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Las reformas inacabadas y la crisis hunden la popularidad de Sarkozy tras dos años en el Elíseo

  • Según los sondeos, en torno al 60% de los franceses no están satisfechos de su gestión
  • Pese a las iniciativas lanzadas,  no ha logardo completar las reformas de mayor calado
  • La crisis económica ha terminado por extender el rechazo hacia el presidente francés
  • Con todo, su partido es favorito para las elecciones europeas ante una izquierda dividida

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El presidente de Francia, CNicolas Sarkozy, durante un discurso pronunciado este lunes.
El presidente de Francia, CNicolas Sarkozy, durante un discurso pronunciado este lunes.

Dos años después de su llegada al Elíseo, Nicolas Sarkozy se encuentra en su peor momento de popularidad, con la mayoría de los franceses descontentos por la falta de concreción de sus esperadas reformas y por su gestión de la crisis económica, que ha acabado de suscitar el rechazo de los ciudadanos.

Según distintos sondeos elaborados la pasada semana, alrededor de un 60% de los franceses dice estar "decepcionado" con la actuación de Sarkozy como jefe de Estado. Sólo su predecesor, Jacques Chirac, había logrado cifras similares dos años después de alcanzar la presidencia -aunque el socialista François Miterrand también caía en las encuestas- y sus 12 años de mandato acabaron con un país paralizado, que Sarkozy prometía revitalizar.

Lo cierto, por el momento, es que no se puede aún mencionar una gran reforma de calado impulsada por Sarko, como la legalización del aborto (obra de Valery Giscard d¿Estaing), la abolición de la pena de muerte (Mitterrand) o la supresión del servicio militar (Chirac), recuerda el diario Le Monde.

Reformas incompletas

Según el Instituto Tomás Moro, que ha elaborado un recuento de las iniciativas emprendidas por Nicolas Sarkozy, el nuevo Gobierno francés ha iniciado el 77% de las reformas prometidas en 2007, aunque sólo ha completado el 40%.

De hecho, los primeros meses de presidencia fueron frenéticos, con la eliminación del régimen especial de las pensiones, la abolición de facto de la jornada de 35 horas semanales, la reforma del sistema impositivo o la regulación de los servicios mínimos en las huelgas.

Pero quedan muchos asuntos pendientes, desde la reducción de los costes públicos eliminando funcionarios a la liberalización de los horarios comerciales, pasando por reformas institucionales y educativas.

Recuperación lenta

Sobre todo, queda por afrontar la crisis económica, que en Francia está dejando cifras récord de parados y un decrecimiento económico previsto para 2009 del 2,5%, menor que el de otros países europeos, aunque la recuperación también se espera más lenta, especialmente que la de Alemania.

Una crisis que resuena en las calles, en las que millones de franceses se han manifestado ya tres veces para protestar por el paro y la pérdida del poder adquisitivo, de cuyo mantenimiento Sarkozy había hecho bandera.

Así, pasado el período de gracia que otorgó al nuevo presidente la presidencia francesa de la Unión Europea y el interregno estadounidense hasta la llegada de Barack Obama, Sarkozy afronta el resto de su mandato con la declarada insatisfacción de buena parte de sus conciudadanos.

Dominio político

Pese a todo, Sarkozy tiene la situación política del país bajo control: las mismas encuestas que revelan la desaprobación de sus ciudadanos señalan que, si en este momento hubiera elecciones presidenciales, volvería a ser el elegido.

De hecho, su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP) encabeza los sondeos de intención de voto para las próximas elecciones europeas y el Partido Socialista continúa sumido en las divisiones internas, incapaz de integrar la corriente renovadora que representa Segolene Royal con las viejas estructuras del partido, que ahora encarna su secretaria general, Martine Aubry.

Parece, por lo tanto, que Sarko no debería tener mayores problemas para lograr la reelección en 2012. Sin embargo, lo que son buenas noticias para Sarkozy puede que no lo sean tanto para Francia, por lo que el presidente deberá impulsar las prometidas reformas para lograr que el país salga bien situado de la crisis.