvaje hambriento o de psicópata al puro estilo de Hannibal Lecter. Sin embargo, hasta mediados del siglo pasado el canibalismo fue una práctica habitual en algunas islas de Oceanía. Los indígenas se comían a sus muertos para rendirles tributo. Pero el canibalismo trae consigo enfermedades.

Allá por 1920 comenzaron a aparecer los primeros casos de kuru entre los últimos caníbales. Eran el pueblo' fore', los aborígenes que viven en las montañas de Papúa Nueva Guinea.

La enfermedad se extendió entre toda su comunidad hasta que en 1950 los colonos occidentales prohibieron esta práctica. La enfermedad se cobró cerca de 200 personas cada año.

El kuru forma es una enfermedad provocada por unas proteínas infecciosas llamadas priones, como la encefalopatía bovina espongiforme (el mal de las vacas locas) o la enfermedad de Creutzfeld Jacob en humanos.

Estas graves dolencias producen pérdida de coordinación, demencia, parálisis y muerte. En el caso del kuru se producían ataques incontrolables de risa, por lo que se le apodó 'mal de la risa'.

Estos días cientíificos del Medical Research Council han anunciado el descubrimiento de una mutación protectora. Quien la tiene no padece la enfermedad. La han hallado tras casi 15 años de estudio.

Analizaron el material genético de 3.000 personas que vivían en las montañas de Papúa. Y por lo visto, el gen solo existe allí. Los investigadores creen que la selección natural ha conservado la mutación precisamente allí por la epidemia de kuru que sufren.

Es un precioso ejemplo de cómo funcionan los principios que promulgó Darwin con su Teoría de la Evolución.